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Hace casi cincuenta años, en la mañana de un domingo a finales de noviembre de 1974, un equipo de paleoantropólogos liderado por Donald Johanson y los franceses Yves Coppens y Maurice Taieb, se encontraba excavando en la remota región de Afar, en Etiopía, cuando Johanson se topó con un minúsculo hueso que parecía formar parte de un codo. Nada más verlo se dio cuenta de que aquel diminuto fragmento pertenecía a un antiguo homínido.
Pero no fue este el único hueso que descubrió. «Cuando miré hacia mi izquierda vi pedacitos de un cráneo, un trozo de mandíbula y un par de vértebras», diría Johanson después. Aquel hallazgo evidenciaba algo sin precedentes: se trataba, nada más y nada menos, de unos restos óseos de 3,2 millones de antigüedad. Debido a su tamaño, Johanson creyó que era un esqueleto femenino, y cuando por la noche, en el campamento, puso un casete de los Beatles y empezó a sonar Lucy in the Sky with Diamonds alguien le preguntó: «¿Por qué no la llamas Lucy?».
Los primeros pasos
Los investigadores se dieron cuenta de que aquel esqueleto, que estaba completo en un 40 por ciento, pertenecía a una nueva especie que bautizaron como Australopithecus afarensis (que significa simio del sur de la región de Afar). Basándose en el estudio de los huesos recuperados, llegaron a la conclusión de que Lucy medía 1,10 metros de altura y pesaba 28 kilos, mientras que su capacidad cerebral era similar a la de los chimpancés actuales.
El esqueleto, que estaba completo en un 40 por ciento, pertenecía a una nueva especie que los investigadores bautizaron como Australopithecus afarensis.
A pesar de que Lucy tenia las piernas cortas, los brazos largos y los dedos adaptados a un estilo de vida arborícola, era capaz de moverse en posición erguida y su pelvis no difería significativamente de la de los humanos actuales. Pero quedaban preguntas por responder. Por ejemplo, ¿cómo murió Lucy? De hecho, los huesos mostraban múltiples fracturas, por lo que los investigadores apuntaron a que esta hembra pudo haber caído de un árbol.
Desde su descubrimiento, Lucy se ha convertido en uno de los hallazgos más mediáticos de la Paleoantropología, y los investigadores han intentado recrear su aspecto en numerosas ocasiones. Ahora, el Centro de Educación de la Naturaleza de la Universidad Jaguelónica de Cracovia, en Polonia, ha decidido hacer una recreación de la famosa australopithecus como parte de la sección dedicada a la evolución humana.
El proyecto ha corrido a cargo de la escultora Ewa Stawiarska, de la empresa Kamyk Piotr Menducki, que ha realizado un modelo de Lucy que se expondrá junto a un neandertal y un Homo erectus. En su trabajo, Stawiarska ha contado con la colaboración de los antropólogos Małgorzata Kołodziej, Anna Pankowska y Kamil Mrożek, del Centro de Educación de la Naturaleza, cuyo profundo conocimiento de la anatomía de la especie ha resultado determinante.
Una recreación de gran complejidad
En cuanto a la técnica utilizada, la preparación de modelos de silicona para realizar recreaciones de este tipo requiere de mucho tiempo. En una primera fase es necesario estudiar a fondo la estructura del esqueleto para construir un armazón de acero que servirá para recrear la típica posición de un Australopithecus afarensis. A continuación se debe hacer un prototipo sobre el esqueleto interno: se aplican capas de plastilina y arcilla de modelar para reproducir la musculatura y la piel, así como sus arrugas y pliegues hasta el más mínimo detalle.
La preparación de modelos de silicona requiere de mucho tiempo y estudiar a fondo la estructura del esqueleto de la especie a recrear.
El siguiente paso es retirar el molde de silicona del modelo que se utilizará para realizar la recreación. El modelo consta de muchas capas de silicona que imitan perfectamente la piel, su tonalidad e incluso sus imperfecciones.
El paso final consiste en añadir el pelo sobre el modelo desnudo de silicona. Para este laborioso proceso se emplea una aguja y un ganchillo para coser pelo a pelo el vello en el modelo. Para finalizar, solo quedan pequeños retoques de maquillaje para que el modelo adquiera vida propia. Como en este caso, en el que el impresionante trabajo llevado a cabo por todos los implicados ha logrado devolver a la vida a la famosísima Lucy para deleite de los visitantes del centro.