La jornada empezó con una noticia adversa para el canciller Olaf Scholz, por la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, y terminó con el colapso de su coalición de gobierno. El tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales con el que gobierna desde 2021 colapsó, tras meses de tensiones y con los presupuestos del Estado pendientes de aprobación. Las exigencias del ministro de Finanzas y líder del Partido Liberal, Christian Lindner, no eran asumibles ni para la socialdemocracia de Scholz ni para sus socios verdes, el partido del titular de Economía y Protección del Clima, Robert Habeck. Pasadas las 21.00, y tras varias horas de reuniones, comparecía Scholz ante los medios para anunciar la destitución de Lindner.
La decisión ha sido ya comunicada al presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, con el propósito de evitar «el colapso» económico del país, ante la negativa de Lindner a «atender a las necesidades» de inversión, negar apoyos que precisa Ucrania para este año y buscar en cambio «el hundimiento en el caos». Según anunció en una comparecencia ante los medios, Scholz se someterá a un voto de confianza en enero, lo que a la práctica abocará al país a elecciones anticipadas, que previsiblemente se celebrarán en marzo. El propósito de Scholz es no superar ese voto. Es decir, que no haya votos tránsfugas a su favor, para dar vía libre a la disolución del Parlamento y la convocatoria de nuevos comicios. Será seis meses antes de lo previsto, ya que la fecha para las próximas elecciones generales regulares era el 28 de septiembre.
«En momentos como éstos, Europa debe apuntar a la solidez, a invertir en su futuro. La situación es seria», añadió el canciller, quien aludió tanto a la guerra de Ucrania como a la situación de las empresas alemanas. También incidió en la victoria de Trump, «al que felicité esta mañana», recordó, al tiempo que calificaba de «irresponsable» la actitud de Lindner dentro de la coalición de no buscar consensos, sino bloqueos.
Scholz tuvo palabras muy duras para el líder liberal, al que acusó de «esconderse entre los arbustos» cuando se precisan soluciones y de «egoísmo», por buscar la confrontación pública constante en la coalición, en aras de supuestos intereses partidistas. «Ha roto demasiadas veces mi confianza», aseveró.
El canciller no ahorró reproches a quien en estos tres años largos de coalición ha sido, junto a Habeck, un ministro clave en su gabinete. Le acusó tanto de bloquear el apoyo necesario a Ucrania como las soluciones que Alemania precisa para sacar adelante unos presupuestos «sociales y justos».
También responsabilizó a Lindner del fracaso de la coalición el vicecanciller y ministro de Economía Habeck, quien compareció ante los medios acompañado por su correligionaria y titular de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock. «No dejaremos a Ucrania sola», afirmó la ministra, quien considera que la restrictiva vía de Lindner en cuanto a inversiones va a favor «de la guerra de agresión lanzada por (Vladímir) Putin».
Lindner, finalmente, apareció en solitario para revolverse contra socialdemócratas y verdes, a los que imputa «no tomarse en serio» las inquietudes de la industria y de los ciudadanos. La estocada final, según el ministro, ha sido instarle en esta última reunión a levantar «el freno a la deuda», instrumento constitucional que limita el endeudamiento a un máximo del 0,35 % del PIB. Lindner es un defensor a ultranza de este instrumento, en contra de la opinión de muchos expertos, que lo consideran un obstáculo a la reactivación económica. El disenso en torno al freno a la deuda ha sido constante en la coalición, ya que tanto socialdemócratas como verdes reclaman que se deje en suspenso o reforme.
Cuenta atrás anunciada
El fin de la coalición semáforo, ‚Ampel‘ en alemán, como se la denomina por su identificación con los colores atribuidos a los tres partidos, se precipitó tras la ronda infructuosa de reuniones en busca de acuerdos celebradas en los últimos días. La de este miércoles tenía un dramatismo especial, ya que venía apuntándose lo que en medios alemanes se denominaba la ‚cuenta atrás‘ para el tripartito.
El propósito de Scholz era buscar una vía de acercamiento entre el recorte del gasto público que defiende Lindner y las necesidades de inversión de una Alemania que cerrará este 2024 en recesión, por segundo año consecutivo. En un documento presentado a finales de la semana pasada a sus socios, Lindner insistía en la necesidad de ‘relajar’ objetivos climáticos y recortar prestaciones sociales, lo que es inaceptabe para verdes y socialdemócratas.
Abismos ideológicos
La coalición ha estado marcada desde su inicio por los abismos ideológicos e incluso personales entre Lindner y Habeck. Se suponía que iban a aguantar, pese a todo, porque a ninguno de los partidos implicados les puede convenir ir a elecciones anticipadas. Los sondeos apuntan desde hace meses a una victoria del bloque conservador del derechista Friedrich Merz, con la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en segunda posición. A los socialdemócratas de Scholz se les reserva la tercera posición, seguidos de los Verdes, mientras que el FDP de Lindner podría quedar sin escaños. No tenía demasiada lógica que justamente la máxima presión procediera del partido que, de formación bisagra pasaría a extraparlamentaria. Pero en el cálculo de Lindner tal vez se contempla que abandonando la coalición tiene mejores opciones a luchar por sus señas de identidad, como es la contención del gasto público, que dentro del tripartito.
Será la segunda vez en menos de veinte años que Alemania va a elecciones anticipadas por la vía de un voto de confianza convocado con el propósito de perderlo. En 2005 el entonces canciller socialdemócrata Gerhard Schröder recurrió a esta fórmula, tras perder varias elecciones regionales que desgastaron su poder. Unos meses después quedó apeado del poder, tras perder en las urnas frente a la candidata conservadora, Angela Merkel.