Este viernes, 25 de octubre, se cumplirán diez años de la primera aparición de Peter Lim en la vida del valencianismo. Una década de aquella tarde de otoño eufórica, con una hinchada entregada en una Avenida de Suecia que recibió entre vítores, confeti y alfombra naranja al magnate singapurés, vencedor final de un proceso de venta tremendamente hostil.
La promesa, el atajo rápido, pasaba por devolver a la entidad a la etapa de esplendor del doblete de diez años antes, en 2004. Sin embargo, una década después, justo en el mismo enclave, frente a la fachada del centenario Mestalla, la imagen ofrece el reverso más tenebroso: la afición estallaba de ira y huía en desbandada ante cargas policiales, tras consumarse el mayor descalabro de un equipo grande de Europa. De ser octavo en el ranking UEFA en 2014, a desaparecer de la clasificación. De ser un club tradicional en Champions, a sufrir la mayor sequía sin competiciones continentales desde el descenso del 86. De ser el tercero en la clasificación histórica, a verse desplazado por el Atlético de Simeone y tener al Athletic Club a sólo 9 puntos de rubricar otro sorpasso.
Sin consuelo alguno
Nada detiene la caída del Valencia, colista, hundido, sin consuelo alguno, desgastado en un veneno lento administrado durante diez campañas. Ni siquiera sirven los resortes de emergencia, siempre fiables en otras épocas de crisis. La afición llena con generosidad Mestalla en cada partido, con promedios de asistencia superiores al 90%, a la misma altura que los años felices de las ligas con Rafa Benítez.
Pierde efervescencia la presencia en el banquillo de Rubén Baraja, técnico joven, preparado, conocedor de la casa y con el magnetismo carismático de su etapa como ideólogo en el centro del campo del mejor Valencia de la historia. El Pipo, atado en un proyecto de mínimos, se desgasta ante la imposibilidad de prolongar el milagro de la salvación de la temporada 22-23. Tampoco parece suficiente la apelación al talento de la academia de Paterna, siempre fértil, la última reserva del club. La generación de los Mosquera, Javi Guerra y Diego López acusa el vértigo, desamparados ante la política de Lim, que ha ido desmantelando el primer equipo de contrapesos de veteranía, experiencia y carácter, como Dani Parejo, por considerarlos caros de salario y sin un retorno de mercado.
Delirios de grandeza
El hechizo hace tiempo que se rompió. Lim, el broker que edificó su fortuna con el aceite de palma, compró el Valencia (desangrado por los delirios de grandeza del Nou Mestalla) para poder seguir vinculado al sector del fútbol, después de que la FIFA prohibiese las TPO, la propiedad de los derechos económicos de los jugadores en manos de mercantiles.
Jorge Mendes fue el conector y Amadeo Salvo el prestidigitador que alentó a las masas. Esa fue la puerta de entrada de Lim a Mestalla, ofrendando en pack los fichajes de Rodrigo Moreno y André Gomes, en una operación que en 2018 la FIFA condenaría al considerar que Meriton (la empresa de Lim) vulneró la independencia del Benfica contraviniendo hasta en 13 cláusulas el Estatuto de Transferencia de Jugadores. La multa de 75.000 francos suizos al club lisboeta era irrisoria, pero la sentencia remarcaba “la influencia abusiva” de Lim sobre el Benfica, confiriéndole “una capacidad de determinar su actuación”, y dejaba claro de qué forma podría proceder con la mayoría accionarial del Valencia.
La irrupción de Meriton
En diez años de retroceso, los únicos dos picos de éxito de Lim han llegado en proyectos en los que Meriton coparticipó la gestión deportiva. En la temporada 2014-15, el Valencia fue cuarto igualando su récord de puntuación (77 puntos), en una planificación condicionada por la firma tardía de la venta del club y que permitió a Rufete y Ayala firmar jugadores como Otamendi y Mustafi, de gran rendimiento deportivo y económico.
En el bienio 2017-2019, la independencia en la toma de decisiones de Mateu Alemany y Marcelino se tradujo en dos cuartas posiciones y la conquista de la Copa del Rey de 2019 frente al Barcelona. En ambas ocasiones, la progresión se cortó al irrumpir Meriton de lleno para intervenir en una plantilla revalorizada, con fatales consecuencias.
De los más de mil millones generados entre compras y traspasos, se ha pasado a la desinversión actual, en nombre de una búsqueda de sostenibilidad que ha ido vaciando la masa salarial de la plantilla, mientras descienden al galope los ingresos, sin Europa y con los derechos audiovisuales desplomándose un 28% al penalizar las malas clasificaciones y descontar los intereses del préstamo de CVC. La agitación de una década no ha rebajado apenas la deuda, anclada en 335 millones (134 a corto plazo).
Protestas masivas
La movilización de la hinchada, aglutinada a través de las protestas de la plataforma Libertad VCF, ha sido masiva. Se ha vaciado Mestalla, se han convocado tres manifestaciones multitudinarias y el estadio se tapiza con los carteles amarillos de “Lim go home” en cada minuto 19. Las acciones simbólicas se han llevado a Londres y Times Square, y hasta con acciones desesperadas en Singapur que han desembocado en conflictos diplomáticos, con la retención durante una semana de una pareja de recién casados que colocó una pegatina en la puerta de la casa del magnate.
El músculo social que no soportaron Paco Roig, Pedro Cortés, Juan Soler, ni Manuel Llorente lo aguanta Lim, bunkerizado en un modelo de deslocalización y el 92% de las acciones. Meriton solo encuentra la comprensión pública e incondicional de Javier Tebas, presidente de LaLiga.
Al Valencia se le acaba el tiempo, aunque se vislumbren maniobras que facilitarían la salida de Lim, en un efecto dominó. El acuerdo inminente con los inversores atraídos por Goldman Sachs para dos créditos de 120 y 150 millones permitiría refinanciar la deuda. A la entrega el pasado viernes del proyecto de ejecución del estadio, se le suma la retirada de las demandas contra las administraciones tras la caída de la ATE. El escenario en el club, con la deuda reordenada, las obras del estadio desbloqueadas y con una plantilla con una masa salarial reducida y contratos cortos, allanaría el terreno para una posible venta del club por parte de Peter Lim.