Kamala Harris y Donald Trump protagonizarán la madrugada del martes al miércoles el escrutinio más largo y disputado de la historia de Estados Unidos… salvo que las encuestas se vuelvan a equivocar. En 2016 y 2020, los sondeos infravaloraron el apoyo al candidato republicano entre dos y tres puntos porcentuales en comparación con los resultados finales. Incluso cuando perdió las elecciones hace cuatro años, obtuvo más voto del que le predecían. Pero, ocho años después, ¿existe todavía voto oculto a Trump? ¿Puede tenerlo Harris? En la respuesta a esas preguntas puede estar la clave del veredicto de las urnas.
Trump está por encima en las encuestas de lo que lo estaba en el otoño de 2016 y 2020. Hillary Clinton lideraba los sondeos por más de cuatro puntos y acabó perdiendo las elecciones. Cuatro años después, las proyecciones sí acertaron que el ganador sería Joe Biden, pero le daban ocho puntos de margen que acabaron quedándose en cuatro.
A 48 horas de la cita con las urnas, las encuestas están tan igualadas que no se puede dar por hecho nada. Harris tiene una ventaja muy estrecha sobre Trump en voto nacional, alrededor de un punto y medio. Pero el expresidente está ligeramente por delante de la vicepresidenta en cuatro de los siete estados bisagra, los que decidirán el ganador del duelo.
Como comprobó Hillary Clinton, vencer en voto popular no garantiza la presidencia. El sistema electoral de EEUU es mayoritario: cada estado adjudica un número distinto de escaños (votos electorales) que se lleva íntegramente el candidato más votado, aunque sea por una sola papeleta de diferencia sobre su rival. Como se reparten en total 538 escaños, gana las elecciones aquel que consiga 270.
La llave de la Casa Blanca está, pues, en los estados que cambian con más facilidad de color político de unos comicios a otros. En esta ocasión son siete: Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Según el agregador de encuestas FiveThirtyEight, mientras Trump va por delante en Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia y Arizona, Harris solo lleva ventaja en Michigan y Wisconsin. En Nevada se da un empate al 50% y las diferencias en los otros seis estados oscilan entre las dos décimas en Pensilvania (estado que se perfila como el más decisivo de todos) y los dos puntos en Arizona.
Dando por buenas las encuestas fuera de estos siete estados, Harris tendría asegurados 226 escaños y Trump, 219, según las proyecciones de webs como Cook Political Report y 270towin. Ello dejaría la victoria en manos de los 93 votos electorales que suman los estados bisagra, en la mayoría de los cuales el candidato republicano cuenta con una ventaja tan estrecha que la victoria puede caer de cualquiera de los lados.
Los especialistas en demoscopia de varios medios estadounidenses sostienen que el electorado está tan polarizado entre demócratas y republicanos que resulta muy difícil que se produzcan trasvases de voto entre los dos bloques. Los pocos que hay a medida que se acercan las elecciones favorecen a Trump, pero son tan leves que no permiten vaticinar el desenlace.
Con el magnate en su versión más dura y el efecto Harris diluido por su escoramiento a la derecha, el voto oculto puede jugar un papel crucial. Las proyecciones de The New York Times apuntan a que Harris gana entre las mujeres, los jóvenes, los blancos sin estudios, pero Trump vence entre los hombres y recorta distancias entre los latinos, los negros y las rentas más bajas. Los votantes que no se identifican con ningún partido se dividen al 50%. Todo está en el aire.
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