Siete días se cumplen este jueves desde el inicio de las protestas contra el Gobierno en las calles de Georgia. La decisión del Ejecutivo local, formado por miembros del partido Sueño Georgiano, de posponer su camino de adhesión a la Unión Europea hasta por lo menos 2028 ha desencadenado una inusitada y enorme ola de indignación en Tiflis, la capital. Desde entonces, las noches en el corazón político de esta república caucásica han estado marcadas por manifestaciones delante del Parlamento y enfrentamientos entre participantes y la policía, que usaron en repetidas ocasiones pirotecnia contra las fuerzas de seguridad. Los agentes han respondido con gran dureza, empleando tanto gas lacrimógeno como cañones de agua, y arrestando a cabecillas opositores.
Según apuntan periodistas independientes, los antidisturbios han actuado con firmeza incluso con activistas pacíficos. Desde Sueño Georgiano se han justificado estas medidas e incluso se ha ordenado la detención de algunos dirigentes opositores, como es el caso de Nika Gvaramia, uno de los líderes de Movimiento Nacional Unido, cuyo abogado denunció que su cliente fue golpeado y hasta quedó inconsciente. Durante la madrugada, la policía también irrumpió en las sedes de partidos de la oposición como Droa y Girchi. Además de Gvaramia, la policía ha arrestado a Aleko Elisashvili (de Georgia Fuerte) y Zurab Datunashvili (Coalición por el Cambio) entre otros, en el marco de una vasta campaña represiva contra la oposición.
El primer ministro georgiano Irakli Kobajidze ha condenado la «violencia» y ha asegurado que, cuando se confiscaron “armas de violencia” de los partidos políticos, cesaron los ataques a la policía. El mandatario también ha denunciado que el proceso estaba “totalmente organizado”. La oposición, en cambio, ha tildado al Ejecutivo de “ilegítimo”, y no acepta a Sueño Georgiano como ganador de las recientes elecciones del pasado octubre. Por esta razón, han llamado a sus conciudadanos a salir a las calles para pedir nuevos comicios supervisados por la comunidad internacional.
Reacción desde fuera
Occidente ha valorado con malos ojos la decisión de posponer el proceso europeo de Georgia, algo que ha motivado que Bruselas respondiera retirando el apoyo financiero que estaba brindando a Tiflis. La misma UE ha criticado abiertamente tanto el camino prorruso del Gobierno georgiano, ejemplificado con leyes parecidas a las del país euroasiático, como la represión de las protestas de esta semana. Debido a este giro geopolítico y a la respuesta policial, diferentes países europeos han sancionado a Sueño Georgiano con prohibiciones de viaje a Europa para algunos de sus representantes más destacados. Entre los que adoptaron las sanciones se encuentran estados como Estonia, Letonia y Lituania, y posteriormente Ucrania, un país que no es aún miembro de la UE, pero que obtuvo el estatus de candidato a la membresía a la vez que Georgia en 2023, junto con Moldavia.
La presidenta Salomé Zurashvili ha celebrado las sanciones. “No podría haberlo hecho mejor” ha dicho en referencia a las medidas punitivas que tomó el Gobierno de Volodímir Zelenski, añadiendo que Rusia “quiere volver a controlar el Mar Negro” colocando a Georgia bajo su yugo. Ella se ha convertido en uno de los símbolos de la oposición, y ha adelantado que, aunque su mandato termina en diciembre, no piensa abandonar el cargo. Por su parte, el primer ministro ha criticado las medidas y ha acusado a las autoridades ucranianas de recibir órdenes desde Washington. “No son independientes tomando decisiones así”, ha criticado Kobajidze. El mismo EEUU también ha reaccionado a los acontecimientos en la república caucásica, suspendiendo el pasado sábado la el tratado de asociación estratégica entre EEUU y Georgia.