Los líderes de los principales partidos del Reino Unido están muy pendientes del resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y del posible impacto que tendrá en la «relación especial» que han mantenido históricamente los dos países. El primer ministro, el laborista Keir Starmer, ha tratado de mostrar una imagen diplomática a pesar de las recientes polémicas, mientras que los dos candidatos a liderar el Partido Conservador han suavizado su discurso en los últimos meses, conscientes de que, incluso en su propia formación, existe un apoyo mayoritario hacia la candidata demócrata, Kamala Harris, frente a su rival, el republicano Donald Trump.
Starmer ha insistido en que una eventual victoria de Trump en las elecciones en Estados Unidos no afectará a las relaciones bilaterales entre los dos países. Un mensaje que, sin embargo, no ha calado entre una parte de los británicos, especialmente después de la denuncia que la campaña del expresidente estadounidense presentó ante la Comisión Electoral por las supuestas «injerencias» del Partido Laborista británico en la campaña. Trump acusó a los laboristas de reclutar hasta un centenar de voluntarios en el Reino Unido para hacer campaña a favor de Harris en estados clave de Estados Unidos. Algo que calificó de ilegal, a pesar de que la participación de voluntarios extranjeros está permitida, siempre y cuando no reciban ninguna compensación a cambio.
Starmer ha tratado de quitar hierro a la polémica y ha recalcado que los voluntarios del Partido Laborista desplazados a Estados Unidos han viajado en su tiempo libre. «Esto tiene que verse como lo que es. Ha pasado en cada elección, cada partido político lo hace«, aseguró el primer ministro la semana pasada. Muestra de la voluntad de diálogo del ‘premier’ británico fue la cena que mantuvo con Trump en Nueva York a finales de septiembre, aprovechando su asistencia a la Asamblea General de la ONU. «Tuvimos una discusión buena y constructiva«, aseguró Starmer, quien insistió en su voluntad de trabajar con «quienquiera que el pueblo estadounidense elija como presidente». Falta por ver si habrá la misma voluntad de diálogo en el otro lado, en caso de una victoria de Trump.
Prudencia de los ‘tories’
En el Partido Conservador, por su parte, también han apostado por la prudencia en las últimas semanas. Los dos candidatos a suceder a Rishi Sunak al frente de la formación, el exsecretario de Estado de Inmigración Robert Jenrick y la exministra de Comercio Kemi Badenoch, han evitado apoyar públicamente a ninguno de los dos candidatos, a pesar de que ambos han mostrado simpatía por Trump. «El Partido Conservador tiene fuertes vínculos históricos con el Partido Republicano, por lo que es natural que nos inclinemos por los candidatos republicanos«, aseguró Jenrick a finales de septiembre, sin mencionar directamente a Trump, a pesar de que meses antes sí había defendido el voto para el magnate estadounidense.
Badenoch ha sido más cautelosa que su rival. «Creo que si quieres ser un líder mundial o dirigir tu país en algún momento, tienes que ser muy diplomático. Quiero darme el espacio para poder trabajar con quien gane», afirmó en una reciente entrevista al diario ‘The Independent’. A pesar de la prudencia, la candidata conservadora dedicó buenas palabras a la campaña de Trump y defendió su aparición en un McDonald’s, restaurante en el que la propia exministra de Comercio trabajó en su etapa de estudiante. «Está demostrando que entiende que no todo el mundo trabaja en una empresa de altos vuelos o en un empleo de traje y corbata. Y es señal de que entiendes sus vidas«.
Apoyo mayoritario a Harris
Los candidatos a liderar el Partido Conservador han evitado apoyar explícitamente a ninguno de los dos contendientes en las elecciones del próximo martes, conscientes de que eso podría limitar sus opciones en su propia lucha interna, que se decidirá este sábado. Según una reciente encuesta del centro de estudios de opinión YouGov, un 57% de los votantes del Partido Conservador se muestran a favor de una victoria de Harris, frente a un 25% que apoyan a Trump. Una diferencia que se acentúa todavía más en el caso del conjunto de los británicos, con un 64% a favor de la actual vicepresidenta y tan solo un 18% de partidarios del expresidente.
Uno de los pocos políticos que no ha mostrado reparos a la hora de mostrar abiertamente su apoyo a Trump ha sido el líder del partido de derecha populista Reform UK, Nigel Farage. El diputado británico ha cargado con fuerza contra el Gobierno laborista tras la polémica sobre el envío de voluntarios a Estados Unidos –a pesar de que él mismo ha participado en actos de campaña a favor de Trump– y se ha ofrecido como un posible mediador entre la Casa Blanca y Downing Street en caso de una victoria del candidato republicano.