Israel respondió al discurso aguerrido del nuevo líder del movimiento chiita proiraní, Naim Qasem, con bombardeos en la periferia sur de Beirut, bastión de Hizbulá donde mató a su antecesor Hasán Nasralá a finales de septiembre.
Después de casi un año de hostilidades con Hezbolá a lo largo de la frontera, Israel inició el 23 de septiembre una campaña de bombardeos contra Hezbolá en Líbano y lanzó una semana después una ofensiva terrestre en el sur del país.
Estas acciones diezmaron las capacidades operativas de Hezbolá, pero Qasem advirtió que todavía tienen «decenas de miles de combatientes de la resistencia entrenados, que pueden enfrentarse y aguantar» al Estado hebreo.