Tras cuatro días de retirada masiva, de huida de los combates y de pérdidas territoriales, las fuerzas del presidente sirio, Bashar al Asad, han conseguido este domingo crear una nueva línea defensiva en el norte de la ciudad de Hama, a 150 kilómetros al sur de Alepo.
Alepo, la segunda mayor ciudad siria, fue capturada por las milicias rebeldes del país árabe este viernes por la noche, pocos días después del inicio de la ofensiva opositora arrancada este miércoles pasado. La ofensiva, liderada por la milicia islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS) consiguió abrumar por completo en pocas horas a las fuerzas de Asad, diezmadas después de que sus dos grandes aliados, Rusia e Irán, hayan dispersado su atención en la región para destinarla a Ucrania unos y el Líbano los otros.
“Los terroristas tan solo conocen el lenguaje de la fuerza, y ese será el idioma con el que les aplastaremos”, ha dicho este domingo, en un comunicado televisado, Asad, cuyo paradero fue desconocido desde el miércoles hasta este sábado por la noche. Según reportes y rumores no confirmados, Asad estuvo durante toda la semana en Moscú, reunido con su homólogo y valedor ruso, Vladímir Putin. El Kremlin no ha aceptado la existencia de tal reunión.
A pesar de este mensaje y del parón de los avances rebeldes en dirección sur, HTS y las demás milicias rebeldes —apoyadas por Turquía— han continuado este domingo conquistando territorios y pueblos en el noroeste del país árabe, antes controlados tanto por las fuerzas de Asad como por las milicias kurdosirias de las YPG.
Turquía es quien financia, arma y dirige a sus milicias en el norte sirio, y tiene como su objetivo prioritario no su lucha contra Asad —el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha catalogado en el pasado en varias ocasiones a su homólogo sirio de “asesino” y “carnicero”— sino su pugna contra las YPG.
Esta coalición de milicias kurdosirias, aliadas de EEUU en la lucha contra el Estado Islámico (EI) hace algo menos de una década, es considerada por Ankara como una filial de la guerrilla kurdoturca del PKK, en guerra contra Turquía desde la década de los 80.
Visita a Damasco y Ankara
Ante la gran espantada de las fuerzas de Asad, el ministro de Exteriores iraní, Abbás Araghchi, ha aterrizado este domingo en Damasco para reunirse, según ha informado Teherán, con su homólogo sirio y el presidente del país árabe. La agenda de Araghchi está apretada: el iraní viaja este lunes a Turquía, donde se reunirá con las autoridades turcas para pedir al país anatolio, presumiblemente, que frene la ofensiva de las milicias rebeldes.
Según analistas cercanos al gobierno turco, Ankara, con este ataque rebelde, busca forzar a Asad a sentarse a la mesa con Erdogan para que ambos discutan un final pactado a los casi 14 años de guerra civil en Siria. Turquía, en la actualidad, controla indirectamente grandes territorios dentro de las fronteras sirias, y busca llegar a un compromiso con Asad para devolver a los más de tres millones de refugiados sirios que habitan el país anatolio.
“Turquía está a favor de reducir las tensiones en Siria. Pero la única forma de establecer esta paz y la tranquilidad [en el país árabe] es un proceso de diálogo político entre el régimen y la oposición”, ha dicho este domingo el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, después de una llamada con su homólogo estadounidense, Anthony Blinken.
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