Luis Moreno Ocampo (Buenos Aires, 1952) recuerda cómo, en sus inicios, la Corte Penal Internacional (CPI) estuvo a punto de naufragar. «Me llamaban y me decían: ‘Luis, no puedo juntarme contigo, eres radiactivo'», dice el exfiscal jefe fundador de este tribunal, creado en los años 90 para juzgar los crímenes más graves en ausencia de actuación genuina de los Estados. «Pero eso ya pasó», afirma en entrevista con EL PERIÓDICO, al argumentar que, pese al sombrío panorama global, ni la CPI ni el derecho internacional desaparecerán. La prueba, reflexiona, son los actuales juegos de poder sobre la orden de arresto por crímenes de guerra contra el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu.
«Israel también lo sabe. Solo si un fiscal israelí iniciara una investigación genuina sobre Netanyahu y [su ministro de Defensa, Yoav] Gallant, eso detendría el caso ante la CPI», explica. «Lo que pasa es que muchos no entienden que están aplicando una política vieja y que el mundo cambió», afirma el también exfiscal adjunto en el primer proceso contra la dictadura argentina y autor del reciente Guerra o Justicia, un libro en el que explica cómo, en su opinión, la arquitectura global está cambiando.
En su última reunión, los gobiernos del G7, incluidos los europeos, no se han comprometido a detener a Netanyahu si viaja a sus países. ¿Qué opina?
Creo que los políticos no han entendido cómo la justicia los puede ayudar a manejar ese conflicto. Hasta ahora, ni Europa ni Estados Unidos tuvieron ninguna influencia en Netanyahu. Por eso, en lugar de protegerlo de una investigación penal, deberían permitir que la CPI influya en sus decisiones. Me asombra esta desconexión de los mundos en los que vivimos.
Está hablando de que la justicia internacional funcione también como mecanismo de disuasión. ¿Ve entonces como un error la postura del G7?
Totalmente. Están eliminando la presión que una investigación ejerce [sobre Netanyahu], lo cual es un error. Además, perjudica a Europa, que desea detener esta guerra. Tenemos que entender que hay que armonizar los esfuerzos políticos con las decisiones judiciales. Y la forma más sencilla de detener este conflicto es aplicar el principio de complementariedad: si Israel inicia mañana mismo una investigación genuina, el caso ante la CPI se detiene.
¿Cree realmente que Israel investigaría a su propio primer ministro?
Esa es la mejor defensa que tiene Israel. Los jueces, el fiscal y los portavoces de la CPI han dejado claro que, si un fiscal israelí comenzara una investigación genuina sobre Netanyahu y Gallant, el caso ante la CPI sería inadmisible. No necesitan protección política. […] además, de muy corto plazo y sin un impacto real. Netanyahu podría intentar viajar a Alemania o Francia, pero también podría encontrarse con que algún juez ordena su arresto.
Francia e Italia sostienen que Netanyahu tiene inmunidad.
Es un argumento legal erróneo. Netanyahu no tiene inmunidad frente a la CPI. Eso lo estableció un fallo de febrero de 2002 en un caso entre Congo y Bélgica. Esa sentencia estableció que los altos funcionarios gozan de inmunidad [mientras estén en el cargo] ante los tribunales nacionales [extranjeros], pero no ante los tribunales internacionales. El CPI opera bajo un régimen jurídico diferente al de los tribunales nacionales.
Otro argumento es que no es realista que Netanyahu enfrente un juicio, ya que ningún líder de una potencia mundial lo ha hecho.
Este es un argumento increíble, porque eso nos viene a decir que la ley solo aplica a los enemigos, como [el presidente ruso, Vladímir] Putin, pero no a los amigos, como Netanyahu. Eso no es ley; es destruir la ley. Y si destruimos la ley, nos queda nada más que matarnos entre nosotros.
¿La CPI está en riesgo de desaparecer?
No. Ese riesgo existía cuando yo estaba allí. Sin embargo, cuando dejé el cargo, cerré mi gestión con un asesor legal del Departamento de Estado de EEUU en mi oficina, charlando conmigo. La CPI seguirá existiendo; los Estados occidentales no dejarán de financiarla, y la orden de arresto permanecerá.
Algunos sostienen que los países europeos cedieron a cambio de un alto el fuego en Líbano.
No lo sabemos; es posible. Si fuera así, demostraría la importancia de la CPI. Este alto el fuego ha provocado por primera vez un conflicto entre Netanyahu y su ala más extrema, que lo presionaba hacia una guerra con Irán.
Mencionó a Putin. Él también tiene una orden de arresto. ¿Lo que está pasando puede beneficiarle?
No. [El nuevo presidente estadounidense, Donald] Trump es un trader, uno que hace transacciones, y creo que intentará usar esa orden de arresto [para ejercer presión]. Porque si esa orden de arresto se mantiene, tendrá más poder e influencia sobre él [Netanyahu]. Y lo mismo lo puede hacer con Putin, para negociar. Porque, además, el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia y EEUU se pueden poner de acuerdo, sí tiene la facultad de suspender esas órdenes de detención.
Parecería que cree que el derecho internacional no está muerto.
No lo está.
¿Y las reglas establecidas tras la Segunda Guerra Mundial?
Son cosas distintas. La CPI es un modelo nuevo, con apenas dos décadas, y aún poco entendido. Pero hay más por hacer: necesitamos tribunales y fiscales especializados en terrorismo internacional, que investiguen también a Hamás y a sus financiadores. Eso daría a los líderes una alternativa a la guerra. España es un buen ejemplo: padeció el terrorismo, pero nunca bombardeó, asedió ni mató de hambre Bilbao. España usó la ley para controlar el terrorismo.
¿Cómo conciliar todo esto con el derecho a la reparación de las víctimas?
El primer derecho de las víctimas es que no las maten. Luego pueden presentar peticiones de reparación en el ámbito civil. También hay que sancionar a las empresas que se lucran con las guerras. Necesitamos modelos nuevos que eviten el tribalismo y los acuerdos entre líderes tribales. En este sentido, la Unión Europea también es un modelo a seguir, es irrefutable que ha puesto fin a las guerras entre los países europeos.
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