Empecemos por y para aquellos que les gustan los números, tan dados al Real Madrid, pues sus últimos éxitos, incluso sus últimos triunfos, se han fundamentado en eso, en meter goles a la desesperada, cuando ya lo tenía todo perdido. Pero incluso esa cualidad, ese don, esa gracia (¿divina?, algo habrá, sí) se ha volatilizado hasta llegar al más estrepitoso de los ridículos tanto ante el FC Barcelona, paliza, como ante el AC Milan, paliza II.
El Real Madrid ha sufrido tres derrotas en los tres últimos partidos. En los 68 encuentros anteriores, me cuenta mi amigo Pedrito Martín, estadístico de la COPE, había sufrido dos, ambas ante el Atlético: 50 victorias y 16 empates. Dos derrotas (sonadísimas) en el majestuoso Santiago Bernabéu después de 39 partidos sin perder en casa. El Real Madrid, que lo sepan, no perdía dos partidos seguidos en su estadio, viejo o nuevo, desde la racha de cuatro derrotas que provocó el despido de Santiago Solario, veremos qué ocurre ahora.
Para saber, sospechar o intuir lo que ocurre en el Real Madrid actual se puede mirar, ahora sí, hacia todos lados y, en todas partes, encontraremos sinsentidos que el poder inigualable de Florentino Pérez ha ocultado. Podemos empezar, si quieren, por el palco. Pérez está peleado con todo el mundo: Liga, Federación, UEFA, FIFA, Comité de Árbitros, Barça, Atlético, Sindicato de Futbolistas, ‘France Football’, ‘L’Équipe’, creador de la Copa de Europa, su trofeo, Balón de Oro, periodistas de todo el mundo… Con todos.
Tres derrotas en los tres últimos partidos. En los 68 encuentros anteriores, había sufrido dos, ambas ante el Atlético: 50 victorias y 16 empates. Dos derrotas (sonadísimas) en el majestuoso Santiago Bernabéu después de 39 partidos sin perder en casa.
Es evidente que el ‘ser superior’ se cree, eso, un ser superior. Y, tras hacer un megaestadio que, en parte, se va a tener que comer con patatas y, veremos, cómo lo paga sin conciertos a lo Taylor Swift, consiguió, por fin, fichar, tras siete años de espera, al mesías Kylian Mbappé. Y ahí se detuvo. Ahí se paró. Ya no se gasta más. Puede, pero no quiere. Por más caritas que le ponga su amigo Carlo Ancelotti, no piensa soltar un euro y, mucho menos, millones de euros, aunque les falte Kroos, Carvajal, Courtois o Nacho. ‘Carletto’ tiene lo que tiene que, según ‘Flo’, es todo un campeón de Europa. Y está cantado que al Real Madrid le falta un gran central, el mejor centrocampista del mundo y un lateral derecho de postín.
Pero Florentino Pérez, además, ha trasladado un problema gordo a su veterano y campeonísimo técnico: a él le gusta Mbappé y no ‘Vini’, al que quiere traspasar, cuanto antes, a Arabia Saudí. Así que bien haría Ancelotti en inventar algo para que brille el francés en lugar del brasileño. Y, sí, ya estamos en el banquillo. Pues hablemos del banquillo. Eso sí, sin olvidar que, ahora, ‘Carletto’ podría estar ahora tomándose una caipirinha, tumbado en la playa de Copacabana, siendo seleccionador de Brasil y soñando con ganar la Copa del Mundo de 2026. Pero prefirió quedarse en Madrid. Buen jamón, que diría John Benjamin Toshack.
Es decir, que ‘Flo’ convenció a Ancelotti para que no se fuera y, ahora, empieza a pensar en despedirlo. Cierto, Pérez es de sangre caliente y de gatillo menos fácil, pero acabó hartándose tanto de Lopetegui como de Solari. El mayor problema de Ancelotti es que se quedó pensando que convencería a Kroos, que era su motor, su alma, su cerebro, su extensión sobre el césped y resultó que el que se quedó fue Modric, al que ya no considera con la fuerza física como para afrontar lo que representa liderar al Real Madrid sobre el césped.
Carlo Ancelotti, que soñaba, que trabajó durísimo para retener a Kroos, empieza a sufrir la indiferencia de sus futbolistas cuando, ahora, podría estar en Copacabana, tomándose una capirinha, siendo seleccionador de Brasil
Ese es, sin duda, un problemón para Carlo. Pero al italiano se le acumulan los problemas. Se lo ha dado todo, todo, a estos futbolistas, que le han recompensado con una de las mayores vitrinas que existen en el fútbol mundial, cierto. Pero, como dijo Pep Guardiola, en septiembre de 2011, “cuesta arrancar la temporada con la barriga llena”. Y ‘Carletto’ parece haber perdido ya (y ‘Flo’ se ha dado cuenta) el mando del vestuario. Los futbolistas hacen lo que quieren porque no ven amenazada su titularidad.
Cuando un entrenador de la talla de ‘Carletto’ amenaza duro a sus jugadores, en dos de las últimas citas y desastres, especialmente en Lille, y, anoche, pide que todo el mundo sea responsable después de llamarles vagos (“no quiero decir que sean vagos”, es decir, ¡les acabas de llamar vagos!) es porque ya no tiene ni voz, ni autoridad, ni poder. Y si no tiene voz, autoridad y poder, no importa que le envíe mensajitos al presidente, alineando a Ceballos y ¡Fran García! ¡Fran García! para remontar ante el AC Milan, dejando en el banquillo a Endrick y Güler, las apuestas jóvenes de Florentino. Como dijo el gran Antón Meana, en la SER, «si no es un pulso, se parece demasiado».
Los analistas que hay detrás de Ancelotti, evitando a su hijo Davide, le han dicho, reiteradamente, a Florentino, que es un auténtico enfermo del fútbol y del Real Madrid, que los futbolistas no trabajan, no se entrenan, no se sacrifican, no corren, no presionan, no pelean, no tienen hambre, no se esfuerzan y que, antes, los goles lo tapaban todo, hasta las derrotas ‘in extremis’, pero que ya nada de todo eso cuela, que el Barça va como un tiro, con niños de casa y que, en Europa, han surgido equipos como Sporting de Lisboa, Mónaco, Dortmund, Aston Villa, Lille… Que ya no son peritas en dulce.
‘Carletto’ está muy harto de los suyos. Lleva ya dos broncas estelares a los futbolistas, especialmente en Lille, y siguen sin responder a su confianza. Por eso ayer soltó eso de «no quiero llamarlos vagos», ¡que es una forma de llamarles vagos!
Nadie ve con fuerzas a ‘Carletto’ para darle la vuelta a esto y ya se habla, ¡ojo!, del regreso de Zinedine Zidane, que parezca que lleve, desde mayor de 2021, esperando volver tras dejar la Casa Blanca metiéndole un palito a ‘Flo’: “Me voy porque la jerarquía del club no tiene confianza en mí para reconstruir una plantilla envejecida y crear un proyecto de futuro”. Ahora, si vuelve (dicen que ‘Carletto’ podría ser despedido si no gana a Osasuna), deberá dejar de alinear “los mismo 11 cabrones de siempre», como dijo un día John Benjamin Toshack.
Ancelotti ni siquiera ha sabido encontrar soluciones tácticas a las ausencias de los grandes futbolistas que se han ido o están lesionados. Y es, ahora, cuando llegamos al vestuario, a la plantilla, a los futbolistas. El portero salvador está lesionado (últimamente, demasiado), los de arriba no defienden, los de delante no aciertan (ni defienden, ni presionan, son, eso, “no quiero decir que unos vagos”) y los que coloca en el centro del campo, sean quienes sean, ni organizan, ni roban, ni presionan, ni crean.
Y para redondear el viacrucis del Real Madrid, que no digo que no tenga solución (como cada año), digo que esta vez lo tienen crudo, hay dos problemas superiores, bueno, o tan graves como todos los descritos. Uno, Mbappé ha venido para quedarse, cosa que no parece vaya a ocurrir con ‘Vini’, tanto por su manera de ser y la pésima imagen que proporciona al inmaculado Real Madrid como por su irregular fútbol de este año, y no tiene sentido que el fichaje del siglo juegue en una posición que no es la suya para proteger a Júnior. Ningún sentido.
Ya lo dijo quien más sabe de esto, en mayo de 2021: «Cuesta mucho arrancar la temporada con la barriga llena». Puede, sí, que al grupo de Carlo Ancelotti le esté pasando eso; calidad no les falta, desde luego. Ni títulos.
Y, dos, que es la traca final: el Barça de Hansi Flick va como un cohete, provoca que el señor del bigote vuelva a aplaudirle en el mismísimo Santiago Bernabéu y lo hace, no solo con un fútbol atractivo, determinante, goleador, presionante y contundente, sino con niños. El Real Madrid ni tiene un solo canterano y a Flick se le rompe Frenkie de Jong y saca a Marc Bernal, cae Marc Bernal y se inventa a Marc Casadó.
La herida del Real Madrid, que ellos creen, como siempre, que acabarán tapando ganando, de nuevo, el doblete (ellos son muy devotos de la cofradía del ‘clavo ardiendo’ ¡y les suele salir!), está sangrando a borbotones, pero no por los números iniciales (tres derrotas en seis partidos), no, no, sino por cómo luce el ‘més que un club’. Ese es otro de sus grandes dolores de cabeza. Si no el mayor.