Si Hansi Flick sigue aplicando la ingeniería alemana a la defensa en línea del Barça, pronto veremos como en las casas de apuestas se juega a acertar los fueras de juego que ha provocado en sus rivales. Su estrategia ya es un rasgo de estilo. Ahí están los goles que les anularon a Real Madrid y Espanyol por estar en posición incorrecta. En Madrid, la primera reacción tras el 0-4 fue culpar a la ‘trampa’ de Flick de sus propios errores, e incluso se llegó a decir que el VAR semiautomático era quizás demasiado riguroso (el martes el Milan les mostró que sus problemas empiezan antes de la dichosa línea).
El fuera de juego siempre ha sido una entelequia, pero es obvio que hoy la tecnología está cambiando el fútbol tal como lo conocíamos. Hemos aprendido a confiar en la mecánica del VAR, pero esa afinación de la justicia ha traído también nuevas intrigas. La espera del veredicto tras las jugadas dudosas ha aumentado el suspense, redoblando así el espectáculo: nos divierte el delantero que celebra por todo lo alto, con recochineo, un gol que luego el VAR desmiente por fuera de juego. Asimismo, la afición celebra casi como propio el gol del rival que el VAR anula, y el otro día contra el Espanyol se vivió una situación inaudita: los dos goles que marcaron los pericos, anulados por centímetros por el VAR, provocaron las risas de la afición culé, como si el rival fuese víctima de la cámara oculta.
Elemento de distracción
Para este Barça, el arte del fuera de juego es también un elemento de distracción, porque entretanto, como si nada, el Barça es el equipo más goleador de las grandes ligas europeas. Los rivales quedan como hipnotizados por esa estrategia, se obsesionan a lanzar balones a la espalda de los defensas, pero se olvidan de que el centro del campo está la sala de máquinas, y luego Lewandowski y compañía terminan la faena. Como muestra el plácido partido que el Barça tuvo ayer en Belgrado: el Estrella Roja basó su pobre ataque en romper la célebre línea y lo consiguió una sola vez, fue gol, luego metió otro, pero a cambio contó nueve fueras de juego y, como propina, cinco goles en contra.
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