Donald Trump sabe que no ganará en las elecciones presidenciales en la demócrata Nueva York, su ciudad natal, pero este domingo ha hecho una impresionante demostración de fuerza en su corazón con un mitin multitudinario en el Madison Square Garden, un emblemático escenario con capacidad para 20.000 personas donde no cabía un alfiler y a cuyas puertas quedaban cientos de personas más siguiendo el acto por pantallas gigantes.
La gran fiesta del expresidente y candidato republicano, que hace unos meses ya mostró su tirón en este feudo demócrata con un mitin en el Bronx, ha quedado empañada por los comentarios racistas e insultos que han pronunciado varios de los oradores que le han precedido. Y especialmente dañino para él ha sido un “chiste” del humorista Tony Hinchcliffe llamando a Puerto Rico “isla flotante de basura”, solo uno de varios comentarios insultantes, soeces y racistas que también ha dedicado a latinos y a negros, dos de los grupos de población entre los que Trump busca profundizar los avances que ya ha conseguido.
La campaña se distancia
“El chiste no representa el punto de vista del presidente Trump ni de la campaña”, ha dicho Danielle Alvarez, una de las asesoras del candidato, tratando de distanciar a Trump de Hinchcliffe. Y ese comunicado, así como las críticas que han hecho congresistas republicanos en estados como Florida, representa la conciencia del daño que en el equipo del republicano sabe que puede hacer la “broma” en un sector importante del electorado, trascendental en estados clave.
Este mismo domingo la candidata demócrata, Kamala Harris, presentaba un plan para Puerto Rico en un restaurante de Filadelfia, en el estado bisagra de Pensilvania, donde está la tercera mayor comunidad boricua del país. La vicepresidenta recibía también el apoyo de Bad Bunny, equivalente a obtenerlo de Taylor Swift o Beyoncé con la comunidad portorriqueña. Y la campaña de la demócrata no tardaba en extender en redes sociales lo sucedido en el mitin en el Madison Square Garden.
Los latinos, además, no han sido los únicos señalados por oradores en el acto en el Garden, donde se han proferido también insultos contra Harris, incluyendo de Tucker Carlson, el antiguo presentador estrella de Fox News, que ha dicho que es «una fiscal de bajo cociente intelectual de Samoa y Malasia» (los padres de la vicepresidenta eran de Jamaica e India) . Otro de quienes ha participado, un amigo personal de Trump, la ha llamado “el anticristo”.
Ecos de un mitin nazi
Para Trump, en cualquier caso, la aparición en el corazón de Manhattan era una fiesta y una demostración de poderío y de desafío. Cuando las acusaciones de “fascista” en su contra se han intensificado en los últimos días, organizaba la cita en el mismo lugar donde en 1939 otras 20.000 personas se congregaron para apoyar el nazismo. Y este domingo eran aliados de Trump como su extremista asesor de inmigración, Stephen Miller, quien lanzaba proclamas como “EEUU es para los estadounidenses y solo para los estadounidenses”, la misma frase que Hitler usó hablando de Alemania y los alemanes. Mientras, en una de las paredes exteriores laterales del Garden, los demócratas realizaban una proyección que recordaba: “Trump alabó a Hitler”.
Dentro, todo era éxtasis del movimiento MAGA (Hacer EEUU grande de nuevo). Y por el escenario desfilaban más aliados de Trump como el exalcalde neoyorquino Rudy Giuliani; el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson o su antiguo rival de primarias Vivek Ramaswamy, uno de los más enérgicos y de los más ovacionados, como también ha sucedido con los exdemócratas Tutsi Gabbard y Robert F. Kennedy Jr.
La traca final ha llegado con la aparición de Hulk Hogan, de los hijos de Trump Eric y Donald Jr, con Elon Musk y, sobre todo, con una sorpresa que no estaba en la agenda anunciada: Melania Trump, que ha hecho su primer discurso en esta campaña (en la convención republicana en Milwaukee estuvo pero no habló).
Tras ella ha intervenido Trump, que ha dado su discurso habitual en los mítines, esta vez durante una hora y 20 minutos.
Una escena nada habitual en Nueva York
Todo ha desatado entusiasmo entre el entregado público, que desde primeras horas de la mañana ya había convertido las calles cercanas al Garden en un torrente de camisetas de Trump, banderas y gorras rojas del movimiento MAGA, una escena nada habitual en el centro de Manhattan.
Una de esas gorras es la que lucía Marian, una residente de Queens, originaria de República Dominicana, que lleva 40 años en EEUU y que tras votar demócrata en el pasado se convirtió al trumpismo en 2016. “Amo a Trump”, decía esta mujer de 60 años poco antes de entrar al Garden. “Fue un presidente efectivo y con él había trabajo y seguridad. Cuando llegó Joe Biden se dañó todo”, continuaba. “Lo peor es la frontera. Y ahora dan a los inmigrantes ilegales dinero y vivienda mientras destrozan a la clase media”.
Las gorras y las camisetas las llevaban también dos amigos que comparten nombre, Josh, que tienen 24 y 22 años y van a votar por primera vez en unas elecciones presidenciales. Son bailarines originarios de Dallas (Texas) pero pasan tiempo en Nueva York y decían que habitualmente, y más en círculos artísticos, no es fácil hablar de sus ideas políticas y de su apoyo al republicano. Por eso este domingo, rodeados de miles de personas con su misma elección, se sentían y decían cómodos y exultantes y uno aseguraba: “Es como salir del armario”.