Los grupos socialdemócrata, liberal y de los populares europeos, a instancias de estos últimos, han decidido retrasar la decisión sobre la cúpula directiva de la Comisión Europea, y el comisario húngaro Olivér Várhelyi, dejando en el aire el futuro de Teresa Ribera, que este martes se enfrenta al examen para evaluar sus competencias para el cargo de vicepresidenta para una Transición Limpia, Justa y Competitiva. A nadie se le escapaba que su confirmación dependía en gran medida de cómo fueran el resto de las audiencias. Si caía uno, caían todos. Pero la decisión se retrasará, previsiblemente hasta la semana que viene, y se tomará en bloque.
Tras aparecer ante la Eurocámara la liberal estonia Kaja Kallas, candidata a suceder a Josep Borrell al frente de la diplomacia europea, y el ultraconservador italiano Raphaelle Fitto, candidato a vicepresidente para la Política de Cohesión y de Reformas, el Parlamento anunció que se posponía la decisión sobre ambos. Comenzaba así el efecto dominó. Kallas no tenía en principio problemas para garantizar su elección, pero las fuerzas progresistas se oponían a que Fitto tuviera una vicepresidencia.
Varias fuentes parlamentarias confirman que populares, socialdemócratas y liberales han acordado que la decisión sobre los vicepresidentes no se tome inmediatamente después de las audiencias, tal y como ha sucedido con el resto de candidatos. Según fuentes del grupo popular, «no hay mayoría pro-europea para varios candidatos», incluida Ribera. Una decisión que llega en medio de las maniobras del PP español para que la votación de la todavía vicepresidenta del Gobierno no se produzca hasta que dé explicaciones sobre la dana en el Congreso.
«Calmar las cosas»
Aunque no se ha acordado cuándo tendrá lugar la decisión, los populares tratarán de forzar que sea la semana que viene para “hacer un paquete y calmar las cosas”. En principio, tendrían la última palabra los portavoces de los grupos en cada comisión parlamentaria, donde se necesita el apoyo de dos tercios de los grupos. Entre tanto, podrían negociarse cambios cosméticos a los nombres de los cargos o incluso a las carteras.
Entre las cuestiones que estaban sobre la mesa están los temas de los que se encarga Várhelyi. El húngaro estará al frente de la política de Sanidad y Bienestar Animal de la UE. Preguntado por el aborto, alegó que se trataba de una cuestión que correspondía a los gobiernos. Varios grupos quieren que las competencias relativas a la salud sexual y reproductiva de las mujeres vayan a la belga Hadja Lahbib, al cargo de Igualdad.
De no lograr consenso y depender de un voto en comisión, donde una mayoría simple es suficiente, solo el puesto de Ribera estaría en riesgo, ya que dependería en todos los casos de los populares europeos. Pero también implicaría que la nueva Comisión de Ursula von der Leyen pendería del apoyo de la extrema derecha, no de la coalición que la hizo presienta, rompiendo la ‘coalición de los dispuestos’.
Kallas, incómoda más allá de Rusia
Aunque su cargo no está en principio en riesgo, la audiencia de Kallas confirmó sus debilidades: la estonia se está incómoda con todos los temas que poco o nada tienen que ver con la invasión rusa de Ucrania. La liberal respondió con vagas referencias a la necesidad de tratar “de igual a igual” a los socios africanos ante casi cualquier pregunta sobre el continente. Y respecto a Latinoamérica, se limitó a subrayar los valores comunes con estos países. También destacó en ambos casos la importancia de los acuerdos económicos y comerciales para frentar la influencia de Rusia y China.
La estonia exhibió una postura notablemente distinta a la de su predecesor en los relativo a Oriente Medio. Lejos de condenar las violaciones del derecho internacional del gobierno de Israel, Kallas simplemente destacaba la contribución europea en ayuda humanitaria a Gaza y su voluntad de trabajar para alcanzar la solución de dos estados. Algunos eurodiputados le echaron en cara sus contradicciones respecto a su dura postura con Rusia y su laxitud respecto a Benjamin Netanyahu.
Kallas llamó a no hacer asunciones sobre la posición de Estados Unidos respecto a Ucrania bajo la presidenta de Donald Trump y destacó que “el aislamiento nunca ha funcionado a America”, pero también reconoció que Europa tiene que “ponerse las pilas”. La estonia insistió en que la UE necesita fortalecer su política de defensa, en paralelo a la cooperación con la OTAN.
Fitto evita la etiqueta de extrema derecha
Respecto a la necesidad de una paz negociada a la que abre la puerta la presidencia de Trump y que algunos eurodiputados, entre ellos la española Irene Montero, pedían, Kallas insistió en que debe ser Ucrania quien ponga las condiciones. “Si las agresiones funcionan en algún lugar, sirven de invitación a ser usadas en otros sitios”, alegó la estonia, eso es lo que nos preocupa.
El otro gran protagonista de la jornada era Raphaelle Fitto. El candidato a comisario de Giorgia Meloni se enfrentaba a una audiencia dura, ante las quejas de los grupos progresistas por su nominación. Fitto alegó que no representa ni a su partido, Fratelli d’Italia, ni a su país.
“Si entro en cuestiones políticas, estaría violando el código de conducta porque represento a la Comisión Europea durante los próximos cinco años”, alegó el italiano en un intento de despejar las dudas sobre su idoneidad para el cargo por sus planteamientos políticos, su principal punto débil.