Aunque perdimos, ya superamos con nota el temeroso derbi en Montjuïc, con la polémica de dos pseudo fueras de juego, y cerraremos noviembre con dos partidos: vamos a Montilivi y recibimos al Celta en casa. Háganme el favor de firmar cuatro puntos.
Para diciembre vamos a Getafe (un partido siempre incómodo), recibimos a Osasuna, con todo el cariño para Vicente Moreno (qué error tan grave supuso su absurda destitución; siempre he pensado que era la persona perfecta para ser nuestro Ferguson particular) y viajaremos a Gran Canaria, donde nos espera un encantador de serpientes. Si en ese mes no arrancamos al menos siete puntos frente a rivales que están en ‘nuestra liga’ no mereceremos seguir en Primera División. Crudo pero real.
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A pesar de que los números ya nos advierten de que estamos en descenso matemático, al pueblo perico no parece preocuparle demasiado: la mitad de los encuestados entienden que es un dato circunstancial e incluso hasta positivo, porque genera presión a nuestros futbolistas. Digno de un ‘xist’.
A todo esto y durante esta semana átona y sin Liga nos hemos distraído con el ‘show’ que montaron los amigos de La Grada, donde el míster Manolo González nos regaló dos titulares: «No he notado que me quieran echar» y el «estoy seguro de que nos salvaremos». Del primero creo que puede pensarlo pero no decirlo, y del segundo es lo que debe decir.
A pesar de todo no me gusta nada, pero nada, que desde hace años -pocos, la verdad- se haya instalado en el entorno perico la normalidad de plantearse la permanencia en Primera División a mitad de noviembre. ¡Madre de Dios! ¡¡88 temporadas en Primera División (la actual es la 89) y seis en Segunda!! ¿Qué narices nos estamos planteando? Qué época tan triste nos está tocando vivir, familia. Orgullo perico, joder. Orgullo de club, estabilidad y adoptemos decisiones siempre desde el sentido común y para el bien del club, que es lo único que nos va a quedar. Porque sólo queda el club. Desde 1900.