Míchel busca la salida al túnel oscuro del Girona


“No, no es mala suerte”, decía, una y otra vez, Míchel cada vez que le preguntaba por el catálogo de desgracias que vivió su Girona en el estreno en la Champions en Montilivi. Un estadio que no se llenó, entre otras razones, porque los compromisos de la UEFA, que mutilaron su capacidad de 14.231 espectadores a 9.471, no ocuparon sus asientos en una lluviosa y gris tarde que terminó como la noche parisina del debut en la elite de Europa.

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