«Éramos un país próspero, con una industria puntera, ahora a Alemania se la desprecia a escala internacional (…) Dejaron entrar a millones de migrantes irregulares, entre ellos delincuentes, violadores y asesinos (…) El Estado devora las libertades de los empresarios y del ciudadano»: con consignas como esta se lanzó a la lucha por la Cancillería alemana Alice Weidel, la líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). «Es un día histórico. Once años después de su creación, la AfD tiene su primera candidata a la Cancillería», aseguró el copresidente del partido, Tino Chrupalla, tras anunciar que la cúpula había designado por unanimidad a Weidel como candidata para las elecciones anticipadas del 23 de febrero.
Es una candidatura sin perspectivas. La AfD ocupa la segunda posición en intención de voto, con un 18%, pero el resto del espectro parlamentario la rechaza como aliada. Está categóricamente descartada también por el líder del bloque conservador opositor, Friedrich Merz, al que se le pronostica el primer puesto con un 33% de los votos.
Lanzar a Weidel como candidata a la Cancillería es un desafío, que sirve de pantalla difusora para un partido que nació como formación euroescéptica y que ha mutado al radicalismo xenófobo. A causa de su extremismo está aislada del resto de la extrema derecha europea, tanto el grupo de los Conservadores y Reformistas de la italiana Giorgia Meloni como los Patriotas por Europa del húngaro Víktor Orbán, la francesa Marine Le Pen y el neerlandés Geert Wilders. Pero para Weidel, su partido está destinado a devolver «las libertades y la prosperidad a Alemania y a los ciudadanos alemanes».
Weidel, líder de la AfD desde 2017, pasa de puntillas sobre ciertas contradicciones personales, como el hecho de comandar un partido homófobo viviendo ella abiertamente su homosexualidad -«forma parte mi esfera privada (…) no dejaré que se inmiscuyan en ellas absurdidades y políticas de género», respondió, en la rueda de prensa donde lanzó su candidatura-. O como el hecho de definirse como patriota pero residir en Suiza -«tengo doble residencia y ahí vive mi familia», afirmó, respecto a su mujer y las hijas que comparte con esta-.
Iniciativa tardía para su prohibición
La nominación de Weidel deberá ser ratificada por el congreso de la AfD del próximo 11 de enero. Su anunció concentró a un par de centenares de manifestantes ante la sede del partido, en un desabrido barrio del extrarradio berlinés. Ahí hicieron oír sus protestas las llamadas Abuelas contra la Ultraderecha», colectivos LGTBI y grupos que reclaman la prohibición de inmediata del partido.
«Sí, actuamos tarde. Pero nos mueve la convicción de que debe solicitarse la prohibición de un partido en cuyo interior hay posiciones rayanas al nazismo», explicó a este diario Marcus Wanderwitz, diputado del bloque conservador de Merz, en un encuentro con medios extranjeros. Wanderwitz ha impulsado una iniciativa para solicitar la prohibición de la AfD al Tribunal Constitucional. Respaldan su petición casi 150 diputados de prácticamente todo el espectro del Bundestag (cámara baja), con un total de 736 escaños. Aspira a que se vote su propuesta dentro de la presente legislatura. En caso de que no sea posible, considera‚ técnicamente fácil recuperarlo a la siguiente. «No importa quién lidere el próximo gobierno. La AfD le combatirá igual, porque su objetivo es destruir el orden democrático», asegura.
Los obstáculos para una prohibición son «altos, pero no insuperables», explica. En la historia de la República Federal de Alemania (RFA) solo prosperaron las ilegalizaciones del Partido Comunista y del sucesor del NSDAP nazi, ambas en los años 50. En cambio, fracasó la del neonazi Partido Nacional Democrático (NPD), en 2017, por considerar el TC que era demasiado minoritario para poner en peligro el orden constitucional.
La AfD sí tiene ahora fuerza suficiente, por sus escaños en el Bundestag y en las cámaras regionales. Ha avanzado además hacia un radicalismo extremo, según Wanderwitz. «Hay muchos (Björn) Höcke en su interior», apunta el diputado, en alusión al cabecilla más extremista y líder en el ‘land’ de Turingia, donde la AfD fue primera fuerza en los últimos comicios regionales. „Están en disposición de ejercer el bloqueo parlamentario», recordó, en alusión a la cláusula por la que un partido que supere el 30% de los votos puede vetar leyes que precisan la aprobación por una mayoría de dos tercios de la cámara.
Wanderwitz no se presentará a las próximas generales por su estado, Sajonia. Tanto él como su mujer, la asimismo diputada conservadora Yvone Magwas, vienen sufriendo las amenazas de la ultraderecha hasta su ámbito familiar. En su decisión ha influido aparentemente el poco respaldo recibido desde su partido y especialmente por parte de su líder, Merz. «Hemos luchado muchos años. Ahora les corresponde a otros tomarnos el relevo», afirma.