He leído a Didier Deschamps hablando de la delicada situación que está atravesando, en el Real Madrid y, sí, claro, en la selección francesa (la nº 1 del mundo) y no puedo estar más de acuerdo con él, otra cosa es que a Florentino Pérez, a Carlo Ancelotti, al mismísimo Deschamps o a los aficionados merengues y seguidores de la selección del gallo, quieran asumir lo que le está pasando el chico, que no es fácil de admitir.
El seleccionador ‘blue’ ha dicho algo que no admite réplica, algo que es demasiado fácil de entender, pero que podría explicarse más ampliamente. “La sobrecarga mental es más difícil de cuantificar y, probablemente, de superar. A veces, olvidamos que es la cabeza la que controla las piernas”. Esa presión, cuenta Deschamps, «puede conducir a estados psicológicos frágiles, que podrían desembocar en problemas más serios, como la depresión”.
Mi autoyuda
He llamado a mi psicólogo de cabecera, Xavi Lucas, cuya consulta debería visitar un día de estos aunque, de momento, me conformó con que me ayude (y mucho, y gratis, y maravillosamente) a que ustedes y yo entendamos algunos de los problemas que afectan a nuestros deportistas de élite. He llamado a Lucas porque, tras leer a Deschamps, el ‘caso Mbappé’ me parece de manual.
Lucas me lo contó de sopetón. Es más, no quise interrumpirle ni dos segundos. “Una pregunta, Emilio, ¿cuándo se producen más muertes, subiendo o bajando el Everest, tras coronarlo?” Bajando, digo, ¿no? “Bajando, sí, ¿por qué?” Porque te relajas ¿no? “En efecto, porque te relajas, porque ya has cumplido tu sueño, tu misión, tu objetivo, aquello que te obsesionó durante años, concretamente, durante siete años, aquello por lo que peleaste tanto y tanto”.
«Una pregunta, Emilio: ¿Cuándo se producen más muertes, subiendo o bajando el Everest, tras coronarlo? Bajando, sí, bajando. ¿Por qué?, porque te relajas, porque ya has cumplido el sueño, el objetivo de tu vida, y te caes, y te dañas y hasta te matas»
“Una vez logrado el gran objetivo, seas quien seas, sea cual sea, el sistema nervioso parasimpático, de manera inconsciente, se afloja: los sentidos, el cerebro, el talento, la activación, el físico, sí, sí, el físico…todos bajan la guardia, bajan dos o tres tonos. Y con esos dos o tres tonos de menos, no ganas a nadie ¡a nadie!”
“Y no solo ocurre eso, no, no. Eso sucede porque, previamente, ni tú ni tu entorno habéis previsto que algo así pudiese ocurrir. Es decir, tanto el Real Madrid (ya no digamos Florentino Pérez) como tú, Kylian Mbappe, llevaban siete años ¡siete años! persiguiendo esa meta, perdón, ese Everest. Nadie tuvo la previsión, en aquella magna e impresionante, terráquea y global presentación en el liceo del fútbol, en el nuevo y maestuoso Santiago Bernábeu, de poner un puntito de distancia a la locura que todos, todos, creyeron iba a producirse, a materializarse, a los 12 minutos de salir de allí”. Insisto, es todo de un tirón.
Lucas pedía (ahora ya parece realmente tarde, “aunque nunca, nunca, es tarde”) humildad, sensatez, sentido común. “¿Hubiese admitido Florentino Pérez que Mbappé, que venía de otro planeta, hubiese pedido paciencia, tiempo, para situarse, adaptarse, jugar y golear? ¡Noooooooooo! ¡Que va! ‘Flo’ necesitaba y, además, eso ocurrió esa misma noche, empezar a vender camisetas con el nombre de Mbappé a 200 euros. Y eso empezó a mermar la capacidad de adaptación, de fútbol y goles de Kylian. Lo que, ahora, acusa, sufre”.
Lucas reflexiona sobre por qué nadie, ni Mbappé, ni su familia (su madre, al parecer, tiene gran influencia sobre él, ¿no?), ni su entorno (profesional y rico), ni el Real Madrid, ni los ejecutivos cualificados de la ‘Casa Blanca’, ni mucho menos Carlo Ancelotti, con la experiencia que tiene, cayó en la necesidad de intuir que algo así podía ocurrir. Error gravísimo en el club más experto del planeta, aquel que cree tenerlo todo atado y bien atado, rico, muy rico.
«¿Solución?, muy sencilla. Primero, ver, oír y tomar nota del excelente discurso de agradecimiento de Rodri, cuando recibió el Balón de Oro. Y, después, volver a ser canterano, recuperar los comportamientos humanos y actitudes de cuando empezaba en el fútbol»
“Por qué nadie cayó en la cuenta que Mbappé aterrizaba en un país distinto, en una ciudad diferente, en un club que no tiene nada que ver con el PSG, con un vestuario variopinto, rodeado de otro tipo de estrellas, con otro ecosistema, con otro fútbol, con otras necesidades, con otros retos, con otra alimentación y entrenamiento, con otros medios de comunicación, con otros compañeros, en otra posición, en otra Liga (muchísimo más dura), siendo el maná esperado durante siete largos años…y su ego se derrumbó, se agrietó. Y, ahora, hace falta un reset para que esa parte del sistema nervioso central vuelva a adquirir los comportamientos que, antes, eran naturales”.
Regreso al futuro
Y, claro, no porque Lucas tenga solución para todo, ni hablar (bueno, tal vez por eso no acudo a su consulta), pero sí adivina cual debería ser el camino de Mbappé para volver a ser el de antes, que lo será pronto, seguro, es hasta demasiado bueno (buenísimo) como para que esa transformación no se produzca.
“Kylian debería volver a ser juvenil, canterano. Debería adquirir aquellos comportamientos, pensamientos y actitudes que le hicieron grande siendo niño, joven, adulto. Debería, por ejemplo, cosa que ni siquiera se le pasa por la cabeza, ver y oir el portentoso y ejemplar discurso de agradecimiento de Rodri al recibir el Balón de Oro. Aquellas palabras sensatas, llenas de sentido común y agradecimiento, humanizaron al más grande de aquella noche y fue el mejor ejemplo para las nuevas generaciones o, como en el caso del 9 francés, para un galáctico en crisis, física, mental y deportiva”.
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