Los bandidos, que cuentan con el apoyo de funcionarios y empresarios corruptos, ya eran muy poderosos en varios puntos del territorio

Grupos de autodefensa coordinados con miembros de la Policía Nacional de Haití están cazando a integrantes de bandas armadas que estarían protegidas por élites.

Siempre debemos recordar para las futuras generaciones que la preponderancia de las pandillas en la vida cotidiana de las familias haitianas es el resultado de la defensa de la exenviada de las Naciones Unidas a Haití, la señora Helen La Lime, ante el Consejo de Seguridad en julio del año 2020 a favor de la federación de bandas armadas. ¡No es una coincidencia!

Es obra de un experto. Es el reflejo de un acto subliminal inspirado en las teorías de violencia simbólica de la escuela sociológica de Pierre Bourdieu.

A través de este comportamiento, la funcionaria de la ONU ha brindado un fuerte anclaje mental y un nuevo marco de legitimación favorable a los bandidos y al plan de diseminación del caos del Core Group.

Sin embargo, hay que admitir que los bandidos, que cuentan con el apoyo de funcionarios y empresarios corruptos, ya eran muy poderosos en varios puntos del territorio mucho antes de julio de 2020.

Hasta esta fecha eran considerados ilegales, ilegítimos y marginales. Pero con el alegato de julio de 2020 ante el Consejo de Seguridad, estas bandas se han fortalecido y han adquirido gran notoriedad en el universo mediático tanto en Haití como en el extranjero.

    Han demostrado una gran capacidad de propaganda en las redes sociales. Este poder blando (soft power) con efecto de bomba social ha generado, sin embargo, cierto nivel de simpatía en determinadas categorías sociales no necesariamente vinculadas al medio delictivo.

    Pudieron construir relaciones sólidas con el mundo artístico al extremo de ganar premios en las redes sociales (Youtube). Sus ostentosos signos de riqueza y su complicidad con funcionarios corruptos y contrabandistas del sector empresarial los erigen como modelo para los jóvenes de barrios vulnerables que constituyen su cantera de reclutamiento.

    El pueblo entra en guerra

    La heroica y feroz resistencia de la población coordinada con la base policial contra las pandillas desde el 24 de abril de 2023 en todo el territorio nacional, especialmente en el barrio de Canape Vert, ha creado una nueva configuración en el equilibrio de poder en el ciclo de violencia en Haití.

    De una situación de guerra latente impuesta por estos grupos y toda la maquinaria cómplice del sistema corrupto, el valiente pueblo haitiano ingresa oficialmente a la guerra ante la falta de respuestas adecuadas por parte de las autoridades públicas. Abandonado por sí mismo, el instinto de supervivencia ha puesto a la población haitiana en la obligación de organizarse y resistir a los criminales.

    La imaginación creadora del pueblo en referencia a la virilidad y la omnipotencia del órgano reproductor masculino designa este popular movimiento de autodefensa con el ingenioso nombre de “BwaKale”. Este movimiento espontáneo de prácticas de justicia directa no está exento de consecuencias negativas para las instituciones y la imagen de los haitianos.

    Hay toda una percepción para este pueblo ya víctima de un conjunto de prejuicios negativos sobre su cultura y su origen, además hay estos impactos negativos que se vinculan esta práctica de justicia: venganzas personales, errores sobre los culpables, traumas psicológicos, imágenes de choque, entre otros.

    De todos modos, hace tiempo que las sociedades modernas han superado esta forma de justicia de la Ley del Talión –ojo por ojo, diente por diente- por una justicia institucional, justa y objetiva, respetando los convenios internacionales sobre derechos humanos.

    Este fenómeno encuentra su fundamento en el comportamiento depredador de las élites haitianas y al plan de caos de la comunidad internacional desde la elección de Michel Martelly en 2012.

    Las élites han reducido al país a un nivel de pobreza extrema con una grave crisis alimentaria donde más del 50% de la población es amenazada por la hambruna. Bajo la tutela del Core Group en los últimos 30 años, la corrupción se convierte en norma, se aplaude a la violencia, la Policía es debilitada para fortalecer a las pandillas en los más altos niveles de poder, entre otros.

    Helen La Lime, representante especial del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para Haití.
    Helen La Lime, representante especial del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para Haití.ARCHIVO

    Es este cóctel explosivo que explica la desconfianza de la población en las instituciones y el uso de la autodefensa legítima.

    El actual poder no ha mostrado ningún deseo de fortalecer las fuerzas de seguridad y proteger a la población de los ataques de los pandilleros.

    Al contrario, anima a la Policía a enrolarse en los programas humanitarios establecidos por Canadá y Estados Unidos para huir del país.

    Con cada masacre de bandas armadas, los oficiales del actual poder son señalados por las organizaciones de derechos humanos. Existían ministros del poder del primer ministro Ariel Henry vinculados a actos de secuestro, narcotráfico y venta ilegal de armas de guerra.

    En cuanto al papel de la élite económica, el funcionamiento de una economía criminal a través de la violencia de los bandidos se convierte en un instrumento de competencia económica en la actual situación.

    La política de caos del Core Group para la organización de falsas elecciones con el fin de imponer un nuevo Martelly en la Presidencia, no es un secreto para nadie. Su plan de genocidio a través su apoyo a este poder corrupto ha sido denunciado reiteradamente por diversos sectores de la población. Su cooperación durante más de 30 años ha resultado improductiva y más bien ha contribuido a reproducir los mecanismos de la pobreza. Últimamente, la embajada de Francia fue objeto de bromas en las redes sociales al organizar una ceremonia protocolar para una donación de 17 motocicletas que no valen ni siquiera 20,000 dólares para acompañar los esfuerzos de la Policía en su lucha en contra de los grupos criminales. Es el ejemplo perfecto de una cooperación improductiva e irrespectuosa.

    Conclusión

    A pesar de sus límites, sus derivas y su espontaneidad, el fenómeno “Bwakale” es una alternativa y una poderosa herramienta de resistencia de las masas populares en contra de esta violencia que se aparenta a una guerra clásica. Ha provocado una considerablemente disminución de los secuestros y constituye un gran apoyo moral para la Policía Nacional que comienza a tener grandes éxitos en las operaciones contra los grupos criminales.

    Solamente un gobierno digno de confianza del pueblo puede superar las fallas que motivan el “Bwakale” tomando medidas para someter a los delincuentes financieros de cuello blanco, aliados de los grupos criminales.

    Nadie detendrá la marcha de la historia y el pueblo vencerá.

    El autor es Director Ejecutivo Instituto Haitiano de Observatorio de Políticas Públicas (INHOPP)

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