Hansi Flick era el entrenador del Bayern de Múnich que endosó el histórico y olvidable 2-8 al Barça en Lisboa. Debió sentir una inmensa satisfacción por semejante goleada, tan representativa y tan valiosa frente a un igual, aunque solo se trataba de una etapa en el camino, todavía abierto. Acabó siendo un resultado distintivo del sextete del Bayern, el segundo de la historia del fútbol después del conseguido por el Barça de Pep Guardiola en el 2009.
Flick se enfrenta ahora al Bayern, el equipo de su vida, en el que vivió sus mejores años de entrenador y también de jugador. El partido más simbólico desde el punto de vista sentimental, pero otra etapa de un camino. Apenas la tercera jornada de una liguilla que consta de ocho, un duelo que no es eliminatorio y se produce en octubre, cuando nunca hay en juego títulos.
Ni rastro en el campo
Nada queda de aquel Barça, borrado del mapa, inexistente, apenas cuatro años transcurridos. La prueba de la erosión que causó aquella catástrofe, el final de una época. Ni Marc André ter Stegen estará bajo los palos, con la pierna derecha inmovilizada, desgastado también el tendón rotuliano.
No quiso hurgar demasiado Flick en aquel episodio ni en la desigual estadística de los duelos entre ambos clubs, como si extremara la delicadeza sobre tan lacerante herida. «El pasado no cuenta, sino el presente, el ahora. Lo que sucedió no influye; sólo podemos influir en lo que pueda pasar mañana estando preparados para dar el máximo nivel posible», argumentó.
«El pasado no cuenta, sino el presente, el ahora. Lo que sucedió no influye; sólo podemos influir en lo que pueda pasar mañana estando preparados para dar el máximo nivel posible»
No podía obviar, sin embargo, su trayectoria en el campeón alemán. «Fue una época muy bonita, tengo un gran recuerdo de aquello, pero vivo un nuevo capítulo en el Barça, donde nos acogieron con pasión y afecto y donde me siento muy bien», aseguró Flick, que encuentra básicamente las diferencias inherentes al cambio de ciudad, de país, de liga, y de colaboradores. Pero no tanto en el juego. El técnico no tiene cortapisas ni servidumbres. El Barça juega a lo que quiere él.
El adn del Bayern
El espíritu futbolístico del club azulgrana no difiere mucho. Flick está en el Barça por defender unas ideas que triunfaron en el Bayern y que cuadran con la filosofía azulgrana. En Múnich también preservan un estilo que pervive por encima de los entrenadores.
«El Bayern tiene una manera de jugar muy dominante, con mucha presión, con coraje, con posesión de balón, y ahora también la tiene. Puede jugar contra cualquier equipo e imponer su estilo. Siempre ha sido así. Es su adn», desarrollaba Flick respecto de la nueva era que ha iniciado Vincent Kompany.
Será la primera vez que su Barça se mide ante un adversario tan similar y la preparación del partido es más exhaustiva. Pese a que le habrán faltado días al técnico, después del duelo con el Sevilla del domingo por la noche y una sesión de recuperación este lunes.
Mucha información
«Hemos dado mucha información a los jugadores, explicándoles qué factores pueden ser decisivos», explicaba al técnico, que renunció a cualquier alusión hacia el Real Madrid, el siguiente adversario. El Bayern exige, seguramente, más atención por los negros precedentes (seis derrotas seguidas, cuatro partidos sin marcarle un gol), pero Flick insiste en que todos los compromisos son igual de importantes.
«Los anteriores partidos nos han ayudado a estar aqui», apuntó, aludiendo a la confianza adquirida por sus hombres victoria a victoria. Diez en 12 encuentros fortalecen el ánimo barcelonista y refuerzan las tesis que ha impuesto el técnico sobre la presión adelantada que ejercen los delanteros y la defensa tan adelantada.