Hace algunos años, en una inmensa y sofisticadísima carpa montada en un rincón del ‘paddock’ del circuito de Motegi, en Japón, tuve una conversación muy clarificadora con Alberto Puig, el creador, junto a Dorna Sports, organizadora del Mundial de motociclismo, de la legendaria y fructífera Movistar Cup, exitoso campeonato de promoción.
En esa ocasión, el excampeón catalán estaba tutelando a un pelotón de niños, casi jóvenes, pero aún niños, de todo Asia, Australia y demás países en la Asian Cup. Estoy hablando de un buen puñado de años y recuerdo que le pregunté si de allí iba a salir algún campeón: “Ninguno, Emilio, ninguno”. Y no salió, no.
Me quedé parado porque se trataba de uno de los grandes y costosos proyectos que Dorna Sports había puesto en marcha para poblar las parrillas de las categorías inferiores del Mundial e, incluso, de MotoGP con pilotos que no fuesen españoles ni italianos. Ya entonces estaban obsesionados con una idea que, ahora, con la llegada de los nuevos dueños del campeonato, la norteamericana Liberty Media, dicen, que se ha acentuado.
Liberty Media, que ha adquirido el Mundial de motociclismo por 4.200 millones de euros, quiere más carreras en EEUU, Canadá y Suramérica e incorporar, a las tres parrillas del campeonato, pilotos de muchas más nacionalidades. Si los encuentra. De calidad, claro.
Liberty Media quiere más carreras en EEUU, Canadá y Suramérica y más pilotos en las parrillas del Mundial de otras nacionalidades, tratando de internacionalizar aún más el show con estrellas de todas las nacionalidades. Puede que por ello estén contentos de que el españolísimo David Alonso sea campeón del mundo de Moto3…bajo la bandera de Colombia.
Cuando profundice para saber por qué de aquella maravillosa y bien organizada Asian Cup no iba a salir un campeón, Puig me dijo: “Mira, estos chicos no tienen instinto asesino, estos chicos, cuando se cae un compañero en la primera curva, se paran para asistirlo cuando nosotros, los latinos, lo que hacemos es celebrar que ya tenemos un rival menos. A estos chicos, además, su religión les impide, o esa es la sensación que tengo, ser malos, pícaros, rebeldes, casi tramposillos. Malos en el sentido de pillos, de ambiciosos, de peleones, de jabatos. No, no, de aquí no sacaremos un campeón”. Y así ocurrió.
Pero ocurrió tanto, tanto, que hemos llegado al 2024 y estamos en el mismo sitio. Nadie, absolutamente nadie, se ha gastado tanto dinero (puede que Liberty Media aumente esa cantidad, pero me extrañaría) como Dorna Sports en intentar descubrir futuros campeones en todos los rincones del mundo.
Hay el FIM CEV Repsol, la Red Bull MotoGP Rookie, la Asian Talent Cup, han llegado a acuerdos con el excampeón norteamericano Wayne Rainey para que, en EEUU, crezca Moto América y colaboran con Garry McCoy y Chris Vermeulen, en Australia, para mejorar la MotoDNA Academy.
Y, nada. Las canteras españolas, como la de Jorge Martínez ‘Aspar’ y otras muchas, el empuje del RACC, la existencia de cuatro circuitos con actividad permanente (Jerez, Cheste, Montmeló y Motorland), o las escuelas italianas como la VR46 Academy de Valentino Rossi o, también, multitud de circuitos (Mugello, Misano, Imola y Monza), hace que los mejores, los campeones, sigan siendo mediterráneos.
Aleix Espargaró criticó, en clara referencia al australiano Jack Miller, que siguiesen corriendo pilotos de escasa competitividad, con motos oficiales, quitando plazas a jóvenes prometedores, simplemente porque era de determinados países, que interesaban al Mundial
Hoy se ha proclamado campeón David Alonso, insisto, más español que la bandera (española), concretamente de Madrid, y su nombre se une a los de Jaume Masià, Izan Guevara, Pedro Acosta, Albert Arenas, Jorge Martin, Joan Mir y Àlex Márquez. En los últimos 10 años, solo el italiano Lorenzo Dalla Porta (2019), el surafricano Brad Binder (2016) y el inglés Danny Kent (2015) han podido mezclarse con los campeones españoles de la pequeña categoría. Un poco menos en Moto2 y un mucho, mucho, en MotoGP, donde los campeones fueron Joan Mir (2020), Marc Márquez (2019, 2018, 2017, 2016 y 2014) y Jorge Lorenzo (2015).
No hace mucho, Aleix Espargaró criticó duramente que el australiano Jack Miller siguiese teniendo una moto ganadora (el año que viene abandonará la KTM oficial para poseer una Yamaha ‘pata negra’) simplemente porque es australiano y el Mundial no quería perder ese mercado, esa audiencia. “Aquí tienen que estar los mejores y no una selección de varios países”.
Es encomiable que Liberty Media aspire a salpicar todas las parrillas e, incluso, el calendario del Mundial, con multitud de circuitos y pilotos de otras nacionalidades, pero no en detrimento de la calidad, la competitividad y el espectáculo.
Claro que siempre se puede recurrir a la frase pronunciada, en una ocasión, por uno de los jefes del Mundial: “¿Cuántos pilotos, peleando por la victoria, caben en la pantalla de TV? ¿Cuatro? Los tengo y buenísimos, así que poco importa cuáles son los demás”.