Regresa Donald Trump y con él su neoaislacionismo relativo, el coto a la multilateralidad y el proteccionismo como dique de contención para que su América (Estados Unidos, EEUU) primero (America first) sea más carne y menos verbo. Vuelve a la Casa Blanca pero esta vez sin cortapisas, porque los republicanos, a diferencia de lo ocurrido entre 2016 y 2020, sí controlarán el Senado. Las políticas de El aprendiz tienen por tanto el camino expedito sin nadie que las confronte para limar sus siempre afiladas aristas.
Canarias no intercambia grandes volúmenes de productos con EEUU, pero en una economía tan global como la actual, el aleteo de una mariposa es capaz de generar auténticos huracanes en todo el mundo.
A diferencia del primer mandato, en esta ocasión los republicanos sí tienen el control del Senado
En su libro Miedo: Trump en la Casa Blanca, Bob Woodward, quien junto a Carl Bernstein mandó a galeras a Richard Nixon en los 70 por el Watergate, expone la ligereza con la que se conducía Trump en su primera aventura al frente del país más poderoso del mundo.
Woodward contaba cómo el propio gabinete presidencial escondía papeles peligrosos en los cajones del despacho oval y estancias anejas con la esperanza de que El Jefe hallara pronto otro entretenimiento que hiciera decaer la ocurrencia. Por ejemplo, el acuerdo comercial con Corea del Sur le parecía excesivamente caro y ordenó redactar su defunción.
‘Saboteadores’
No faltaron quienes le alertaban de que el convenio era también parte del pago que permitía a USA posicionarse militarmente en la zona. Muy útil para reaccionar con rapidez en el caso de que a Kim Jong Un (el autoproclamado líder supremo de Corea del Norte) le diera por jugar con los botones que controlan sus cabezas nucleares. Ni modo, quien osaba simplemente carraspear ante tamaña ocurrencia pasaba a engrosar la lista de los incontables saboteadores de los que Trump estaba convencido que le rodeaban.
Las relaciones internacionales tienen un alto componente mercantilista para el inquilino que regresa a la Casa Blanca
Acertaron quienes ocultaron el finiquito para el acuerdo bajo una tonga de papeles de esos que se acumulan por el escaso interés que encierran, el jefe olvidó el tema no sin antes instir un par de veces más. La anécdota narrada por Bob Woodward sirve para hacerse una idea del alto componente mercantilista que tienen las relaciones internacionales para el renacido Donald Trump.
Aranceles
Ese pragmatismo empapa el America first que cimenta el ascenso del empresario neoyorquino al peldaño más alto de la política mundial. Durante toda la campaña ha prometido una guerra comercial sin cuartel, con China como principal objetivo – «el conflicto va a ser constante», anuncia el catedrático de Economía Aplicada de la ULL, José Ángel Rodríguez– pero que también afectará, y mucho, a la producción europea. «Menos impuestos y más aranceles», resume el vicepresidente ejecutivo de la Confederación Canaria de Empresarios, José Cristóbal García.
En los mítines que ofreció en el Cinturón del Óxido, el presidente in pectore llegó a afirmar que gravaría los automóviles llegados desde el extranjero por el cien por cien de su valor. Alimento de primera calidad para una suerte de «aislacionismo relativo», tal y como lo define el codirector del Centro de Estudios Canarias América en Hunter College (Nueva York), Germán Santana.
«No veo yo a EEUU recortando en Mcdonald´s o Burger King»
Relativo porque tiene un marcado «sesgo industrial, pero deja aparte el comercio. No veo yo a EEUU recortando en Mcdonald´s o Burger King», ejemplifica el también coordinador de Relaciones con África de la ULPGC.
Ya durante su anterior mandato, el proteccionismo que puso en marcha Donald Trump redujo a la mitad la venta de vinos canarios en el país de las barras y estrellas. Un daño intenso para algunos productores vinícolas de las Islas, pero sin traslación a otros ámbitos. «Realmente estaría más preocupado por una fábrica de coches de Zaragoza que por lo que suceda en el Archipiélago, que juega un papel distributivo pero no productivo», remata Santana.
La UE continúa siendo muy dependiente de la industria china
Ese es el análisis directo de la situación, pero agitar con fuerza el saco de los aranceles genera un tifón inflacionario en buena parte de las economías mundiales, la canaria entre ellas. ¿Por qué? Porque la UE continúa siendo muy dependiente de la industria china, que terminaría por repercutir en los precios una súbita caída de la demanda, la que provocaría la imposibilidad de vender en EEUU.
Migración
El candidato republicano logró estabular millones de votos a base de bramar contra la migración irregular. Las ovaciones alcanzaban el máximo nivel de decibelios cuando anunciaba deportaciones masivas. Prescindir de esa mano de obra supondrá un incremento de los costes laborales para la industria manufacturera estadounidense. Consideraciones éticas al margen, la realidad es que las empresas pagan menos por la mano de obra migrante y profundamente necesitada de dinero.
Descarbonización
«Es un espaldarazo a las teorías negacionistas y a la ultraderecha en todo el mundo», explica José Ángel Rodríguez. Una de las primeras víctimas previsibles será la Agenda 2030, pimpampún de la internacional reaccionaria. Los eventos catastróficos como el acaecido en el Levante peninsular, sobre todo, la pasada semana se multiplicarán pero se pondrá en duda el cambio climático más que nunca antes.
«Es un espaldarazo a las teorías negacionistas y a la ultraderecha en todo el mundo»
¿Cómo influirá eso en la microeconomía? Contaminar equivale hoy a ser más competitivo. La factura energética de las fábricas se reducirá quemando hidrocarburos y los precios se moderarán, aunque no en la misma medida en la que se dispararán los daños al medio ambiente. Y más bajos serán si, como ha dejado traslucir el entorno del reelegido, arreglar el conflicto Rusia-Ucrania está entre sus primeros objetivos.
Política monetaria
Incógnita. Parte del equipo Trump defiende reducir los tipos de interés a pesar de que no lo haga recomendable el aumento de la inflación que puedan generar la expulsión de migrantes y la merma de las exportaciones. Esta reducción de los costes financieros tiene por objetivo «atraer a los inversores», subraya el secretario técnico del Colegio de Economistas de Santa Cru zde Tenerife, Juan José Hernández.
Frente a ese grupo se sitúan quienes abogan por refortalecer el dólar manteniendo los tipos en niveles no muy por debajo de los actuales, lo que pondría el petróleo más caro a la UE.
Júbilo del bitcoin
El empresario Elon Musk se ha remangado la camisa hasta más arriba de los codos durante la campaña electoral comportándose como el más fiel de los trumpistas, y el mercado ha captado el mensaje. Tras el discurso de la victoria del reelegido presidente de EEUU, el valor del bitcoin creció un 8% hasta alcanzar el precio récord de 75.361 dólares (70.197 euros). «Victoria de Trump desata frenesí cripto y eleva el bitcoin a máximo histórico», titulaba ayer la edición digital de Los Angeles Times. Un fenómeno que al catedrático de Economía Aplicada de la ULL, José Ángel Rodríguez, le da «cierto miedo» por el impacto que un auge generalizado de las criptomonedas pueda tener en un sistema financiero no exento de «debilidades». El mercado es plenamente soberano con Donald Trump de por medio; «si algo se quiere» –si existe la demanda–, «ahí va», señala el secretario técnico del Colegio de Economistas de Santa Cruz de Tenerife, Juan Jose Hernández. No hay parada previa para la regulación de una actividad como sí ocurre en Europa, que deberá ser más ágil si no quiere perder competitividad por ese flanco. «Trump es un aliado de las cripto», afirma el catedrático Rodríguez.
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