Sabemos que la microgravedad afecta a nuestros huesos, ojos y corazón, pero el gran obstáculo biológico para alcanzar por primera vez otro planeta son nuestros riñones
Desde que el hombre salió por primera vez de la Tierra en 1961, los científicos han estado obsesionados con los efectos del espacio en el cuerpo humano. Sabemos que la microgravedad afecta a nuestros huesos, ojos y corazón, pero el gran obstáculo biológico para alcanzar por primera vez otro planeta son nuestros riñones.
El mayor estudio sobre salud renal en el espacio. Una nueva investigación liderada por científicos del University College de Londres (UCL) sugiere que nuestros riñones no sobrevivirían a un viaje de ida y vuelta a Marte. Tampoco a una estancia de larga duración en la Luna.
Publicado en Nature Communications, se trata del análisis más grande hasta la fecha sobre salud renal en vuelos espaciales. Incluye datos tanto de astronautas como de misiones espaciales simuladas con ratones, a algunos de los cuales aplicaron la dosis de radiación cósmica que recibirían los humanos en vuelos a Marte de unos dos años.
Los hallazgos no son para nada alentadores. El estudio muestra que los riñones se deforman bajo las condiciones del espacio exterior. Los túbulos renales, responsables de regular el equilibrio de calcio y sal, muestran signos de encogimiento en menos de un mes de exposición a los viajes espaciales, tanto en humanos como en animales.
Hasta ahora, se creía que la formación de cálculos renales en el espacio se debía a la pérdida ósea inducida por la microgravedad, que libera calcio en la orina. Sin embargo, el equipo de UCL ha descubierto que la microgravedad altera fundamentalmente la forma en la que los riñones procesan las sales, lo que contribuye significativamente a la formación de cálculos.
El papel de la radiación. Los investigadores atribuyen este fenómeno a la microgravedad más que a la radiación, aunque todavía no entienden del todo bien cómo estas dos variables interactúan.
La Tierra nos protege de la radiación espacial gracias a su campo magnético, pero más allá de esta burbuja protectora, los astronautas están completamente expuestos a vientos solares y radiación cósmica.
El hallazgo más alarmante es que los ratones expuestos a radiación simulada durante dos años y medio sufrieron daño permanente en los riñones y pérdida de función renal.
Una diálisis para el camino de vuelta. “Si no desarrollamos nuevas formas de proteger los riñones mientras un astronauta viaja a Marte, es posible que necesite una diálisis para el camino de vuelta”, explica Keith Siew, autor principal del estudio.
A pesar de la desalentadora conclusión, el estudio también abre la puerta a posibles soluciones. Los investigadores creen que, comprendiendo mejor cómo se comportan los riñones bajo la influencia de la radiación y la microgravedad, podrían desarrollarse soluciones tecnológicas o farmacéuticas para proteger la función renal en los largos viajes espaciales.
Imágenes | NASA, Chutong Zhong, Zhongwang Li, Peter Gordon y Keith Siew