Su deseo siempre fue ser presidente de Francia. Le avalan las tres veces que se ha presentado como candidato al Palacio del Elíseo, en 2002, 2007 y 2012, pero quizás esta es la vez que más cerca estará del despacho presidencial. François Bayrou acaba de ser nombrado primer ministro de Francia tras días de incertidumbre y unas últimas horas de gran tensión.
Su perfil no convence a todos, en especial a la izquierda que desde el primer momento, ha señalado a Bayrou como parte de sus líneas rojas que debía evitar Emmanuel Macron para no ser, de nuevo, censurado. El secretario general del Partido Socialista, Olivier Faure, también dejó claro esta semana que su nombre vendría de la mano de una nueva censura, puesto que Bayrouencarna la continuidad del macronismo.
Sin embargo, para el presidente siempre ha sido un hombre de su confianza. En 2017, el fundador del partido de centroderecha, MoDem, respaldó a Emmanuel Macron en su carrera hacia la presidencia con una coalición que le ayudó a llegar al poder. Este gesto no pasó desapercibido por el presidente, quien le otorgó el puesto de ministro de Justicia, aunque Bayrou se vio obligado a renunciar tras ser acusado e investigado sobre el uso indebido de fondos públicos europeos en su partido. Algo similar al caso de los falsos asistentes parlamentarios de Marine Le Pen.
Larga trayectoria
No solo el ministerio de Justicia, también ocupó el cargo de ministro de Educación entre 1993 y 1997. Una larga trayectoría en primera línea de la que se mantenía hasta día de hoy como alcalde de Pau, localidad al suroeste de Francia. «He estado comprometido con el futuro de mi país, desde hace años y hasta el final», afirmó el propio Bayrou hace unos días durante una entrevista para la cadena BFMTV.
El «aliado histórico de Macron», como le tildan algunos medios franceses, estaba dispuesto a asumir el cargo con el objetivo, según él, de «ayudar en todo lo que pueda» para poner fin a este caos político que arrastra el país, pero no es solo una cuestión de un hombre. En esta delicada ecuación, Bayrou deberá encontrar apoyos en la izquierda o en la extrema derecha, al mismo tiempo que calma las aguas revueltas de una Francia que lleva meses a la deriva. Algo que le podría salir bien, puesto que siempre ha abogado por el equilibro de centro.
Precisamente, en los últimos meses Bayrou ha acercado posturas con la líder de Agrupamiento Nacional, Marine Le Pen, y juzgó con dureza las requisiciones de la fiscalía en el proceso de los falsos asistentes parlamentarios de Agrupamiento Nacional. Haciendo números, el nuevo primer ministro podría contar con el apoyo de la mayoría presidencial: los 36 diputados del MoDem; los 93 cargos electos del Ensemble pour la République y los 34 del grupo Horizontes. Aunque, los ojos están puestos en la derecha republicana y en la izquierda moderada, donde planea una gran incertidumbre sobre si apoyarán o no la elección del presidente.
Reacciones
La elección ya está hecha, y las reacciones no han parado de sucederse. «Una candidatura más para el indulto de Emmanuel Macron. El país tiene dos opciones claras: la continuidad de las políticas de desgracia con François Bayrou o la ruptura. Los diputados tendrán dos opciones: apoyar el rescate de Macron o censura», afirmó la diputada insumisa, Mathilde Panot.
El nombre de François Bayrou divide a la clase política, los partidarios a Sarkozy jamás le perdonarán haber apoyado a François Hollande en 2012. Tras una semana de negociaciones y consultas, Francia vuelve a tener primer ministro, aunque este anuncio no asegura que la incertidumbre política en la que se ve sumido el país acabe a partir de hoy, puesto que la Francia Insumisa tan solo ha necesitado un par de minutos para anunciar que presentará una moción de censura contra François Bayrou.