Parecía que sí, en mayo de este año, pero al final fue que no. Luego, a principios de noviembre, volvió a sonar la misma ley: el grupo parlamentario del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, estaba terminando el texto, cuya votación sería inminente. Pero la aprobación de la nueva ley turca contra los «agentes extranjeros» tendrá que esperar.
Esta espera, sin embargo, se antoja algo corta. Siguiendo la estela de Rusia y Georgia, el país anatolio está en proceso de imitar a sus dos vecinos que, en los últimos años, han utilizado este tipo de legislación para perseguir y criminalizar a periodistas y activistas.
La semana pasada, la ley fue presentada y directamente retirada del Parlamento turco: diputados anónimos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP en sus siglas en turco) de Erdogan aseguraron a la prensa turca que, ante las enormes críticas sociales, el partido gubernamental ha decidido dar un margen de tiempo a la oposición para presentar sus propios puntos y cambios a la ley.
«Si no lo hacen —dijo esta fuente anónima—, el texto será aprobado próximamente tal y como está». Erdogan ostenta la mayoría absoluta en el Parlamento gracias a su coalición con el partido ultranacionalista turco MHP.
Según el texto, «todo aquel que cometa algún crimen en línea con los intereses estratégicos o instrucciones de un país u organización extranjera será condenado a una pena de entre tres y siete años de cárcel«. El Gobierno ha asegurado durante todo el proceso legislativo que el nuevo texto tan solo tiene como objetivo perseguir al espionaje extranjero en Turquía.
Lagunas problemáticas
Pero el texto genera muchas dudas. «No hay tan solo problemas legales con la propuesta de ley, sino también muchos problemas de lógica y de lenguaje en sus artículos propuestos. Uno, cuando lee el texto, no entiende bien qué es lo que quieren conseguir. No está nada claro», explica Veysel Ok, abogado especializado en libertad de prensa y director de la Asociación de Medios y Estudios Legales de Turquía.
«Ya hay más de 10 leyes en nuestro país que hablan del espionaje extranjero. Por esto, creo que el mayor problema de lo que está ocurriendo es que es no se entiende por qué es necesario crear otro artículo en referencia a la cuestión. ¿Para quién va dirigida esta nueva ley?», se pregunta retóricamente Ok, que considera que el nuevo texto puede tener un gran impacto contra empresas, periodistas y activistas con vínculos en el extranjero.
Silencio, censura e insultos
Esta nueva legislación, aseguran activistas y defensores de los derechos humanos, no es la única en las manos del Gobierno turco para perseguir a opositores y periodistas. En 2022, el partido de Erdogan diseñó y aprobó una ley para «luchar contra la desinformación y las noticias falsas» que ha servido para multar y limitar el trabajo de medios opositores.
Así, cuando se produce un gran evento, una catástrofe natural o un atentado terrorista, Ankara puede declarar un veto informativo en relación a lo sucedido: a partir de ese momento, los medios de comunicación turcos tan solo pueden informar de lo sucedido utilizando fuentes oficiales y del Gobierno. Reportear, recabar información propia y publicarla, por lo tanto, se convierte en un acto ilegal hasta que el veto es levantado.
Hay más leyes parecidas: en los últimos años, el Ejecutivo turco ha aplicado duramente una antigua legislación que penaliza con hasta cuatro años de cárcel el hecho de insultar al presidente. En 2023, según estadísticas oficiales, más de 18.000 personas fueron investigadas por presuntamente haber cometido este crimen.
«Con esta nueva ley, si un académico o un periodista encuentra financiación extranjera para una investigación será etiquetado de ‘agente extranjero’. El autoritarismo es contagioso y aprenden de sí mismos. El señor Putin tiene la patente originaria de este tipo de leyes», ha declarado esta semana el líder de la oposición, Özgür Özel. «Quieren que esta ley sea el garrote contra la crítica. Llamo a todos nuestros diputados que hagan todo lo posible para evitar que sea aprobada».
«Este nuevo texto hará más fácil catalogar y castigar a todo oponente al Gobierno como espía extranjero. Hará que las personas castigadas bajo esta nueva ley lleven una cruz en la espalda. Las convertirá en objeto de todo tipo de ataques físicos y en las redes», considera Ok. «Incluso parece que este nuevo texto puede ser más duro que los ya aprobados en Rusia, China, Georgia y Kirguistán«.