El Gobierno del Reino Unido ha anunciado este miércoles subidas de impuestos de cerca de 40.000 millones de libras (cerca de 48.000 millones de euros) para mejorar el estado de las finanzas sin aplicar recortes en los servicios públicos. Unas subidas que la ministra de Economía, Rachel Reeves, ha achacado a la mala gestión de los anteriores gobiernos conservadores y que tienen como principal objetivo a las empresas y a los más ricos. Reeves ha cumplido con la promesa del Partido Laborista de no subir impuestos como el IVA o las contribuciones de los trabajadores a la Seguridad Social, pero algunas de las medidas incluidas en los Presupuestos también afectarán indirectamente a las familias con ingresos medios y bajos.
La decisión más polémica ha sido la subida de un 1,2% de las contribuciones a la Seguridad Social de las empresas, que deberán pagar un 15% por los sueldos de sus trabajadores superiores a las 5.000 libras anuales (6.000 euros). «Sé que esta decisión es difícil y no la tomo a la ligera. Estamos pidiendo a las compañías que contribuyan más y sé que el impacto de esta medida se sentirá más allá de las empresas. Pero esta es la decisión correcta, teniendo en cuenta las circunstancias que he heredado», ha asegurado Reeves en la presentación de las cuentas en la Cámara de los Comunes. Tanto la oposición como representantes del sector empresarial han asegurado que este aumento reducirá el número de contrataciones y repercutirá, en última instancia, en el sueldo de los trabajadores.
Impuestos a los ricos
El Gobierno laborista también ha puesto en su punto de mira a los más ricos con la subida del impuesto de bienes capitales, que grava los beneficios por la venta de activos financieros, y que pasará del 10% al 18% en su cuota más baja y del 20% al 24% en la cuota más alta. Reeves ha anunciado, además, el fin del llamado ‘non-dom status’, que permitía a los extranjeros residentes en el Reino Unido no pagar impuestos por sus ingresos obtenidos fuera del país, así como una subida de hasta el 50% de los gravámenes a los vuelos privados y el aumento del impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las empresas petroleras y gasísticas, que pasará del 35% actual al 38%.
Al contrario de lo previsto inicialmente, el Ejecutivo ha decidido no congelar los tramos del impuesto de la renta más allá de 2028 y los actualizará en base a la inflación a partir de ese año, algo que compensará las subidas de los salarios. Tampoco habrá aumento de los impuestos a los carburantes, una medida que según la ministra, pretende no añadir una carga sobre las clases trabajadoras en unas «circunstancias difíciles», con un «coste de la vida elevado» y con la «incertidumbre mundial» como telón de fondo. Reeves ha anunciado además una subida del salario mínimo del 6,7% para los mayores de 21 años (hasta los 14,60 euros por hora) y del 16,3% para los jóvenes de entre 18 y 20 años (12 euros por hora).
Rechazo a la austeridad
La ministra ha cargado con dureza contra el Partido Conservador, al que ha acusado de dejar un agujero en las cuentas públicas de 22.000 millones de libras (unos 26.000 millones de euros). «No hay atajos. Para conseguir inversiones debemos restablecer la estabilidad económica y pasar página de los últimos 14 años [de gobiernos conservadores]», ha asegurado. «Su austeridad quebró el Servicio Nacional de Salud (NHS), su acuerdo del Brexit perjudicó a las empresas británicas y su mini presupuesto [presentado por la exprimera ministra Liz Truss] dejó a las familias pagando las consecuencias con hipotecas más altas», ha añadido Reeves, quien ha insistido en que la única forma de lograr el crecimiento económico es a través de inversiones.
El Gobierno laborista ha dejado claro que su prioridad es evitar a toda costa el recorte de gasto en servicios públicos como la sanidad y la educación. Reeves ha anunciado un nuevo impuesto a las escuelas privadas, que servirá para contratar más profesores en la escuela pública y para reparar colegios en un avanzado estado de degradación. En cuanto a la sanidad pública, la ministra ha prometido una inversión de 26.000 millones de euros adicionales en el presupuesto diario del NHS, con el objetivo de reducir las listas de espera a un periodo máximo de 18 semanas. «En las elecciones prometimos que no habría vuelta a la austeridad. Hoy cumplimos esa promesa», ha asegurado.
El primer ministro, Keir Starmer, confía en que el gasto en servicios públicos y la captación de inversiones en sectores como la energía, los transportes y la vivienda ayuden a lograr estabilidad y a acelerar el crecimiento económico antes de que termine la legislatura. Algo que necesita como agua de mayo para remontar en unos índices de popularidad que han caído en picado desde su victoria en las elecciones generales del pasado julio.