El pasado 30 de octubre, el Departamento de Conservación Medioambiental del Estado de Nueva York entró en casa de Mark Longo, un ciudadano de 34 años, para capturar a su mascota. Era una ardilla, pero no una cualquiera, sino P’Nut, una celebridad que acumulaba medio millón de seguidores en Instagram. Poseer animales salvajes es ilegal y potencialmente peligroso, así que las autoridades decidieron someterla a eutanasia para detectar si tenía la rabia. Poco después, Elon Musk, J.D. Vance o Donald Trump Jr. aprovecharon el caso para politizarlo y culpabilizar al Gobierno de Joe Biden.
No fueron los únicos que intentaron sacar rédito de este fenómeno de internet. El 4 de noviembre, un día antes de las elecciones en Estados Unidos, alguien creó PNUT, una nueva criptomoneda en honor a la difunta ardilla. Convertida en un meme, fue ganando adeptos hasta que el portal de noticias del sector CoinTelegraph aseguró que Donald Trump era su mayor propietario. Era mentira, pero eso no importó a los inversores. En tan solo 10 días, este misterioso activo ha pasado de no valer nada a tener una capitalización que ronda los 2.000 millones de dólares, según CoinMarketCap.
El explosivo ascenso de PNUT demuestra una vez más la volatilidad del impredecible mercado de las criptomonedas, una industria plagada de casos de fraude que ahora se frota las manos con el regreso trumpista a la Casa Blanca. Durante su primer mandato, Trump renegó de las divisas digitales, llegando a decir que Bitcoin, la más famosa y valiosa de ellas, era «una estafa contra el dólar«. Toda esa hostilidad desapareció cuando él y su familia iniciaron su propio criptonegocio. Trump pasó a ser un creyente y tendió la mano a los criptobros, prometiéndoles un cambio de rumbo para convertir EEUU en la «criptocapital del mundo», favorecer los intereses del sector y poner fin a la regulación anticripto impulsada por los demócratas. «El odio de Biden hacia Bitcoin sólo ayuda a China, Rusia y a la izquierda comunista radical. ¡¡¡Queremos que todo el Bitcoin restante sea MADE IN THE USA!!!», exclamó en junio.
Dinero para «comprar influencia»
Conscientes de que la elección entre Trump y Kamala Harris les situaba ante un momento crucial para su futuro, las empresas de criptomonedas han invertido más de 245 millones de dólares en las elecciones de 2024, según datos de la Comisión Electoral Federal, casi la mitad de todo el gasto corporativo destinado a influenciar el proceso democrático. Esa suma ingente de dinero se ha canalizado principalmente a través de Fairshake, un comité de acción política que apoya a candidatos políticos favorables a la industria, tanto republicanos como demócratas. Esta operación para «comprar influencia» ha estado liderada por Coinbase y Ripple, dos compañías investigadas o denunciadas por los reguladores.
«La mayoría de los estadounidenses desconocen las criptomonedas o tienen una opinión desfavorable de ellas, pero al gastar tanto, estos intereses corporativos han hecho que sea imposible ignorar sus demandas de una regulación poco estricta y una aplicación mínima», ha advertido Rick Claypool, director de investigación del grupo en defensa de los consumidores Public Citizen. Ese lobby irá a más. Varias firmas ya están movilizando decenas de millones de dólares para influenciar las elecciones de medio mandato de 2026.
Promesas de cambio
Ahora, la industria cripto presiona a Trump para ganar influencia en la próxima Administración. Altos ejecutivos de empresas como Coinbase, Ripple o Circle están cortejando a Howard Lutnick, inversor en Bitcoin y copresidente del equipo de transición trumpista, según ha desvelado The New York Times. Su misión principal es colocar a criptobros en el Gobierno de EEUU para remodelar la Comisión de Bolsa y Valores (S.E.C. por sus siglas en inglés), el organismo que supervisa los mercados y que hasta ahora ha mantenido un enfoque muy crítico con las criptomonedas. Trump destituirá a su presidente, Gary Gensler, muy odiado en ese neogcio, y en su lugar podría colocar a «criptoamigos» como Dan Gallagher o Chris Giancarlo.
Tras hacerse con el control de la Casa Blanca y de ambas cámaras del Congreso, los republicanos tendrán vía libre para adoptar una ley que permita a las criptoempresas operar sin restricciones y agilizar su salida a bolsa, y que podría dificultar que la S.E.C. pueda investigarlas por posibles violaciones. Trump también ha prometido poner en marcha una reserva estratégica nacional de criptomonedas durante su segundo mandato y crear un consejo asesor en la materia para influenciar la regulación, organismo que despierta interés en el sector. «Mucha gente está tratando de recopilar una lista de deseos y acercarse a la campaña (trumpista)», ha confesado Kristin Smith, directora ejecutiva de la Asociación Blockchain, al NYT.
¿Conflicto de interés?
De darse, este cambio de rumbo también podría beneficiar personalmente al propio Trump y a sus tres hijos (Eric, Barron y Don Jr.), que en septiembre lanzaron la criptoempresa World Liberty Financial. El proyecto ha tenido, de momento, un arranque accidentado. Aunque pretendía vender 20.000 millones de tokens (activos) por valor de casi 300 millones de dólares, una semana después de su victoria presidencial tan solo ha recaudado 19,8 millones, según su página web.
Bitcoin por las nubes
El triunfo trumpista ha disparado el optimismo en la criptoindustria. Bitcoin lleva más de una semana encadenando récords y su valor supera ya los 91.000 dólares, según datos de CoinMarketCap. Los inversores confían tanto en que Trump cumplirá su palabra y que ello beneficiará al sector que están incrementando sus apuestas. Este martes, la capitalización total del mercado de la criptomonedas alcanzó la cifra de 1,76 billones de dólares, superando así el valor de la plata y consolidándose como el octavo activo de inversión más preciado del mundo, solo superado por el oro, cinco gigantes tecnológicos (NVIDIA, Apple, Microsoft, Alphabet y Amazon) y la petrolera Saudi Aramco.
Empresarios como Joe Lubin, director ejecutivo de Consensys, especializada en la tecnología blockchain, ya están celebrando públicamente que las investigaciones contra el sector serán «desestimadas o resueltas» con Trump como presidente. «Nuestra industria va a ahorrar cientos de millones de dólares en el futuro», vaticinó durante la conferencia DevCon 2024.
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