Una de las palabras que más han repetido ha sido «ganas». Los cuatro timoneles de los equipos neozelandés y británico que a partir de este sábado se enfrentan en la final de la Copa América de vela tienen, sobre todo, hambre de competición. A pocas horas de que Emirates Team New Zealand e Ineos Britannia, defensor y aspirante al título respectivamente, salgan al agua para medir sus fuerzas, todos muestran respeto por el rival mientras pretenden demostrar a bordo de sus AC75 de lo que son capaces.
Los kiwis quieren revalidar el triunfo: sería la tercera vez consecutiva que logran la Jarra de las Cien Guineas, el mítico trofeo que este viernes presidía el escenario donde los cuatro regatistas han presentado la 37ª edición de la Louis Vuitton America’s Cup. Si lo consiguen, serían el primer equipo de la era contemporánea en lograrlo. Frente a ellos, unos ingleses con larga tradición náutica, ha recordado el patrón sir Ben Ainslie, a quienes se les resiste la Copa, ya que no la han ganado jamás.
Actuación maorí
«No tenemos nada que perder, todo que ganar y lo vamos a dar todo», ha avisado el laureado deportista. Las afirmaciones se producían después de presenciar una vistosa ‘hacka’ en el auditorio. Los kiwis iban acompañados de los maorís Ngati Whatua Orakei que, con lanzas y su atuendo habitual, han querido demostrar su apoyo a sus compatriotas.
Ainslie, haciendo gala de los modales británicos, ha asegurado que no se había sentido «intimidado» por el acompañamiento de los cánticos y bailes del grupo. Y ha añadido que era un honor disfrutar de su compañía. Está por ver si el séquito maorí, que saldrá con su canoa cada día al agua junto a Emirates Team New Zealand, les dará fortuna. Pero el patrón británico se ha sacudido la presión y ha erigido a su contrincante como favorito en la pugna. Vencerá el primer sindicato que llegue a siete victorias y está programado que se hagan dos mangas cada día.
«Me encanta la presión»
El timonel neozelandés Peter Burling, con tres semanas sin competir a sus espaldas, ha explicitado ese deseo de «salir al mar y empezar a competir«. Y ha confesado: «Me encanta la presión, estar donde todo el mundo te mira». Junto a él, Nathan Outteridge asentía y agradecía la buena comunicación que mantienen cuando pilotan el ‘Taihoro’. Ambos han coincidido en que la estrategia de la presalida, sumado a los cambios constantes del mar y el viento, condicionan completamente las regatas.
Pero tampoco han ido mucho más allá. La Copa América de vela ya está en el momento álgido de la competición y nadie da una sola pista sobre lo que va a hacer o lo que sabe del otro. «El desarrollo del barco no acaba nunca», ha zanjado Ainslie, consciente de que ambos introducen cambios de todo tipo cada día, en función de cómo se ven y cómo ven al rival.
Junto a los cuatro, majestuosa y en su baúl de Vuitton hecho a medida, estaba el aguamanil de plata de 1851. En una esquina de la tarima, su vigilante, Norman Newton, no le ha quitado el ojo de encima. Sabe que, en pocos días, unos u otros la levantarán. Tienen ganas.