Georgia decide en las urnas este sábado si su futuro mira a Bruselas o a Moscú. El actual partido del Gobierno, Sueño Georgiano, ha hecho y deshecho a placer en los últimos cuatro años apoyado en su mayoría parlamentaria en el hemiciclo, a pesar de haber despertado protestas por algunas leyes aprobadas durante este tiempo, como la de Transparencia (apodada la de “agentes extranjeros” por su parecido con su equivalente ruso) y la de la “propaganda LGTBI”, también similar a la que existe en Rusia. El camino ruso del Gobierno no es del agrado de la presidenta, Salomé Zurashvili, ni de buena parte de la población, que teme que este rumbo les aleje de ser parte de la Unión Europea.
Es por ello que estos comicios parlamentarios serán vitales para Sueño Georgiano, que tendrá una auténtica prueba de fuego sobre su futuro en ellos. Si los georgianos les apoyan como lo hicieron en 2020 -llevan desde 2012 en el poder-, se verán legitimados para seguir en la misma línea que han llevado hasta ahora al mando. Si la composición del Parlamento cambia, entenderían que el camino que han llevado en los últimos años, especialmente desde 2022, cuando empezó la guerra entre Rusia y Ucrania, no gusta a sus ciudadanos. Debido a que Georgia sabe lo que es luchar contra Moscú en su propio territorio -lo hizo en 2008 y no recibió apoyo de otros países- los georgianos se volcaron en el apoyo a Kiev. Este choque se ha plasmado en repetidas ocasiones en las calles y en los rifirrafes políticos entre la presidenta y el gobierno y primer ministro.
Los comicios llegan en medio de graves tensiones políticas por las condiciones de vida, que han empeorado significativamente en los últimos años
Situación tensa
La situación es algo tensa, incluso con algunos episodios violentos, esporádicos pero simbólicos. Uno de ellos fue incluso en el mismo Parlamento, cuando en mayo se discutía la aprobación de la ley de transparencia. En aquel entonces el diputado Mamuka Mdinardze, del partido oficialista, recibió un puñetazo de Aleko Elisashvili, de la oposición. En Zugdidi, el oeste de Georgia, hubo una pelea a golpes en septiembre entre partidarios de Movimiento Nacional Unido y el partido del gobierno.
María, una habitante de la capital, habla sobre la difícil situación en la que se encuentra su país. “Actualmente, tenemos a un Gobierno totalmente prorruso, con gente que no es ni educada ni inteligente en posiciones importantes, con enchufismo al alza, y además han creado un sistema de burocracia donde si no conoces a alguien no consigues nada”, opina sobre el partido del Gobierno, Sueño Georgiano. En política exterior es donde cree que flojea más, porque las decisiones impopulares respecto a Rusia las toma para evitar la guerra. “El partido del Gobierno nos dice que si queremos paz y no guerra, deberíamos elegir Sueño Georgiano, pero ¿para qué el enemigo necesita guerra si ya lo consigue todo sin ella?”. El partido del Gobierno se ha tildado a sí mismo como el partido de la paz durante la campaña e incluso usó imágenes tomadas de Ucrania para sus spots electorales.
El resto de formaciones con opciones a ganar no le generan confianza tampoco, debido a su pasado al mando del país o su relación con otros políticos del país. “No quiero un regreso al sangriento régimen del Movimiento Nacional Unido» (formación del exprimer ministro Mijaíl Saakashvili), asegura. El hecho de que las otras opciones cuenten en sus filas con expolíticos de MNM y de SG hace que como María muchos georgianos sientan que están eligiendo entre el Gobierno anterior y el actual. La mayoría de los sondeos previos dan como favorito a Sueño Georgiano, como es el caso del de la empresa Gorbi, que les da un 59,5% de intención de voto o el de Edison Research, que le da un 34%.
Territorios rebeldes
Como ocurre en otro país exsoviético, Moldavia, Tiflis tiene partes de su territorio que escapan de su control. Ejemplos paradigmáticos de lo que se suele llamar “estado no reconocido”, Osetia del Sur y Abjasia funcionan como países – gracias al apoyo de Rusia – aunque la comunidad internacional les reconoce como parte del territorio integral georgiano. Señala a EL PERIÓDICO el analista de riesgo senior Alex Melikishvili, experto en el Cáucaso Sur y Asia Central, que es poco probable que la proximidad con Rusia le ayude a controlar de nuevo estos territorios. “Acercarse a Rusia no significa que Georgia pueda recuperar el control de estas regiones rebeldes” apunta.
Recuerda que el ministro de Exteriores ruso se ofreció a ayudar a Georgia “a normalizar las relaciones con estos estados no reconocidos, a los que se refirió como ‘estados vecinos’”. Debido al apoyo tanto económico como militar, únicamente si Rusia “renuncia a su poder sobre ellas (las regiones rebeldes) será posible hablar de la reintegración de Georgia” apunta. Recuperar el control de estos territorios es uno de los temas recurrentes en la política georgiana. Irakli, un ciudadano de Georgia, asegura que le preocupa el poder acceder libremente a esta parte del país. “Crecí y viví en Abjasia, y ahora llevo muchos años sin poder visitar la tumba de mi padre, que está enterrado allí” asegura. Los ciudadanos georgianos, excepto excepciones contadas, no pueden visitar libremente el territorio abjasio a diferencia de la mayor parte de ciudadanos del mundo debido a las restricciones que aplica el gobierno de facto de la región.