Que la policía de Estados Unidos hace un excesivo uso de fuerza no es algo nuevo. Que se emplea desproporcionadamente contra afroamericanos –y latinos, y otras comunidades de color– tampoco. La novedad es que lo admita el propio Departamento de Justicia de EEUU, como hace en un comunicado histórico por la admisión de culpa que viene acompañado de una supuesta voluntad de reforma.
Es el resultado de una investigación tras la muerte por una paliza a un motorista negro en 2023, Tyre Nichols, a manos del Departamento de Policía de Memphis. El informe del Departamento de Justicia revela una discriminación sistemática contra personas negras, con discapacidad mental y contra menores y pide enfáticamente a la policía de esta ciudad de Tennessee que emprenda importantes reformas.
Del racismo a la paliza
Esta discriminación comienza desde las paradas aleatorias de tráfico, en las que los agentes registran de forma desproporcionada a personas de color, en encuentros que a menudo acaban en el uso de fuerza injustificada. El Departamento de Justicia señala que la Policía de Memphis lleva a cabo identificaciones, registros y detenciones ilegales, discrimina en las respuestas a las personas con discapacidades de salud mental y en su trato a los niños «que han experimentado encuentros agresivos y aterradores con los agentes», según el informe.
Ese fue el caso de Nichols, de 29 años, que murió como consecuencia de una brutal paliza que cinco policías le dieron tras pararle en un control de tráfico injustificado. Un jurado federal declaró a tres de esos agentes de Memphis culpables de manipulación de testigos en relación con su juicio por la muerte de Nichols. Sin embargo, los agentes fueron absueltos de los cargos más graves, que podrían haberles condenado a cadena perpetua. Otros dos ex agentes ya se habían declarado culpables de cargos federales y habían testificado contra sus antiguos colegas en el juicio.