Donald Trump aspira a ser el primer presidente convicto en la historia de Estados Unidos. El candidato republicano ha sido declarado culpable de 34 delitos por sobornar a una estrella porno e influir en el resultado de las elecciones que ganó en 2016 y tiene pendientes otros casos penales por tratar de anular su derrota en las urnas en 2020 y por apropiarse de documentos clasificados. Mantiene la falsa conspiración de fraude electoral y se ha negado a decir si aceptará, en caso de perder, los resultados de los comicios del próximo 5 de noviembre. Aun así, su remontada en las encuestas le hace acariciar la victoria.
Estos son los cinco puntos clave que definen su programa electoral.
Ningún tema preocupa más a los estadounidenses que la economía, según una reciente encuesta del Pew Research Center. Trump defiende el legado de su primer mandato y asegura que su plan será el mejor para el crecimiento del país. Su programa para reducir la inflación pasa por desregular la extracción de petróleo y gas, lo que reduciría el precio de la energía, y por otorgar nuevos poderes al presidente para que pueda influir en los tipos de interés que establece la Reserva Federal. Sin embargo, varios economistas han advertido que su plan arancelario —que apuesta por tarifas del 10% al 20% en casi todas las importaciones y del 60% o más en las procedentes de China— podría aumentar el coste de la vida.
En 2017, Trump aprobó un recorte de los impuestos que permitió que, por primera vez en la historia, las élites más ricas del país tributasen menos que los más pobres. Ahora, el expresidente propone ampliar esas reducciones, beneficiando aún más a un 5% de los estadounidenses, los más pudientes. También propone reducir el impuesto de sociedades al 15% y eliminar el gravamen a las propinas y a las prestaciones de la Seguridad Social.
La sanidad es el segundo tema que más preocupa a los estadounidenses y Trump no tiene ningún plan concreto. Como ya prometió durante su primer mandato, en septiembre insistió en que derogaría Obamacare, la ley que subvenciona parcialmente el pago del seguro de salud de quienes menos tienen, aunque no ha concretado cómo. «Si se nos ocurre algo, estamos trabajando en cosas, vamos a hacerlo y vamos a reemplazarlo», dijo en el debate presidencial. Sin embargo, después ha tratado de reescribir la historia asegurando que la salvó. «Es más exacto decir que simplemente fracasó en sus esfuerzos por acabar con la ley», remarca The New York Times. En la plataforma oficial del Partido Republicano no se menciona la voluntad de derogarla.
Su estrategia sobre el aborto no es mucho más clara. Trump se ha jactado de haber nombrado a tres jueces del Tribunal Supremo cuyos votos fueron cruciales para suprimir, en 2022, el derecho a la interrupción del embarazo en EEUU. El magnate ha prometido que no firmaría una prohibición nacional del aborto, pero ha defendido que lo puedan hacer los estados. El polémico Proyecto 2025 sugiere que Trump debería usar una ley del siglo XIX para vetar el envío por correo de píldoras abortivas.
Durante su primer mandato, la política exterior de Trump estuvo guiada principalmente por el interés económico y por impulsos aislacionistas con los que cuestionó pilares históricos de la diplomacia estadounidense como la OTAN. En los últimos meses, el expresidente no ha descartado retirarse de la Alianza Atlántica, ha halagado a Vladímir Putin, ha dicho que «animaría» a Rusia a invadir a sus socios atlantistas si no pagan más y ha prometido «reevaluar» la financiación y envío de armas para la defensa de Ucrania. Sostiene que acabará con la guerra en Europa en su primer día de mandato, pero no a qué precio.
Con Trump como presidente, EEUU reconoció Jerusalén como capital de Israel y jugó un rol crucial en la normalización de las relaciones entre el Estado judío y sus vecinos árabes. Ahora, se ha presentado como «el defensor» de Israel, a pesar de sus comentarios antisemitas. En ocasiones ha criticado la estrategia del Gobierno de Binyamín Netanyahu y ha asegurado que, con él en la Casa Blanca, la guerra no se habría producido. Su campaña ha sido regada con 100 millones de dólares de la empresaria proisraelí Miriam Adelson, su principal donante, cuya influencia podría ser crucial para un segundo mandato trumpista.
La inmigración es el tema favorito de Trump. Durante su primer mandato acusó a los migrantes de ser «criminales, traficantes de drogas o violadores», prohibió la llegada de turistas o refugiados de países musulmanes, separó a los menores de sus padres en las fronteras y fracasó al construir un nuevo muro y obligar a México a pagarlo.
Su intención es que su segundo mandato vaya mucho más allá. Así, el republicano ha prometido ejecutar la mayor deportación interna de la historia de EEUU, rescindiendo la protección de los niños, revocar el estatus legal de cientos de miles de inmigrantes, negar la ciudadanía a los hijos de residentes indocumentados e incluso imponer un «control ideológico» a quienes quieran entrar en el país. Varios expertos han denunciado que esas propuestas podrían no prosperar en los tribunales y que la expulsión de personas podría acelerar la inflación.
El discurso de Trump ha vuelto a estar marcado por la xenofobia. Durante la campaña, el candidato a la presidencia ha repetido la idea de que el país está bajo una «invasión» extranjera, ha amplificado bulos como el que acusa a migrantes haitianos de comerse a los perros de sus vecinos e incluso ha parafraseado a Adolf Hitler al asegurar que los migrantes ilegales están «envenenando la sangre de nuestro país».
Trump ha relacionado la inmigración con el crimen. En ese sentido, su propuesta principal pasa por ampliar los poderes de la policía y concederles inmunidad judicial, sugiriendo incluso que podrían erradicar la delincuencia con «un día realmente duro/violento» y abogando por la pena de muerte para los narcotraficantes. Irónicamente, el expresidente ha prometido indultar a los condenados por participar en el asalto al Capitolio, una insurrección que él mismo alentó.
El cambio climático tan solo preocupa a un 11% de los electores republicanos. Esa falta de interés se traduce en las propuestas de Trump, que pasan por revertir las normativas medioambientales de la Administración Biden y acelerar la desregulación para acelerar la extracción de petróleo y gas. Para Trump, la crisis climática es un «engaño caro».