La relación de Venezuela con los Gobiernos progresistas de Colombia y Brasil parece entrar en una zona de deterioro insospechada antes de las elecciones del 28 de julio. El ministro de Exteriores de Gustavo Petro, Luis Gilberto Murillo, reiteró que Bogotá no reconocerá la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de otorgarle a Nicolás Maduro la victoria en las urnas si no son presentadas las actas antes del 10 de enero de 2025. Ese día, el presidente debe iniciar su tercer período consecutivo.
«La postura del Gobierno Nacional sigue siendo clara», dijo Murillo sobre la reclamación que Colombia comparte con Brasil y otros países. Si no hay novedades antes de la toma de posesión, «como ya lo ha expresado el señor presidente, Colombia no otorgará reconocimiento a los resultados». Tanto Petro como Luiz Inacio Lula da Silva han intentado sin suerte mediar en una salida negociada con la oposición venezolana, que reclama su triunfo en los comicios, para evitar un agravamiento del conflicto interno. Ambas administraciones se alinearon a su vez con los cuestionamientos del Centro Carter y el comité de expertos de la ONU al papel que ha desempeñado el CNE y la falta de transparencia en la contienda.
Las conversaciones informales con el Palacio de Miraflores se enfriaron de manera notoria. Una muestra del distanciamiento tuvo lugar la semana pasada en la cumbre del BRICS+ en Kazán, donde Brasil vetó la entrada de Venezuela a ese bloque cuyo liderazgo comparte con China, Rusia, India y Sudáfrica.
La cancillería llamó a consultas a su embajador en Brasilia después de que el propio Maduro vinculara a su experto servicio diplomático de estar vinculado al Departamento de Estado de EEUU.
Envida, según Caracas
«Los BRICS son un bloque antihegemónico, es un bloque a favor del multilateralismo y Brasil no pudo sostener racionalmente ese veto. Es irracional, es de odio. Ese veto niega la esencia de los BRICS y por eso pensamos, ojalá que no, que Itamaraty no se convierta en el caballo de Troya de los BRICS», dijo este mismo miércoles la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. La también ministra de Petróleo aseguró que la oposición de la diplomacia brasileña «solo demuestra una profunda envidia sobre Venezuela, porque creen que podemos ser la competencia».
A su vez, el ministerio de Exteriores cargó con virulencia contra Celso Amorim, un excanciller de Lula que en la actualidad se desempeña como su asesor en asuntos internacionales, y a quien acusó de comportarse como «un mensajero del imperialismo norteamericano». Amorim, quien fue enviado por el presidente a Caracas para observar los comicios e inclusive se reunió en privado con Maduro, no trajo de regreso una buena opinión de lo que había ocurrido en el vecino país. Sus palabras públicas, sostuvo la cancillería venezolana, se convirtieron en una «agresión constante, que mina las relaciones políticas y diplomáticas» bilaterales.
Amorim había reconocido días atrás la existencia de un «malestar» en el vínculo entre dos países que tuvieron mayor sintonía política. Expresó a su vez su esperanza en que los obstáculos puedan superarse. La condición para avanzar, remarcó ante la comisión parlamentaria que sigue la política exterior, es que «se normalicen las cosas» en Venezuela y «se respeten los derechos humanos, las elecciones se celebren con normalidad» y, además, «aparezcan las actas».
La ira del madurismo hacia Brasil proviene no solo de Exteriores. El fiscal general, Tarek William Saab, aseguró que Lula ha sido «captado» por la CIA. Por su parte, el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez, sostuvo que Amorin aterrizó en Caracas como enviado de Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, «para dañar el normal desarrollo de las elecciones presidenciales en Venezuela». Rodríguez, quien ha promovido la ruptura de relaciones con España, quiere declarar a Amorim persona no grata.
Un favor a Lula
Según Bruno Boghossian, columnista del diario paulista ‘Folha’, Maduro «actualizó su lista de enemigos del régimen, lacayos de la Casa Blanca y operadores de una conspiración contra Venezuela» al incluir nada menos que a Amorim. «El dictador todavía parece creer que la presión hará que Lula se despierte un buen día para darse cuenta de que está rodeado de yanquis encubiertos. De momento, ocurre todo lo contrario. El episodio alinea las posiciones de Amorim (que ha hablado de ruptura de confianza en la relación con Maduro), Itamaraty (que siempre ha defendido una postura menos concesiva) y el presidente (que aceptó la medida de vetar a Venezuela en los BRICS). El ataque conspirativo del régimen es un regalo adicional para Lula». La oposición siempre ha visto las tentativas mediadoras como un acto de complicidad hacia el Palacio de Miraflores. Para Boghossian, la diplomacia ve ahora «una oportunidad para que Lula demuestre sus credenciales democráticas y reduzca la humillación impuesta por el dictador».
Por lo pronto, la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, salió en defensa de Amorim. «Lamento esta posición del Gobierno venezolano. Celso Amorim no es un agente del imperialismo, es un compañero del PT», dijo. El principal partido de izquierdas de la región había «saludado» la victoria de Maduro el 28 de julio, pero después volvió sobre sus pasos. «El PT defiende la superación de las diferencias entre gobiernos mediante el diálogo y el entendimiento, y esperamos que esto pueda lograrse pronto entre los dos gobiernos», dijo Gleisi Hoffmann.