Disfrutaba el Barça de nueve puntos de ventaja (55-46) en el minuto 25 y perdía por 16 (60-76) en el minuto 30. Un colapso extraordinario apagó al cuadro azulgrana, que ya no levantó cabeza hasta que los jugadores desfilaron por el túnel de vestuarios. Para no golpearse con el techo.
El regreso de Nikola Mirotic al Palau Blaugrana no fue como el que se deseaban sus antiguos admiradores: con un festival individual y una derrota colectiva. Los compañeros del montenegrino compensaron la insuficiente producción anotadora de su líder, en particular Zach Leday (33 puntos), para que llevara el tesoro más preciado: el triunfo (81-94). El cariño de su exhinchada lo tenía garantizado.
Desolado terminó el quinteto azulgrana, que baja más los brazos en cuanto sufre una sucesión de contratiempos. Tiró el grupo de iniciativas individuales en su pretensión de reparar el descosido que se estaba produciendo, desencajado en defensa, ciego en ataque -de ahí el parcial de 0-20-, y sin soluciones técnicas desde la banda. Se vació la pista y en ella permaneció Mirotic aplaudiendo sin parar a los cuatro puntos cardeinales del pabellón, cultivando la nostalgia de aquellos tiempos.
Peñarroya había aconsejado al grupo que no se focalizara en Mirotic, pero anular a Mirotic era un paso fundamental para imponerse. La influencia del montenegrino en el juego allí donde esté, altísima, no se ha reducido en Milán. Había sumado la mitad de los puntos (12 de 23) en el inicio y exhibía un 16 de valoración. Leday le echó una mano para mantener el ritmo y sujetar al Barça en el marcador, ya que se había disparado hasta los nueve puntos de diferencia en el primer cuarto (24-15) y lo redujo a tres (43-40) cuando acudieron a los vestuarios.
El vacío que dejó Mirotic en el Palau lo cubrió en su día Jabari Parker, el sustituto para la posición. Pero el americano, siendo eminente en el engranaje colectivo, no llega a las cotas de su predecesor, al que apenas defendió, dispensado de esa labor por Peñarroya. Parker abandonó al refriega con cinco personales, desorientado por la trayectoria que dibujaba el choque.
Messina lo cambia todo
La función anotadora anda más repartida entre los azulgranas. El tirador por anonomasia es Kevin Punter, apagado; pero también suman Anderson, Vesely y Brizuela, que precipitó su reaparición para subsanar la ausencia de Àlex Abrines. El capitán ha permanecido hospitalizado por una suboclusión intestinal, y pudo ir a casa poco antes del partido.
Mirotic, sin embargo, tuvo poca incidencia cuando el Milán levantó el marcador en el tercer cuarto, en un horroroso apagón del Barça, que llegó a disfrutar otra vez de nueve puntos de ventaja (55-46) y encajó un 0-20 al cierre del parcial por una personal más técnica a Vesely y otra técnica a Peñarroya que elevó otra estadística: 22 del Barça faltas por 12 del Milan.
Vesely , con cargo de conciencia
La remontada del cuadro italiano se produjo a raíz de una protesta larga y exagerada de Ettore Messina a los árbitros, que a partir de entonces cambiaron de criterio. Añadido al desacierto en el ataque, el parón del juego para abordar la recta final fue un alivio.
Tal vez se sintió Vesely culpable de las dos últimas acciones y con el cargo de conciencia quiso enmedarse sumando sin parar en la reanudación. Pero remontar 16 puntos exigía una finura en el tiro, una perfección ofensiva que no se vio en ningún momento de la noche.