El Ironman es quizás uno de los objetivos más ambiciosos que puede tener un deportista amateur. Su complejidad, exigencia y espectacularidad no son ninguna broma y dejan a veces mal sabor de boca cuando ocurren desgracias como la de este pasado fin de semana en Barcelona cuando una mujer falleció durante la prueba de la natación. A pesar de lo trágico del suceso, en la mayoría de casos, su práctica resulta para la mayoría de deportistas una experiencia tremendamente gratificante y que marca de por vida.
180km de bici, 3,86 km de nado en mar abierto y 42,2km corriendo no son para menos. Cuando uno decide que ese será su objetivo, inevitablemente se convierte también en su estilo de vida. Los entrenamientos, en muchas ocasiones consumen las horas libres y el entorno del deportista se ve arrastrado hacia ese halo de disciplina y entrega. «Se puede hacer todo, pero muchas veces has de priorizar cosas», cuenta la ‘ironwoman’ gerundense Jacky Camós Wiewel. «Tengo tres hijos y jamás les he descuidado, pero hay que ser organizado para poder hacerlo todo. Este domingo mismo, después de la carrera, volví a Girona y seguí preparando tupers a mis hijos, la vida no para porque tu hagas un triatlón», explica. Este fin de semana, corrió su décimotercer Ironman en Calella y asegura, que siempre se sigue sorprendiendo de sí misma. «He competido en muchas ediciones entre Ironman y otras largas distancias y es la primera vez que consigo bajar mis tiempos. Siempre aprendes algo en estas pruebas porque te exigen mucho de ti mismo», explica.
3.000 inscritos
Como Jackie, 3.000 personas corrieron, nadaron y pedalearon de Calella a Barcelona. Y es que esta edición de Calella se ha consolidado como la prueba más participativa del calendario nacional, y también la competiciónn de la franquicia con más asistentes de Europa en dicha distancia. «Siempre lo había querido hacer, pero al principio me quedaba muy lejos. Cuando tuve a mi segundo hijo, en 2005, empecé a correr y una amiga me animó a probar el triatlón. Yo no tenía bici, ni había nadado nunca, pero poco a poco fui entrenando», recuerda la atleta.
Desde entonces, su vida empezó a sonar distinta. «Lo probé en 2010, en el superesprint del triatlón de la mujer que hubo aquel año en Barcelona. Vi que podía y empecé progresivamente a aumentar la distancia», recuerda. «El gusanillo del ironman cada vez era más fuerte, hasta que por fin me atreví a apuntarme. Aquel primer año mi reto fue acabarlo y lo conseguí en Barcelona 2017», añade. Desde entonces, su rutina diaria ha girado entorno a los entrenamientos.
«Lo primero que miras en tu día a día es cuándo vas a poder entrenar. Yo soy profesora y tengo tres hijos. Siempre que tengo una fiesta de cumpleaños o cualquier cosa con los niños, pienso en al forma de mover el resto de tareas y obligaciones para poder entrenar», asegura. «A la semana tienes que meter unos nueve entrenamientos. En mi caso, por ejemplo, tres de correr, tres de bici y tres de natación, además de fuerza. La mayoría de días doblo y combino entrenamientos», afirma. «Y las tiradas más largas las dejo para el fin de semana», añade.
Entrenamiento y constancia
Pero lejos de considerarlos superhumanos, que prácticamente lo son, se debe poner el énfasis en la constancia. «Ver que todo el trabajo invertido ha dado su fruto es increíble. Claro que hay periodos en los que puedes entrenar menos o salen peor, pero lo importante es ser constante», explica Jacky. «Al principio a tu entorno le cuesta entender por qué dedicas tanto tiempo a entrenar. Mi marido, por ejemplo, era un poco reticente. Pero cuando luego te ven terminar con una sonrisa, entienden que es importante para ti. Ahora vienen muchas veces a animarme a las carreras, pero no se ha enganchado ninguno todavía a correrlos conmigo», asegura.
Jackie vive inmersa en el mundo del Ironman como atleta, pero también como voluntaria y juez de triatlón. «He estado en las últimas 10 ediciones como atleta y siempre días antes estaba como voluntaria. Incluso he hecho de oficial también controlando el triatlón», asegura. «El Ironman me cambió la vida. Yo pesaba 30 kilos más que ahora cuando empecé, pero perdí peso, cambié de habitos y me puse en serio en 2016. Antes no hacía nada de deporte desde los 21 y ahora dedico entre dos y tres horas diarias a entrenar», explica. Ahora, Jacky ha ido un paso más allá y se prepara para ultratriatlón. «Tengo ilusión», zanja.
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