El estilo de juego de Johan Neeskens, fallecido de forma repentina en Argelia a los 73 años, impactó en los años 70. Su melena rubia al viento, sus tobilleras blancas y su estilo impetuoso se convirtieron en imagen iconográfica de modernidad, en particular a su llegada a España. Pero su fútbol no estaba basado en la estética, sino en una fuerza irreprimible, que barría el centro del campo en cada partido.
Cualquier aficionado de los años 70 recuerda sus acciones a ras de césped, estirando el cuerpo y deslizándose para arrebatar el balón a cualquier rival en el centro del campo. También hizo marca de la casa sus lanzamientos de penalti, contundentes como una piedra, que ejecutaba con potencia y al centro de la portería.
Cinco campañas
Neeskens disputó cinco temporadas defendiendo la camiseta del Barça, al que aterrizó con desde el Ajax, donde había conquistado tres Copas de Europa. Aterrizó para jugar junto a su amigo Johan Cruyff, un complemento aparentemente perfecto. Uno era un líder al que le sobraba la técnica y el otro, Neeskens, un todoterreno para sostener defensivamente al equipo.
Era un futbolista total, que no ganó ninguna liga con el Barça pero sí una Recopa, la mítica de Basilea. Fue también dos veces subcampeón con la naranja mecánica en los Mundiales de 1974 y 1978. Un futbolista que se ganó el corazón de los aficionados barcelonistas.