Sonríe. «LaLiga Genuine es un hogar. Es como llegar a casa y encontrarte a tu mujer y a tus hijos y preguntarles cómo ha ido el día. Esto es igual, pero un poquito más largo», reconoce Edu Muñoz (L’Hospitalet de Llobregat, 1977). «Todavía queda algo de felicidad de este fin de semana tan estupendo que hemos vivido», acentúa el portero del equipo del Espanyol en LaLiga Genuine. El fin de semana pasado se inauguró la séptima edición de esta competición para personas con discapacidad intelectual organizada por LaLiga, que la define como «una iniciativa integradora de responsabilidad social y pionera en el mundo». Aglutina a 40 de los 42 clubes de Primera y Segunda División más siete equipos con pasado en el fútbol profesional, entre los que se cuentan el Gimnàstic de Tarragona, anfitrión de esta primera jornada, o el Reus.
Muñoz afirma que el fútbol le da «placer». «La vida». Incluso la posibilidad de hacerse «un poco más persona». «Muchas alegrías», añade. «En la vida hay días buenos, regulares y malos y aquí siempre son positivos, agradables y desconectas de todo lo malo que has podido vivir durante la semana. La pelota es una buena psicóloga. Si se le hiciera más caso podríamos tener un mundo mejor que este», continúa. Habla de LaLiga Genuine como «lo más importante que podemos tener». «Es una suerte. Con todas las letras y en mayúscula», asegura.
El fútbol no fue siempre fuente de alegría. «En el fútbol ordinario viví situaciones muy embarazosas. No quiero entrar mucho en esto porque es desagradable», reconoce. Pero continúa: no ha olvidado una tarde con 17 o 18 años, hace más de tres décadas, en un equipo «de estos normales y corrientes». «Jugaba en un club que por suerte ya no existe y era un partido muy igualado. Quedaban pocos segundos y pitaron una falta al borde del área. Puse mal la barrera y me metieron gol, con la mala suerte de que perdimos. Alguno llegó a decir algo así como este subnormal no puede estar jugando aquí», sangra. Esa tarde salió llorando. «Es una de las peores tardes que he vivido. Fue un revés muy duro «, escupe. Sigue doliendo. Como duelen las miradas o los prejuicios.
Parte de la sociedad
Sigue: «Hay gente de la calle para la que aún somos como bichos raros y eso es muy duro. Somos parte de esta sociedad, le pese a quien le pese. Estamos aquí. También existimos. No se puede pasar y una cortina y ya está. Estamos aquí, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Es que no hay más. No hay más». LaLiga Genuine, entre tantas cosas, también es una motivación para cuidarse y salir de casa y sobre todo es «una familia», «una gran familia» a la que se echa de menos. La siguiente será entre enero y febrero y la tercera y penúltima, en primavera. Habla de apretones de mano, de abrazos, de correos y mensajes para felicitarse las fiestas. «No hay nada en el mundo que se pueda comparar con esto», dice.
Carles Saló (Girona, 1974), miembro del cuerpo técnico del equipo ‘genuine’ del Girona, reivindica que han nacido conexiones y amistades entre jugadores, entre familias y entre las fundaciones que nutren los equipos. Se ha creado una red que «de no ser por LaLiga Genuine no habría existido». Los futbolistas y los miembros del cuerpo técnico del Girona tienen un grupo de WhatsApp donde comentan los partidos del primer equipo, de Christian Stuani y compañía. Alguno celebra los goles imitando al propio Stuani. Otro a Cristiano Ronaldo. «Lo viven con una felicidad extrema. Se sienten muy importantes, realizados. Normalmente se ven en la capa baja y esto les hace sentir como si fueran profesionales, un jugador de Girona», añade. Admite que al principio miraban este proyecto «con dudas», pero se ha convertido en «una excusa para encontrarse, para romper barreras de una forma organizada y protegida». «La gente se llena la boca con la palabra integración, pero la integración a veces pasa por crear, como en el caso de LaLiga Genuine, una actividad paralela y adaptada para que puedan hacerla con comodidad y tranquilidad, entre ellos», prosigue.
Fútbol terapéutico
También señala el carácter terapéutico del deporte en el plano físico, en motricidad y en salud: «Primero porque hacen deporte y así combaten el envejecimiento prematuro. Una de las características de las personas con discapacidad intelectual es que son muy sedentarias». Y también en el plano social e incluso vital. Muchos han subido por primera vez a un avión o a un tren con motivo del fútbol ‘genuine’.
Es el caso de Ariadna Cano (Vic, 2004), centrocampista del Barça. Desde agosto han jugado torneos en Estados Unidos, México. «Todo esto me ha permitido tener experiencias inolvidables», dice. Juega al fútbol desde niña, aunque como en tantos casos los inicios fueron dolorosos. «Lo recuerdo fatal. Siempre pensaba si estaba haciendo alguna cosa mal. Por qué no jugaba tantos minutos. Por qué no podía divertirme. Siempre me ha costado hacer amigos». Habla de sentirse invisible. En fuera de juego. «Aquí es muy diferente. Es gente como yo. Nadie te juzga. Con diferentes tipos de discapacidad, pero esto da igual. Aquí si uno cae lo intentamos levantar entre todos. Es todo más de equipo», asiente. «Esto no es solo fútbol», añade. «Sí, sí, sí, sí que me ha cambiado la vida», responde con énfasis. Coge aire y continúa: «Es una pasada. Si no hubiera encontrado esto no sé qué hubiera hecho. No sé qué estaría haciendo ahora mismo. Es un motivo y una ayuda para continuar adelante cuando lo ves todo perdido. A veces cuesta. Si no hubiera tenido el fútbol yo no hubiera podido tirar adelante». Es del Barça desde la cuna y viste el ’10’ de su ídolo, de Leo Messi: «Es brutal. Buah, no tengo palabras para describirlo».
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