“No puedes evitar preguntarte cómo tanta gente se deja seducir por este charlatán. Estas elecciones pondrán a prueba cuánto puede soportar la sociedad antes de romperse” comenta Frank Plant, ante la perspectiva de una victoria republicana en los comicios. “Trump es la peor pesadilla de cualquier democracia”, asegura. Originario de Washington D.C. y residente en Barcelona desde hace veinticinco años, Frank sigue de cerca la política de su país, donde votó por adelantado hace ya un mes y medio. “Voté por Harris porque es lo que ofrece el Partido Demócrata, aunque creo que hay otras personas que podrían haber hecho un buen trabajo”, explica Frank.
Esta semana Estados Unidos decide quién ocupará el Despacho Oval durante los próximos cuatro años. A estas alturas de la campaña, la única certeza con la que cuentan los estadounidenses es que los resultados de las elecciones se decidirán por márgenes muy estrechos y que cada voto pesa. También los de los ciudadanos que residen en otros países y que, como Frank, votan por correo y viven la campaña con nerviosismo desde la distancia. “Me preocupa el aborto, la economía, la sanidad, las relaciones internacionales. Hay mucho en juego”, considera Frank. Sus opiniones no han cambiado desde que vive en Barcelona, pero cree que hay temas que han cobrado más importancia como la continuidad de la OTAN o la necesidad de un sistema público de salud.
Igualmente, Andy Storch, que hace un año se mudó a Barcelona desde Orlando con su mujer y sus hijos para vivir la experiencia y la cultura europea, asegura que tiene más en cuenta ciertos temas desde que vive fuera de Estados Unidos. “Me preocupan los derechos humanos y los derechos civiles, también la economía y el medio ambiente. Además, especialmente ahora que estoy en España, supongo que añadiría que pienso más en la política internacional”, dice Andy.
Entre la incertidumbre y la polarización
En estas elecciones, Andy había solicitado por primera vez el voto por correo, pero aprovechará su viaje a Florida este fin de semana para entregar su papeleta en persona. Él también apoya a la candidata demócrata: “Sé que si Harris gana, podemos volver a la normalidad, las cosas pueden ser un poco más calmadas. Y si Trump gana, entonces es una gran incógnita. No tenemos ni idea de lo que va a suceder”. Sin embargo, a Andy le preocupa más la polarización que la incertidumbre “el país está más dividido que nunca. Se ha vuelto una cuestión tan personal que no se puede hablar de política con los demás”.
Emma, de Ohio, lo ve de la misma forma. Ella es estudiante de doctorado y lleva casi nueve años en la ciudad. No le gusta hablar de política porque dice que siempre ha sido un motivo para empezar una discusión. “Es como que tienes que elegir un lado al que defender hasta la muerte”, comenta. Emma cree que la culpa de la polarización es del sistema bipartidista y que la situación de su país ha perdido sentido desde que vive en España al ver que “puede existir otra forma de vivir y otro tipo de sistema político”.
Por esa razón, Emma preferiría votar a un candidato independiente o un partido minoritario. “Creo que puedo entender mejor el punto de vista de Jill Stein, tiendo a pensar más como ella. Pero, al mismo tiempo, sé que si voto por ella, nunca va a ganar la mayoría ni nada parecido, así que es como un voto perdido”, dice. Los temas que más preocupan a Emma son la sanidad, el transporte público, las infraestructuras, la inmigración y los derechos laborales. “Obviamente, no creo que podamos simplemente copiar y pegar lo que hay en Europa y llevarlo a Estados Unidos, pero creo que podríamos inspirarnos en algunas políticas”, concluye.
“Hay una gran desconexión entre lo que la gente quiere y lo que vota”
También hay quienes consideran que la polarización es más una ilusión que una realidad. Es el caso de Aaron New, nacido y criado en los suburbios de Boston y residente del Eixample desde hace nueve años, quien opina que el verdadero problema radica en el sistema electoral y en la representatividad de las instituciones. “Hay una gran desconexión entre lo que la gente quiere, lo que vota y quién termina siendo elegido”, asegura.
Aaron destaca que el sistema del Colegio Electoral y la influencia de donaciones millonarias a través de los Comités de Acción Política (PAC) terminan distorsionando el voto popular en Estados Unidos. “De cara al futuro, vamos a tener una población dirigida por un gobierno que no representa en absoluto su punto de vista”, afirma. Con esta perspectiva, añade: “voy a votar en contra de Trump, y voy a votar por lo que creo que es una mujer brillante, pero, lamentablemente, creo que logrará muy poco”.
Bill, natural de Nueva York y afincado en Barcelona como entrenador personal e informático, comparte la misma visión. “El presidente tampoco puede hacer mucho”, responde al preguntarle sobre los puntos que definen su voto. “El aborto, el control de armas, ayudar a los inmigrantes son temas importantes para mí”, dice. Sin embargo, la prioridad de Bill es que Trump no sea reelegido. “Si hubiera una persona muerta compitiendo contra Donald Trump, votaría por la persona muerta”, confiesa.
Pase lo que pase el martes, los entrevistados pronostican un mismo escenario, que Trump no acepte los resultados en caso de derrota. “No es que tema que pase, es que va a pasar. Lo ha hecho en el pasado, lo hará de nuevo”, sentencia Bill.
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