Lleve la camiseta que lleve, los caminos de Álvaro Morata y del Real Madrid parecen destinados a cruzarse. Por más tierra de por medio que el delantero madrileño se empeñe en poner con España, en la que se siente infravalorado y de alguna manera maltratado por la opinión pública, siempre hay un capítulo más para seguir añadiendo relato a su tirante relación Santiago Bernabéu. Ese estadio que una vez le quiso, y mucho, y ahora le soporta entre poco y nada. Y que se lo hace saber cada vez que pisa el césped.
Este martes, Morata volverá a la que fue su casa, una de tantas, con una camiseta que no es blanca. Ya lo hizo con la de la Juventus y la del Atlético de Madrid, y ahora lo hará vestido de ‘rossonero’ con el Milan para disputar la cuarta jornada de la Champions (21.00; Movistar Liga de Campeones). Y no espera otra cosa que no sea un recibimiento caldeado hacia su persona, lo mismo que lleva ocurriendo desde que en 2019 se vistiera de rojiblanco.
«Al final creo que será lo mismo de cuando volvía con el Atleti. No creo que las cosas hayan cambiado mucho. Soy consciente de ello y espero que me silben y de todo. Es normal», ha dicho el delantero madrileño en la previa, fechando el momento en el que su relación con el Madrid, hasta entonces de cariño, se tornó en enemistad. Un paso por el equipo vecino, interrupción mediante para volver a la Juve cedido y polémica salida definitiva un par de años después y tras asegurar que se quedaba, que tampoco le salió especialmente rentable en lo puramente deportivo.
De Madrid puso rumbo a Italia, de nuevo, esta vez al Milan. Y a pesar de ser indiscutible para el entrenador Fonseca, tampoco está brillando en exceso. El delantero español suma dos goles y una asistencia en los más de 700 minutos (11 partidos) que ha disputado. El equipo marcha séptimo en la tabla de clasificación de la Serie A, por detrás de clubes como el Nápoles, Inter de Milán, Atalanta, Juventus o Fiorentina. Y las críticas empiezan a apuntar, como ha sido habitual durante toda su carrera, en su dirección.
«Magnífico»… pero sin goles
«Me alegra que me hables de Morata», inició su entrenador en el equipo italiano, Paulo Fonseca, al ser preguntado por la sequía goleadora del ‘siete’. «Yo también quería hablar de Morata. Tuvo oportunidades, si no las hubiera tenido yo estaría preocupado. Pero lo que Morata hace por el equipo, cómo jugó… Para mí fue magnífico. Sin duda fue el jugador del partido. Tuvo ocasiones de marcar y no marcó, pero vendrá», le defendió tras el encuentro ante el Monza, que el Milan ganó por la mínima y en el que su delantero desperdició varias ocasiones.
Mientras tanto, Morata se consuela sacando a relucir y presumiendo de otras virtudes. Lejos del gol, ha asumido públicamente su papel como mentor. A falta de goles, lleva tiempo reivindicando su figura como lider en la selección, y como ejemplo para los jóvenes en el Milan. “Sé que puedo ayudar a los jugadores a no cometer los errores que yo cometí. Ayudarles, aconsejarles y guiarles en su carrera”, ha asegurado en una entrevista en The Athletic el capitán de España, que hace un par de meses contó que se planteó dejar de jugar por problemas psicológicos, ha querido dar un cambio a su vida saliendo de Madrid y reecontrándose con Italia.
«Soy una buena persona»
«Cuando me ataba las botas, quería irme a casa. Tres meses antes de la Eurocopa estaba viendo si podía volver a jugar un partido. A veces lo que más te gusta del mundo es lo que más odias», confesaba el delantero en una entrevista con la cadena Cope en la que se abrió en canal. «Muy poca gente me conoce. La gente se piensa que soy de otra manera, pero sigo siendo bromista y muy trabajador. Solo me conocen mi familia y mis amigos», ampliaba un futbolista que tuvo que pedir ayuda profesional y reconoció haberse medicado. «Iba al vestuario y me quedaba callado en mi sitio. Luego me encerraba en la habitación y peleaba contra mi cabeza», confesaba hace un mes.
De todo ello quiso escapar Morata y, según lo que dice de él mismo, lo está logrando. También de la exigencia del fútbol, a la que según ha explicado le da menos importancia desde el pasado verano. Por ello, no se muestra preocupado, al menos de cara al exterior, por su pobre inicio goleador. Eso, en el nuevo Morata, ha pasado a un segundo plano.
«Para mí, el éxito en la vida no es ganar una Eurocopa, un Mundial, una Liga de Campeones o marcar 600 goles. El mayor éxito que puedes tener es cuando todas las personas con las que pasas tus días, las personas con las que trabajas, llegan a conocerte de verdad. Nunca encontrarás un compañero, un colega o una persona con la que haya hablado y me haya sincerado que no diga que soy una buena persona, y eso es lo más importante para mí. La parte oculta de mí es que trato de ayudar a todos. Me gusta hacer sentir bien a los demás y la gente se dará cuenta de que por eso me convertí en capitán y lo hice bien, porque hice que los demás dieran lo mejor de sí mismos. Cuando no te preocupas por ti mismo sino por la gente que te rodea es algo muy bonito», reivindicó, mientras sigue esperando a reencontrarse con la versión goleadora que mostró a principios de la temporada pasada y que se esfumó en 2024.
Lo necesitará, en buena medida, si quiere sacar algo positivo del Bernabéu. Cinco veces ha pisado hasta ahora Morata el feudo madridista como visitante, y nunca ha conseguido ganar. Ni con la Juve, con la que, eso sí, marcó el gol del empate en la vuelta de semifinales de Champions que les dio el pase a la final de 2015, ni con el Atlético. Porque, aunque el nuevo Morata no lo tenga entre sus prioridades, el Milan, que solo suma tres puntos en la liguilla tras tres jornadas, lo necesita para seguir en la pelea.