Cuando enfrentas a las dos mejores defensas de LaLiga, como las del Mallorca y del Atlético, lo normal es que salga una mezcla espesa. Color gris, útil para las grietas, aunque poco lucido para el ‘show business’ del fútbol moderno. Pero a los rojiblancos les ha bastado el cemento y la anécdota para sacar adelante sus últimos dos compromisos, contra el PSG y el Mallorca, al que ganó con un tanto oportunista de Julián Álvarez. Otra contra letal para mantenerse en la tercera plaza antes del parón.
El conjunto rojiblanco acertó lo que los bermellones no supieron. Superada la hora de juego, Oblak, el mejor del Atlético en cualquiera estadística, lanzó una contra como en el Parque de los Príncipes. Giuliano confió y luchó más que Maffeo para servir el tanto a la ‘Araña’. Después, el esloveno frustró una ocasión de Abdón Prats tras un fallo de Witsel. Jan es vida, obra y milagros de Simeone. El mejor compañero que uno puede tener.
Arrasate vs. Simeone: dos estilos muy parecidos
El duelo de Son Moix ponía a prueba el dopaje emocional que supuso para el Atlético ganar en el último minuto frente al PSG en Champions. Un duelo de prestigio obrado por Correa, que arrancó en el banquillo. Será revulsivo hasta que se retire. Sorloth, sin un minuto en París, fue suplente de nuevo. Descansaron Javi Galán, Witsel, De Paul y Gallagher. En su lugar entraron Giménez, Reinildo, Koke y Riquelme. Desde el comienzo se entendió un partido para no cometer errores.
El Atlético ha sufrido mucho esta temporada por su propia culpa, con una zaga desnortada que envalentonó a los rivales. Por eso Arrasate buscó sacar de sus casillas a la dupla de centrales con Muriqi y Larin, dos delanteros portentosos, fijando y detonando. Por el contrario, el ‘Cholo’ quiso aprovechar la itinerancia de Riquelme o Julián Álvarez, dos motivos de preocupación a la carrera, para lo que necesitaban un lanzador como Griezmann.
Los ‘colchoneros’ formaron juntos en la primera parte. Poco espacio entre líneas para evitar el milagro de cada día de Oblak, que llegó antes del descanso con una mano prodigiosa frente a la cabeza de Larin y el mejor pase de Darder. Los bermellones querían ganar cada duelo aéreo y provocar el desgaste en un equipo que se mostraba solidario en las ayudas. Al Atlético le faltaba electricidad en las bandas y el Mallorca terminó el acto inicial defendiendo hacia adelante. Con todo, la del atacante canadiense fue la única ocasión clara de los primeros 45 minutos.
Oblak para todo y para todos: asistente, creador y muro
Era un partido espeso, con dos pizarras llenas de lugares comunes en un envite que se preveía largo desde antes de empezar. Aunque más largo se le estaba haciendo al público de Son Moix, que celebró cómo Lenglet se jugaba la expulsión en una acción en la que acabó viendo la amarilla Samú Costa. El prólogo a la acción del gol del Atlético, de la misma naturaleza que el tanto de París. Oblak se convirtió en el mejor constructor del juego rojiblanco con un saque larguísimo que conquistó Giuliano Simeone.
El ‘Cholito’ fue todo fe y generosidad. Chocó contra Maffeo y Mojica pecó de exceso de confianza. Recordó y asistió a Julián Álvarez, que rompió la igualdad con un tanto a placer. Los protagonistas del tanto abandonaron el encuentro en un cuádruple cambio que también sacó del campo a Griezmann y al señalado Lenglet. El francés ya quedó retratado en el Parque de los Príncipes. Entraron Witsel, De Paul, Sorloth y Correa, quien puso en el campo su don de la oportunidad nada más salir. Riquelme se llenó de balón en un contraataque entrando en diagonal desde la izquierda. No vio al argentino y falló ante Greif.
El Atlético se había vacunado y con los anticuerpos del final esperaba llegar al final del encuentro mientras el Mallorca se desesperaba tras perder la imbatibilidad, su gran valor, profanado por el nuevo ‘cholismo’. Una corriente que ha hecho de la anécdota su forma de ser y que, por el momento, está en garantía y con un lema claro: «Dios bendiga a Oblak». El mejor creador rojiblanco y el muro contra las miserias que, sin éxito, intentó sacar Abdón Prats.