Sueño Georgiano, el partido del gobierno del país caucásico, no vive precisamente un idilio en Tiflis esta semana. Aunque en el Parlamento considera que puede hacer y deshacer a placer por contar con mayoría absoluta en el hemiciclo, la oposición no reconoce las últimas elecciones como legítimas y pide nuevos comicios arbitrados por una administración internacional. A pesar de ello el gobierno se siente capaz de parar el camino europeo de Georgia y esa medida disparó todas las alarmas entre los habitantes de la capital. Estos llevan desde el viernes por la noche protestando para que los actuales gobernantes abandonen el poder y su país retome el camino en dirección a Bruselas.
Durante las protestas ha habido choques intensos entre la policía antidisturbios y los manifestantes, algunos de ellos han utilizado en repetidas ocasiones pirotecnia tanto contra los agentes como contra el edificio del Parlamento, donde incluso hubo algún fuego en el interior y las fuerzas de seguridad usaron cañones de agua y gas lacrimógeno. Según medios georgianos cerca de 100.000 personas protestaron la noche del sábado frente al hemiciclo del país y hubo enfrentamientos hasta las primeras horas de la mañana del domingo.
Más allá de las calles, importantes actores del país se han posicionado en contra del gobierno. La presidenta Salomé Zurashvili, a pesar de que el Parlamento votó un nuevo presidente, el exfutbolista Mijáil Kavelashvili, anunció que no renuncia a su puesto y se quedará en él cuando termine en diciembre su mandato y reafirmó su apoyo a las protestas. “El movimiento de resistencia ha comenzado” declaró el viernes. Además se pronunció a favor de la celebración de unas nuevas elecciones y declaró que el gobierno de Sueño Georgiano es “ilegítimo”.
El sector empresarial también condena al actual gobierno, incluso dos de los principales bancos del país, TBC y Bank of Georgia, que emitieron comunicados al respecto. Curatio, una empresa médica privada, se ofreció a tratar gratuitamente a los manifestantes heridos. Deportistas populares georgianos como la estrella del Napoli Kvicha Kvarastkhelia y el luchador de la UFC Merab Dvalishvili se han pronunciado a favor de las protestas. “Es doloroso y provoca emociones fuertes ver los vídeos que circulan, ¡paren la agresión y la violencia! Georgia necesita Europa más que nunca” declaró el futbolista en redes sociales.
Reacciones internacionales
Las críticas vienen tanto desde fuera como desde dentro del país. Hasta cuatro embajadores destinados a Georgia renunciaron en los últimos días como protesta contra la actual marcha del país. Los diplomáticos de Países Bajos, Italia, Lituania y Bulgaria renunciaron entre el viernes y el sábado. El Departamento de Estado de los Estados Unidos condenó el rumbo del país y suspendió el sábado la asociación estratégica EEUU-Georgia. “Las acciones antidemocráticas de Sueño Georgiano violaron los principios básicos de nuestro acuerdo” se escribió en el comunicado donde se anunció dicha medida.
El primer ministro Irakli Kobajidze respondió a los manifestantes y a la UE e incluso culpó a los políticos europeos de lo que sucede en su país. “Durante los últimos tres últimos años, ciertos políticos y burócratas europeos, que han fracasado en la ‘Ucranización’ de Georgia, han intentado usar la apertura de negociaciones y el estatus de país candidato para debilitar el país, incitando la llamada polarización del país y dividiendo artificialmente a la sociedad” declaró el sábado. El detonante de esta oleada de protestas surgió justamente por el anuncio del dirigente sobre su camino europeo, que se pospondría por lo menos hasta 2028.
El pasado jueves el mismo mandatario apuntó que la integración no está en la agenda de esta legislatura y aseveró que Georgia “quiere intentar entrar en la UE no por caridad o estando a la pata coja, sino con dignidad, estableciendo un sistema democrático que funcione y una economía fuerte”. La UE dio candidatura a Georgia en diciembre de 2023 (junto a Ucrania y Moldavia) con la condición de que siga las recomendaciones del bloque europeo, aunque la relación Bruselas-Tiflis no pasa por su mejor momento e incluso la Unión retiró el apoyo financiero por las leyes prorrusas aprobadas por el ejecutivo georgiano a lo largo del 2024.