Los fallecidos ya ascienden a 180 en el momento en el que se escriben estas líneas, pero el número de víctimas sigue subiendo, y los equipos de emergencia buscan a cientos de desaparecidos. El huracán Helene tocó tierra en Florida a última hora del pasado jueves e irrumpió en el sureste de EEUU, causando víctimas y daños en seis estados, pero ensañándose en Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte. Ha habido crecidas repentinas que han desbordado ríos, destruido casas y más de 2 millones de personas siguen sin electricidad después de la caída de tendidos eléctricos. La ayuda se distribuye con dificultades, a través de carreteras y puentes destrozados.
La tormenta también ha golpeado Florida, Tennessee y Virginia, y se espera que el número de víctimas mortales aumente cuando los equipos de rescate lleguen a las poblaciones todavía aisladas. El secretario de Seguridad Nacional de EEUU, Alejandro Mayorkas, calificó el huracán de «magnitud histórica» (categoría 4 sobre 5) y anticipó que la recuperación supondrá una inversión «multimillonaria» que durará años, según dijo en su comparecencia en la Casa Blanca. El presidente Joe Biden se comprometió a «poner en marcha este proceso de recuperación» de inmediato tras hablar con los gobernadores y otros líderes de las zonas afectadas. «La gente está muerta de miedo. La gente se pregunta si va a sobrevivir. Todavía no tenemos noticias de mucha gente. Esto es urgente», dijo Biden.
Huracán en campaña
Es común que el presidente visite a las víctimas de un desastre natural, para atestiguar los daños de primera mano y dar su apoyo a los ciudadanos que los padecen. Lo peculiar del momento en que se encuentra la actual Administración americana es que Biden viaja más que nunca de la mano de su vicepresidenta, Kamala Harris, oficialmente su heredera en el liderazgo del Partido Demócrata, y que aspira a tomarle el relevo en la Casa Blanca. Y es que las elecciones de EEUU de noviembre son un telón de fondo ineludible, sobre todo cuando Helene, el segundo más mortífero de los últimos 50 años por detrás del Katrina, se ha ensañado con dos estados clave en las urnas y de los que los aspirantes a gobernar del país deben ganarse el favor.
Biden tiene previsto visitar Carolina del Norte y Carolina del Sur este miércoles, incluida una visita aérea a Asheville, en Carolina del Norte, una de las más golpeadas con al menos 57 fallecidos. La vicepresidenta ya estuvo el lunes en la sede de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) y tras recibir un informe de la situación, calificó de «desgarradores» los daños causados por el huracán y dijo que tenía previsto visitar la región tan pronto como pudiera hacerse sin interrumpir las operaciones de emergencia. Esto será este mismo miércoles, cuando «hará una pausa» en su campaña presidencial para viajar a Georgia y, a finales de semana, a Carolina del Norte. Ambos son de los estados más afectados y, casualmente, también se encuentran entre los siete estados bisagra, aquellos que todavía se disputan ambos partidos y que, con un puñado de votos de comunidades clave, pueden brindar la llave electoral a cualquiera de los dos candidatos.
Por su parte, Trump estuvo en Georgia el lunes y, tras agradecer a los líderes locales y trabajadores de emergencias por su trabajo, aprovechó el encuentro con periodistas para difundir acusaciones falsas sobre el presidente Biden. Trump dijo que el gobernador republicano de Georgia, Brian Kempt, había estado intentando comunicarse en vano con Biden, pero que este no le cogió el teléfono porque «estaba durmiendo» (Trump, que tiene un apodo para todos sus rivales, llama al presidente el ‘dormilón Biden‘ en supuesta alusión a que por su avanzada edad se queda habitualmente dormido en actos públicos, algo falso). Sin embargo, Kempt desmintió las acusaciones del expresidente de su partido: «El presidente Biden me llamó ayer por la tarde y me dijo: ‘Oye, ¿qué necesitas?’ … Me ofreció que si hay otras cosas que necesitemos, que le llamemos directamente, lo cual agradezco», dijo Kempt.