La diatriba sobre el Sáhara Occidental, la invasión estadounidense de Irak o incluso la guerra en el Congo fueron momentos particularmente críticos para los líderes de Naciones Unidas. En menor o mayor medida, su autoridad fue puesta duramente en discusión en cada uno de esos conflictos. Sin embargo, la decisión de Israel de declarar «persona non grata» al secretario general de la ONU, António Guterres es completamente inédita: ningún país había llegado antes tan lejos.
Mediar y pedir que se cumpla la ley en el fragor de las hostilidades ha sido siempre difícil y, en múltiples ocasiones, funcionarios de la ONU han sido hostigados y expulsados por autoridades de los países beligerantes. Estas políticas han sido diacrónicas y han procedido de actores de distintas familias políticas y diferentes contextos geográficos (Venezuela, Congo, Burundi, Sudán, Eritrea, Somalia, solo por mencionar algunos de los episodios más recientes y conocidos) a lo largo de los años, desde la fundación de la institución en 1945.
Funcionarios en la mira
También ha habido casos en los que la ONU no ha estado completamente exenta de culpa, como las expulsiones ocurridas en el marco del genocidio de los tutsis en 1994 en Ruanda, cuando la comunidad internacional fue acusada de inacción. Y existen también casos anacrónicos, como la expulsión de siete funcionarios por parte del Gobierno de Etiopía en 2021, liderado por el primer ministro y Nobel de la Paz, Abiy Ahmed.
Tampoco a Israel le ha temblado la mano a la hora de llevar a cabo medidas de este tipo (expulsar, declarar persona non grata o prohibir la entrada) en el pasado. Desde 2023, por ejemplo, le ha negado el visado para la entrada a diversos representantes de la organización, incluido el subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths.
De igual manera, otros secretarios generales de la ONU tuvieron que enfrentarse a situaciones en las que la extrema confrontación y sus críticas llevaron a que ellos mismos estuvieran directamente en la tela del juicio. Un ejemplo es el del ghanés Kofi Annan (en el puesto de 1997 a 2006), firme opositor de la invasión de EEUU de Irak, lo que le valió una pésima relación y tensiones con el líder estadounidense. O el de Dag Hammarskjöld (de 1953 a 1961), que murió en un accidente de avión en circunstancias opacas mientras mediaba en un conflicto en el Congo y había mantenido desencuentros con diversos países.
Marruecos
Pese a ello, el antecedente más similar a la reciente decisión de Israel sobre Guterres es otro: el que le tocó vivir al sucesor de Kofi Annan, Ban Ki-moon (de 2007 a 2016), que despertó la ira de Marruecos al hablar de la «ocupación» del Sáhara Occidental, lo que generó una terrible crisis entre la ONU y las autoridades del país magrebí.
De hecho, desde entonces, Rabat no solo ha expulsado de su territorio a diversos funcionarios de Minurso (la misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental), sino que de facto también obligó Ban Ki-moon a cancelar un viaje y no entrar en el país. Es decir, lo mismo que ahora mismo no puede hacer Guterres, aunque en este caso la diferencia sea que la decisión israelí ha sido comunicada de forma pública.
