«Un nuevo mundo es posible. Creemos que un nuevo mundo ya ha nacido. Los BRICS es el epicentro del nacimiento y el parto histórico de ese nuevo mundo, con valores y principios profundamente humano». Nicolás Maduro saludó este jueves con entusiasmo la existencia de ese bloque que lideran China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, y que le ha abierto sus puertas a Egipto, Irán, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos. Juntos representan el 37% del PIB global. Invitado por Vladímir Putin a la XVI Cumbre realizada en Kazán, Maduro dijo que Venezuela «aplica los principios de los BRICS con convicción» y espera formar parte de su membresía selecta. Sin embargo, un obstáculo se interpone y es el propio Luiz Inacio Lula da Silva. Brasil no quiere que Caracas se integre por ahora a ese espacio entre otras razones, señaló el diario paulista ‘Folha’, porque profundizaría un perfil «antioccidental» que el Gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y la experta diplomacia del Palacio de Itamaraty prefieren evitar.
Existe, además, otro problema: Brasil no ha reconocido hasta el momento la victoria electoral de Maduro, el pasado 28 de julio. El propio Lula se involucró sin suerte junto con su colega colombiano, Gustavo Petro, para encontrar una solución al conflicto en el país vecino donde la oposición también se adjudicó el triunfo en las urnas. El Consejo Nacional Electoral (CNE) nunca presentó las actas que acreditan que el candidato del Partido Socialista Unido (PSUV) se impuso a Edmundo González Urrutia. Ese retaceo se ha convertido en la piedra en el zapato de las relaciones entre Lula y Maduro y esa dificultad se hizo sentir en Kazán.
«Socio fiable»
Maduro fue recibido por Putin, quien definió a Venezuela como «uno de los viejos y fiables socios de Rusia en América Latina y en el mundo en general». El «presidente obrero» aseguró que su Gobierno «practica» los principios del BRICS «porque está en el camino del equilibrio del mundo, para construir un mundo multipolar«. Y nombró las «nuevas superpotencias emergentes como China, como Rusia, como la India». Como era de esperar, se olvidó de Brasil. «Los BRICS pueden contar con la República Bolivariana de Venezuela y con toda la fuerza revolucionaria de nuestro proyecto histórico», señaló.
Más allá de las mieles de su discurso y la invitación personal de Putin para asistir a la cumbre, Caracas ha quedado a fuera de la lista de 13 países que serán invitados a ser socios de ese bloque. Brasil ha ganado la partida, pero parece encontrarse en minoría. El líder chino, Xi Jinping, dijo durante la reunión que el BRICS necesita más miembros del llamado Sur Global. «En los meses previos a la cumbre rusa, se adoptó la fórmula de invitar a los países a convertirse en socios del BRICS, sin los deberes y derechos de los miembros de pleno derecho. La idea era mantener cierta cohesión en las líneas del grupo y evitar la cacofonía ya vista en un club con naciones tan dispares», señaló al respecto el diario paulista. Lula no viajó a Kazán. Lo hizo el ministro de Exteriores, quien señaló que cualquier añadido de un nuevo miembro en el BRICS debe ser fruto del acuerdo de todos sus actuales integrantes.
El eje Caracas-Moscú
Maduro confía en que los vínculos con Moscú sean decisivos en un futuro y permitan la presencia venezolana en el bloque. «Las relaciones de asociación estratégica entre nuestros países continúan fortaleciéndose. Crecen los volúmenes de comercio bilateral, tenemos múltiples proyectos en las ramas de la energía, la industria farmacéutica, el transporte, la conquista del espacio, las nuevas tecnologías», dijo Putin, y esas palabras sonaron como música celestial en los oídos de Maduro. «Estamos preparados para seguir recibiendo inversión rusa, seguir fortaleciendo nuestro comercio, para seguir fortaleciendo la alianza entre sectores empresariales en todos los campos», aseguró el venezolano. «Nosotros hemos pasado el desierto, como usted sabe, creo que hemos pasado varios desiertos… y estamos ahora de pie, enteros y victoriosos, el pueblo de Venezuela está victorioso», sostuvo también con la certeza de que la crisis surgida después de los comicios del 28 de julio se ha saldado en favor del Palacio de Miraflores pese a las protestas de Estados Unidos, la UE y gran parte de América Latina. Maduro siente que en el BRICS no es objeto de ningún tipo de reproches políticos, más allá del silencio y el disgusto brasileño.