- Feministas explican el fenómeno como el deseo del hombre de causar dolor a la mujer
Era viernes en la mañana y Roberta Angomás Céspedes se alistaba para emprender, al día siguiente, un viaje hacia Guadalupe. Pero el día se trastocó para todos ese 2 de septiembre de 2016 cuando el compañero sentimental de la mujer, Santo Delgado del Carmen, la encerró a ella, su madre, su hija mayor y a una vecina y las mató a tiros a las cuatro.
Ya el municipio de Santo Domingo Este, donde ocurrió la tragedia, había llorado un caso similar en 2013. Al mediodía del 30 de diciembre del 2012, Enmanuel Lamy Román disparó contra su expareja Vicky Thalía Irrizari de 36 años, la madre, una hermana y una sobrina de la mujer (hija de su hermana asesinada) de apenas dos años.
Los casos se inscriben en lo que los sociólogos y estudiosos de la violencia machista llaman feminicidio ampliado, un escenario que gana espacio en República Dominicana y que tuvo, este mes de abril, al menos tres nuevos sucesos trágicos.
El caso más reciente ocurrió el pasado domingo, en horas de la madrugada. Wandy Hernández, mató a puñaladas a Jelissa Paulino Hernández de 23 años, con quien había tenido una relación sentimental, así como a la madre de ésta, la señora Ivelisse Corona Martínez, de 41 años. El hecho, que aún se investiga, ocurrió en el turístico municipio de Sosúa, provincia Puerto Plata
Tres días antes, en pleno Jueves Santos, Ricardo Antonio Leonor Abreu mató, también a puñaladas, a Reina Margarita Pérez, de 73 años, madre de su expareja Raquelita Guerra, e hirió al hijo de esta última, de 19 años. El joven sigue ingresado en un centro de salud en condiciones estables.
El 8 de abril, un hombre también hirió a su suegra, su cuñada y su hijastra, previo a suicidarse. Esos se suman a otros feminicidios ocurridos este mes en que la víctima fue solo la pareja o expareja.
La investigadora Susi Pola, especializada en el estudio de género, entiende que el escenario de los feminicidios ha cambiado en el país y toma como referencia el año 2000, cuando estudios que realizó al respecto determinaron que en República Dominicana ocurre una media anual de 131 asesinatos de mujeres.
“El patriarcado no termina de desmontar la masculinidad, esa idea del hombre de que la mujer le pertenece y que, por luz divida y socioculturalmente, él es el jefe de todos, mujer e hijos”, comenta Pola, para quien la modalidad del feminicidio ampliado no es nueva, pues siempre hubo casos en el país en que el hombre sale a matar a la mujer y como no la encuentra, mata a la hermana o a la suegra.
También la psicóloga Soraya Lara entiende que esos casos son más visibles en los últimos años y, como Pola, lo atribuye al deseo del hombre de provocar dolor a la mujer y hacerla sentir culpable.
“La violencia vicaria, cuando el agresor ataca, agrede o comete un crimen contra una hija, hijo, familiares o personas significativas para la mujer, con el objetivo de causar dolor, además, hacerla sentir culpable: Los maté por tu culpa, por negarte a seguir conmigo”.
En los intentos de protección a la víctima de este flagelo, el Estado dominicano ha emanado disposiciones que todavía resultan ineficientes en su objetivo. Una de ellas son las órdenes de protección o de alejamiento establecida en la Ley 24-97, sobre Violencia Intrafamiliar y que se especifica aún más en su Protocolo de aplicación.
A raíz del caso de la madre de Raquelita Guerra, conocida por su participación en el programa MasterChef, tercera temporada, las informaciones preliminares indican que la mujer tenía una orden de alejamiento contra su expareja por violencia de género.
El Poder Judicial dispuso en 2019, mediante una Guía de Buenas Prácticas para el manejo de casos de violencia domésticas, intrafamiliar y de género, que las órdenes de alejamiento o protección para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar o de género podrán ser utilizadas como órdenes de arresto en caso de que los agresores no la respeten.Alejamiento no funciona sin no cambia la cultura
Susi Pola se queja de que las órdenes de alejamiento que se imponen al agresor no tengan una penalidad cuando se violan, o que no haya un registro y seguimiento a las mujeres víctimas que se intenta proteger con dichas órdenes. También cuestiona la falta de políticas de prevención de la violencia, pues entiende que el feminicidio tendría que prevenirse desde la cultura. En términos similares, Soraya Lara recuerda que la orden de alejamiento es una medida para protección a la víctima no una acción para parar la violencia. “Los tipos narcisistas, con rasgos antisociales de la personalidad, que presentan pensamientos psicorígidos, obsesivos y con elevadas distorsiones cognitivas acerca de la mujer y el uso de la violencia, se creen con el derecho a perseguir a sus víctimas por encima de la ley”, dice.