Del balcánico Belgrado a la próspera Suiza: la ‘tolerancia cero’ contra los ultras como utopía


Violencia, racismo, homofobia, sexismo y pirotecnia: todo eso hermana a las corrientes ultras del centro y este europeo. Desde sus exponentes más virulentos, como los Partizanos de Belgrado o las Brigadas del Cárpato húngaras, a sus equivalentes suizos. Todos parecen inmunes al principio de la tolerancia cero proclamada desde el poder político. Especialmente compleja es la situación en los países donde la extrema derecha lidera o forma parte de sus gobiernos. Mientras el ultranacionalista partido Ley y Justicia (PiS) gobernó en Polonia, hubo condescendencia hacia los temibles ‘hooligans’ del Legia Varsovia. Se les consideraba depositarios de un patriotismo acorde con las corrientes identitarias. Pero tras la llegada al poder del europeísta y liberal Donald Tusk, hace un año, no se ha observado una disminución del fenómeno en los estadios. Sus estructuras están demasiado arraigadas y se extienden por todo el país, desde Gdansk, en el norte, a Cracovia o Poznan, en el centro. Jugar a ser un ‘hooligan’ es normal para cualquier niño, reconocía Tusk.

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