Llevaban esperando este momento durante 13 años, y no han dormido en toda la noche. Algunos rostros, como el de Karim Olabi, son nuevos, porque cuando arrancó la revolución siria no eran más que unos niños. Otros, como el de Muafak Asad, portavoz de la Associació Siriocatalana per la Llibertat y la Democràcia, fundada en 2011, con el arranque de las protestas contra el régimen asadista, son veteranos y llevan ya mucha mili encima, muchas manifestaciones a sus espaldas exigiendo una libertad que nunca llegaba. Todos ellos se han reunido este mediodía en la plaza de Catalunya para celebrar un acontecimiento histórico que muchos pensaron que jamás llegarían a contemplar con sus propios ojos. En Madrid, dos centenares de activistas sirios se congregaron frente a la embajada siria, sita en la plaza Platería de Martínez, y coreaban consignas mientras un individuo izaba la bandera verde, blanca y negra de la revolución, tras arriar la enseña del régimen: «¡viva Siria, cayó Asad!».
«Mi madre vive en Damasco, y hoy por primera vez (por el sábado) me hablaba por teléfono sin medir sus palabras ni temer que alguien pudiera estar escuchándola», explica el hispanosirio Karim a EL PERIÓDICO. Nacido en España, se ha mantenido pendiente toda la noche de una aplicación de móvil que iba actualizando sobre un mapa de Siria los vertiginosos avances de los rebeldes. «Damasco ha sido liberada; toda la población lo está celebrando», envió por WhatsApp a sus amigos y conocidos al filo de las cuatro de la madrugada. Su progenitora, residente en el barrio damasceno de Al Mazzeh, donde tenía su palacio el presidente Bashar el Asad y residía una parte importante de la élite militar, le informaba puntualmente de lo que sucedía en la capital. «Por el momento, tranquilidad».
Retomando funciones
Retomando sus funciones de portavoz de la oposición siria en Catalunya, Asad criticó el comunicado emitido por el Partido Comunista de España, en el que se tildó de «terrorista» al grupo Hayat Tahrir al Sham, milicia que ha llevado el peso de la ofensiva contra Asad, una operación militar que, a ojos de los comunistas españoles constituye, una «agresión» a la «República Árabe Siria» que ha propiciado la huida de «decenas de miles de personas». «No puedo entender que presten atención a esto y que hayan ignorado en los últimos diez años que Asad haya obligado a la mitad de la población siria a dejar sus hogares y a convertirse en desplazados internos o refugiados», se indigna.
Las fuerzas de extrema izquierda en España siempre se han mostrado tradicionalmente críticas con los revolucionarios sirios, a los que tildaban de yihadistas e incluso dedicaban adjetivos despectivos como «rebana cabezas», en referencia a las ejecuciones públicas por decapitación que llevaba a cabo Estado Islámico cuando controlaba un porcentaje importante de territorio sirio. Eso sí. Entre todos los sirios residentes en España que apoyaron hace casi un quincenio en su día la revolución contra Asad, solo existe un pensamiento: volver a su país y pisar tierra siria.