Ellos no coincidieron en La Masia. Andrés vino antes (1996) que Leo (2000). Luego, sabían uno del otro por lo que decían los demás. Hasta que Rijkaard los reunió en el Camp Nou. Desde entonces, no se despegaron. Iniesta buscaba a Messi. O era, en realidad, al revés.
«Cuando el partido se ponía áspero yo le decía: ‘Acércate, vente, ponte a mi lado, Andrés», reveló el astro argentino, consciente de la necesidad que tenía de conectarse futbolísticamente con el genio de Fuentealbilla. «Ya lo sabes, cuando se ponga áspero, duro o raro, ven’», susurraba Messi a ese centrocampista que dibujó el fútbol con una simpleza mágica que le transformó en la síntesis del juego.
«Uno de los compañeros con más magia»
Por eso, desde Miami, donde el argentino agota los últimos días de su vida profesional, tuvo un emocionado mensaje hacia Iniesta. Escribía Leo desde el corazón. Y no lo hacía por él solo. Hablaba también en nombre del balón. “Uno de los compañeros con más magia y de los que más disfruté jugando juntos”, comenzaba el argentino. “La pelota te va a extrañar y todos nosotros también”, añadió antes de despedirse. “Te deseo lo mejor, sos un fenómeno”.
Y el ‘fénomeno Iniesta’ se va, pero no abandona el fútbol.