El partido fue maravilloso para el espectador neutral. Una tortura, tal vez, para los entrenadores porque no vieron lo que ellos pretendían. Y, al final, resultó un triunfo de alivio para el Girona, que resopló feliz porque necesitó hasta marcar cuatro goles para tumbar al resistente Leganés, que firmó tres soberbios disparos desde fuera del área para llevar el sufrimiento a Montilivi. Pero la tarde, que empezó con un buen juego loca ly terminó con un agónico fútbol sacándose la pelota de encima como si fuera un enemigo, permitió descubrir que Miguel y Arnau valen para todo -defienden y marcan goles-, mientras Stuani, al que Míchel sacó para tirar el penalti del 3-2, no le tiembla el pulso. Ni el pie.
El silencio antes que el fútbol. El minuto de silencio para rendir homenajes a las víctimas de la devastadora DANA que asoló Valencia.Y un partido, como ya dijo Míchel en las horas previas, que, tal vez, no debería haberse disputado. Pero se acabó jugando y el Girona lo empezó con energía. Empeñado parecía en monopolizar el balón y gobernar el partido con una autoridad que era indiscutible.
El gol, firmado por Miguel, destinado a la misión de extremo izquierdo ante las 11 bajas que castigan a Míchel, llegó como consecuencia del buen juego. No fue resultado de una jugada aislada sino el resumen de muchas cosas buenas hechas por el Girona, quien vivió poco antes un episodio no visto antes en la historia reciente de Montilivi.
Llegado el minuto 12 de partido, el público expresó su malestar por los elevados precios para el duelo con el Liverpool en la Champions. ¿Cómo? Con una sonora pitada, acompañada por los pañuelos blancos como bandera visual de esa queja colectiva de la afición. Duró casi un minuto. ¿Y el equipo? A lo suyo.
Defensas con alma de delanteros
A rescatar sensaciones que tenía perdidas, apostando Míchel por una línea de tres centrales –Juanpe, David López y Blind– dejando a Arnau ser el alma libre de un Girona rebelde. No era lateral ni interior. Ni siquiera medio centro. Era todo en uno.
Hasta delantero centro. De los de toda la vida como demostró en el 2-1 con un imponente cabezazo para premiar esa dulzura que desprende el pie izquierdo de Miguel.
Maravilloso fue el centro del extremo zurdo del Girona tras recuperar él mismo la pelota aprovechando un error de Altimira. Maravilloso fue el cabezazo de Arnau para sellar 10 minutos de locura en Montilivi con tres goles, incluido el despiste defensivo que permitió a Tapia añadir suspense al encuentro.
Suspense que duró solo siete minutos cuando los supuestos laterales –Miguel y Arnau– se conectaron para levantar a Montilivi de sus asientos. Y no para protestar por los precios de las entradas.
El error de Blind; el golazo de Juan Cruz
Los grandes goles no solo le pertenecían al Girona sino también al Leganés, estimulado por el error de Blind, quien decidió correr en horizontal a la portería de Gazzaniga hasta que regaló el balón que terminó, finalmente, en un imponente zurdazo de Juan Cruz y poner el sello a una loca primera mitad. O sea, cuatro tantos en 20 minutos.
El problema para el Girona es que no supo administrar la renta. Ni la del 1-0, equilibrado por Tapia tres minutos más tarde. Ni tampoco luego la del 2-1, que le duró un poco más (10 minutos), pero insuficiente para irse al descanso con ventaja.
Además le castigó en su autoestima porque veía que el dominio y el buen juego se le escurría después por esa fragilidad defensiva. Cuando no era la protección del borde del área –así llegó el 1-1- era un regalo de Blind, origen del 2-2.
En el descanso, intervino Míchel. No tanto en los cambios, que no llegaron de forma inmediata sino en el mensaje que trasladó a sus jugadores. Tocaba no tocar nada en la estructura ofensiva. Y tocaba tocar mucho en la retaguardia para no permitir al Leganés –dos grandes disparos desde fuera del área- engancharse con tanta facilidad al encuentro que nunca tuvo dominado. En el juego, no; en el marcador, sí.
Cambio de balonmano
El inicio de la segunda mitad no tuvo el aire de la primera. Hasta que Miovski, astuto él, se adelantó a Nastasic, forzando un penalti que dejó, por sí solo, material para una novela. Al macedonio, que provocó la acción, le sustituyeron después de que tuviera la pelota en sus manos para lanzar la pena máxima.
El balón pasó después por otras manos. De Miguel a Arnau. Y hasta Bryan Gil tuvo el balón, dispuesto como parecía a tirarlo. Hasta que Míchel, desde la banda, intervino.
Sacó a Miovski, colocó a Stuani, el capitán, en lo que podría calificarse casi como un cambio de balonmano. Apareció el capitán en un momento de máxima tensión. Ni había tocado la pelota.
Su primer impacto fue el disparo a la izquierda de Dimitrovic, a media altura, potente y preciso, ajustado. Digno de un verdadero especialista. Salió y marcó. No solo eso. Stuani se marchó después al banquillo para celebrarlo con Miovski.
Sufrimiento hasta el final
Y luego, ya con el autogol de Sergio González, intimidado por la cercanía de Stuani, parecía que el Girona había cruzado la meta definitiva con ese 4-2. Pero el Leganés, fiel a su estilo, se inventó otro golazo desde fuera del área. Un zapatazo de Munir, que apenas llevaba un minuto sobre el césped de Montilivi, devolvió la angustia al público. Y al equipo, por supuesto.
Además, el equipo madrileño iba introduciendo cambios –hasta cuatro hizo Borja Jiménez, su técnico, en el cuarto de hora final de un estresante partido- para refrescar piernas y energía, algo que Míchel, maniatado por un banquillo repleto de jóvenes del filial, no movía nada. Primero Stuani; luego Oriol Romeu. Y nada más.
Esos ocho minutos de tiempo añadido resultaron casi ocho horas para un Girona, que festejó el triunfo con el valor que tenía. Una victoria de enorme mérito para ganar algo más que tres puntos. Era un triunfo para conquistar tiempo a la espera de que vuelvan los jugadores.
La ficha del Girona-Leganés (4-3)
Girona: Gazzaniga, Juanpe, David López, Blind, Arnau, Selvi, Yangel Herrera, Van de Beek, Bryan Gil, Miovski y Miguel.
Cambios: Stuani por Miovski (m. 61); Oriol Romeu por Selvi (m. 71);
Entrenador: Míchel.
Leganés: Dimitrovic, Adrià Altimira, S. González, Nastasic, Franquesa, Tapia, Neyou, Cissé, Brasanac, Juan Cruz y De la Fuente.
Cambios: Munir por Cissé (m. 77); Rosier por Adrià Altimira (m. 77); Óscar Rodríguez por Neyou (m. 77); Javi Hernández por Sergio González (m. 87): Roberto López por Brasanac (m. 90+5).
Entrenador: Borja Jiménez.
Goles: 1-0, Miguel (m. 21); 1-1, Tapia (m. 24); 2-1, Arnau (m. 31); 2-2, Juan Cruz (m. 41); 3-2, Stuani, de penalti (m. 62); 4-2, Sergio González, en propia puerta (m. 74); 4-3, Munir (m. 78)
Árbitro: Busquets Ferrer, balear.
Tarjetas amarillas: Neyou (m. 33); Nastasic (m. 81); De la Fuente (m. 87); Gazzaniga (m. 88); Oriol Romeu (m. 90+3); Óscar Rodríguez (m. 90+7).
Estadio: Montilivi
Asistencia: 10.839.