La guerra legal entre Elon Musk y OpenAI, creadora de ChatGPT, se recrudece. La start-up de inteligencia artificial publicó este viernes una serie de correos hasta ahora ocultos con los que revela que el magnate tecnológico trató de convertir al laboratorio de investigación en una empresa con ánimo de lucro para obtener su «control absoluto».
En los últimos meses, Musk ha presentado un total de cuatro demandas contra OpenAI, compañía que cofundó en 2015 y que abandonó en 2018, acusando a sus antiguos socios de «engañarle» para sustituir su estructura sin ánimo de lucro con un modelo comercial. «La perfidia y el fraude son de proporciones shakesperianas», aseguró en una querella presentada en agosto. El pasado 15 de noviembre la amplió para añadir a Microsoft, principal financiadora de la firma, y asegurar que ambas trataron de monopolizar ilegalmente el mercado de la IA generativa para asfixiar a la competencia.
Ahora, OpenAI expone al hombre más rico del mundo al publicar correos electrónicos internos en los que se ve como ya en 2017 apoyaba ese giro comercial de la start-up que ahora denuncia. Según la compañía, Musk creó una corporación de beneficio público en septiembre de 2017 y exigió a sus socios convertirse en su director ejecutivo, tener una participación mayoritaria en su accionariado y hacerse con el «control absoluto» y «unilateral». En su propuesta, Musk asegura que ese control «cambiará rápidamente» al crear un consejo de administración de 16 miembros en el que debían estar otros tres cofundadores: Sam Altman, Greg Brockman e Ilya Sutskever. Musk creía que esa junta podría «acabar decidiendo el destino del mundo».
Denuncias para frenar ChatGPT
La directiva de OpenAI rechazó las condiciones establecidas por Musk. En enero de 2018, el magnate trató de fusionar la start-up con Tesla, la empresa de vehículos eléctricos que dirige, y, al fracasar, dimitió en febrero como copresidente de la firma de IA.
En marzo de 2019, OpenAI modificó su estructura para tener dos cabezas, una sin ánimo de lucro y otra con ánimo de lucro limitado. En noviembre de 2022, la compañía lanzó al mercado ChatGPT, revolucionando el mercado y dando el pistoletazo de salida a una fiebre de inversiones en IA que ha arrastrado a gigantes tecnológicos y países de todo el mundo.
Molesto con ese éxito, Musk firmó en marzo de 2023 una carta que pedía paralizar durante seis meses el despliegue de nuevas herramientas de IA, aludiendo a «profundos riesgos para la humanidad». Sin embargo, cuatro meses después anunció el lanzamiento de xAI, su propia empresa de IA. El pasado mayo, la firma recaudó 6.000 millones de dólares para tratar de competir con ChatGPT, un esfuerzo que también explica su batalla legal para frenar el crecimiento de la compañía que cofundó y que ahora es su principal rival.
«Ahora que OpenAI es el principal laboratorio de investigación de IA y Elon dirige una empresa competidora de IA, pide al tribunal que nos impida llevar a cabo nuestra misión», denuncia OpenAI en un comunicado. «Debería competir en el mercado y no en los juzgados».
El giro comercial de OpenAI he generado turbulencias dentro de la compañía. En septiembre, su hasta entonces directora, Mira Murati, y otros dos directivos abandonaron el barco mientras se daba forma a una reestructuración que priorizará los beneficios económicos para así atraer más fácilmente a los inversores. El cambio de rumbo beneficia directamente a Altman, que pasa a acumular más poder y podría hacerse con una participación del 7% de la compañía, acciones valoradas en unos 10.500 millones de dólares.