«Los invisibles estarán en el centro de la agenda internacional». El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva lanzó oficialmente en el marco de la cumbre de jefes de Estado del G20 la ambiciosa Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza con la que se busca beneficiar a 500 millones de personas hasta 2030. La reunión en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro incluye a los países que representan el 85% del PIB global. Frente a ellos, y a dos meses de la llegada al poder en Estados Unidos del multimillonario Donal Trump, Lula presentó una hoja de ruta político y social de difícil aceptación para el multimillonario republicano. Recordó ante los presentes que , según la FAO hay 733 millones de personas desnutridas «cuyos derechos son diariamente violados cuando a la vez se producen billones de toneladas de alimentos y aumentan de manera inaceptable los exuberantes gastos militares«. Lula subrayó que el hambre y la pobreza «no son resultado de la escasez y otros fenómenos laterales» sino «la expresión de los males sociales y políticas que perpetúan la exclusión». El presidente llamó a los jefes de Estados presentes a «acabar con esta llaga que avergüenza a la humanidad».
La cita en la llamada «ciudad maravillosa», y de la que participa como invitado el jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez, tiene una agenda atravesada por los conflictos en Ucrania y Medio Oriente que provocan opiniones encontradas en el bloque y desafían la capacidad del multilateralismo. Brasil estima que la Alianza contra el Hambre y la Pobreza puede constituir, sin embargo, un punto de mayor consenso. Ha recibido el respaldo de un total de 81 países, entre ellos Estados Unidos, China, Alemania, España, Francia, Japón, Italia, Finlandia y Noruega, además de la mayoría de los países latinoamericanos y africanos, nueve instituciones financieras y 31 organizaciones filantrópicas y no gubernamentales. Joe Biden llegó a Río de Janeiro no solo como un «presidente de salida». Estados Unidos se prepara para un giro político de inmediatos efectos más allá de sus fronteras y queda en el aire la incógnita sobre su continuidad en esta iniciativa. Por lo pronto, el argentino Javier Milei llegó a Brasil como una suerte de delegado del magnate por el simple hecho de compartir su mirada extrema sobre el mundo. Se descuenta de que Buenos Aires no apoyará la iniciativa que Brasil considera imprescindible y urgente.
«Es muy importante lo que vamos a discutir aquí. Podemos tener éxito en poco tiempo», dijono obstante Lula y señaló en ese sentido que la misma Río de Janeiro es la síntesis de los contrastes de Brasil y el mundo: de un lado, «una belleza exuberante, los brazos abiertos, un pueblo diverso”, por el otro, «injusticias sociales profundas, un retrato vivo de desigualdades persistentes». Para el presidente anfitrión, el planeta está peor que los días de sus anteriores Gobiernos (2003-10). «Tenemos la mayor cantidad conflictos armados desde la Segunda Guerra y desplazamientos forzados, los fenómenos climáticos provocan efectos devastadores, las desigualdades sociales, raciales y de genero se agudizan. No se trata «apenas de hacer justicia, es una condición imprescindible para construir sociedades». Lula insistió en que el programa es realizable y puso como ejemplo su reciente experiencia al frente del Ejecutivo. «Al volver a la presidencia me encontré con 33 millones de hambrientos, hemos sacado a 24 millones de la extrema pobreza y en 2026 superaremos por completo el flagelo». Una alianza mundial, remarcó Lula, puede realizar mucho más.
Impuesto a los súper ricos
Brasil quiere con Lula retornar a las grandes ligas mundiales. Sin pasar por alto lo que representa la vuelta de Trump a la Casa Blanca ha resuelto mantener en la declaración final de la cumbre de Río de Janeiro la propuesta de gravar a los multimillonarios y las políticas de género, una propuesta que no es vista con buenos ojos por Estados Unidos ni Alemania. El texto deja constancia de la necesidad de trabajar «forma productiva» para «garantizar» que los grandes patrimonios se graven de forma efectiva. De acuerdo con el diario paulista ´Folha`, el borrador ya contiene la oposición de Milei. Los reparos del anarco capitalista son interpretados como un anticipo de las posiciones de Trump en otros temas señalados por Lula en su discurso inaugural, como el cambio climático. La semana pasada, Argentina fue el único país que votó en contra de una resolución no vinculante de la ONU que condenaba la violencia contra las mujeres. Irán, Corea del Norte y Rusia se abstuvieron. El gélido saludo de Lula a Milei al entrar al Museo de Arte Moderno puso en escena las grandes y al parecer irreconciliables diferencias entre ellos.
Sin Putin
La reunión del G20 se ha realizado casi en paralelo a la COP29 de Bakú, y los asuntos ambientales así como la transición energética cobrarán relevancia en las discusiones. Lula se abstuvo de invitar a Río de Janeiro a su colega Vladímir Putin, sobre quien recae una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional, de la cual Brasil es integrante. El Ministro de Asuntos Exteriores de Putin, Serghei Lavrov, arribó a Río de Janeiro en coincidencia con la autorización de Biden a Ucrania a usar misiles estadounidenses de largo alcance ATACMS contra objetivos militares en Rusia. «Si realmente se formuló y transmitió una decisión de este tipo al régimen de Kiev, entonces esto marca un nuevo nivel de tensión y una nueva situación cualitativa desde el punto de vista de la participación de Estados Unidos en este conflicto», dijo en Moscú el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
El papel de China
A diferencia de la frialdad con la que recibió a su colega argentino, Lula sonrío al verse con el líder chino, Xi Jinping. Brasil es el principal socio de Pekín en la región. Ambos países también forman parte del BRICS. Jinping acaba de encontrarse con Biden en la cumbre de la APEC de Lima, Perú, a quien le transmitió la decisión de «trabajar» con su sucesor en Washington. Antes de aterrizar en Río de Janeiro expresó la misma disposición en lo que respecta a las tareas que se propone la cumbre que comenzó este lunes. «Construir un mundo justo requiere que el G20 respete los principios de respeto mutuo, cooperación en pie de igualdad y beneficio mutuo, y apoye a los países del Sur Global para que alcancen un mayor desarrollo», dijo en un artículo firmado en ´Folha`.