El rumbo de Estados Unidos empezará a cambiar con la flamante victoria de Donald Trump, aunque todavía quedan más de dos meses para su toma de posesión y para poner en marcha su nuevo gobierno. Durante la campaña, sin embargo, ya hizo anuncios de sus intenciones si volvía a presidir la Casa Blanca. Entre ellos, dio por hecho que Robert Kennedy, hijo del exfiscal general de EEUU Robert Kennedy y sobrino del expresidente demócrata asesinado, John F. Kennedy, tomaría las riendas de la carpeta de sanidad. «Le dejaré libre en sanidad, alimentación y en medicinas», esgrimió en un mitin de campaña, arropado por Kennedy.
El miembro de la dinastía Kennedy, que se ha desmarcado de sus posturas políticas, era candidato a la presidencia de Estados Unidos como independiente hasta verano, cuando decidió suspender su campaña y pasar a dar apoyo activo a Donald Trump. Desde entonces, Trump ya alzó su promesa de incorporarlo a su equipo de trabajo si acababa ocupando la Casa Blanca.
Una trayectoria volátil
La trayectoria de Kennedy ha sido volátil estos últimos años. Empezó presentándose como candidato demócrata a las primarias, luego presentó la candidatura independiente para acabar dando apoyo tácito al republicano. Nacido en Washington DC (1954), el político es también abogado ambientalista, y es conocido mundialmente por sus teorías conspiranoicas y de desinformación sobre las vacunas, un relato que se acerca al negacionismo que predica Trump.
En otros aspectos, Kennedy ha criticado el apoyo de Estados Unidos a Ucrania y ha apoyado la guerra de Israel contra Hamás. Su candidatura, ya extinta, proponía reducir el gasto militar y sanitario debido al impacto en los déficits presupuestarios, y combatir el aumento de los costes de la vivienda para que los jóvenes puedan permitirse comprar casas.
Rechazo familiar
Cinco de sus hermanos le han acusado de “traición a los valores más queridos por nuestro padre y nuestra familia”. Los hermanos, que respaldaban a Kamala Harris y Tim Walz, siempre se han opuesto a su candidatura y el día que hizo público su renuncia e incorporación a la carrera electoral con Trump lo definieron como “un final triste para una historia triste”.